Banner Tuvivienda
Jueves 18 de abril 2024   |   Contáctenos
REVISTA

LOS LIBROS MÁS PEQUEÑOS DEL MUNDO

Alberto Briceño: Empresario emprendedor
Imagínese un libro tan pequeño como una caja de fósforos o uno más diminuto del tamaño de una uña. Ahora imagine que estos libros se pueden leer, que sus palabras nos guiarán, nos estimularán, nos consolarán. Esto que parece una fantasía es realidad y tiene un artífice, Alberto Briceño, editor y creador de los libros más pequeños del mundo.
(0)
LOS LIBROS MÁS PEQUEÑOS DEL MUNDO
Alberto Briceño tuvo un sueño, se imaginaba que era capaz de llevar el conocimiento a las manos de cualquier persona. Tenía la certeza de que las frases que a él lo habían conmovido servirían de alimento al espíritu, darían fuerzas cuando el alma flaquea, serían el consuelo en la desdicha, infundirían valor cuando el terrible temor nos abraza. Soñaba despierto y no ha dejado de hacerlo.
 
Aquel hombre es probablemente el más talentoso y osado de los editores peruanos, debido a que se aventuró a realizar una labor inédita en muchos países: creó un nuevo concepto de libros, pequeños en tamaño, pero de un contenido valioso, enorme para el alma y sobre todo entendible sin esfuerzo alguno. De esta manera concibió lo que él llamaría los libros más pequeños del mundo, tan diminutos como una caja de fósforos, con medidas de cinco por seis centímetros y algunos del tamaño de una uña.
 
TERREMOTO EN MI CEREBRO
 
Para el Perú, 1970 fue un año nefasto al ser azotado por un terrible terremoto. El impacto fue traumático para los peruanos y Briceño no fue ajeno a esto. Pensó que el mundo se venia abajo, que el último de los días estaba cerca, que le quedaba poco tiempo para concretar sus sueños; después de todo no había mucho que perder, en cualquier momento la tierra tiembla y nosotros dejamos de ser nosotros.
 
“No sé qué pasó ese año, creo que también hubo un terremoto en mi cerebro”, dice al recordar que ese fue el año crucial para él, porque decidió hacer empresa. Sin perder tiempo dejó la carrera de ingeniería industrial que estudiaba en la Universidad Nacional de Ingeniería, puesto que además de coleccionar frases, Alberto se había casado con Norma y según afirma, “el matrimonio trae compromisos”.
 
MANOS A LOS LIBROS
 
El proyecto que venía postergando, no pudo esperar más, y fue así que en julio de 1970 inició la edición del primer libro titulado “Palabras que guían”, hecho en su totalidad por Alberto Briceño, quien los editaba, imprimía, compaginaba, pegaba, encuadernaba, guillotinaba, promocionaba y vendía. En resumidas cuentas, hacía todo por sí mismo.
 
Como todo inicio, el camino para ascender es duro y difícil, pero si flaqueamos nos quedamos en el trayecto y jamás gozaremos de las bondades que obtenemos al respirar el aire de las alturas. Alberto no se desalentaba, sabía de memoria cada frase que había recopilado, y “si piensas que estás vencido lo estás”. Alberto jamás se pensó vencido, solo descansaba para tomar impulso. 
 
Su constancia le permitía hacer 2,mil ejemplares semanales, luego salía a venderlos, cuando se agotaban retornaba y volvía a hacer más libritos. Durante 10 años fue el único trabajador de su empresa hasta que un día se enfrentó al dilema: triunfar o morir. Saldría del país, probaría suerte en el extranjero, si no resultaba cerraría el negocio y se dedicaría a otra cosa.
 
PROFETA EN OTRAS TIERRAS
 
Nadie mejor que Alberto Briceño para constatar que cuando haces bien las cosas es cuestión de tiempo para obtener buenos resultados. Recuerda que temeroso pero decidido se enrumbó al Ecuador a fin de ofrecer sus minilibros. Lo tenía todo planeado, más de 400 libros, que vendería en 15 días. Todo previsto: gastos para el hospedaje, la comida y los pasajes, algún dinero extra para los inconvenientes, lo único que necesitaba era vender y vender.
 
Si en Perú vendía en promedio tres a cuatro libros diarios, en el vecino país trataría de hacer lo mismo y con algo de suerte superarlo. Pero una vez más el caprichoso destino haría saber que Briceño propone, pero finalmente las circunstancias disponen. Nada salió como pensaba, el viaje de 15 días se redujo a dos, el éxito fue arrollador, ni el pan caliente se vendió tan rápido como sus diminutos libros.
 
El éxito obtenido lo obligó a cambiar de técnica, su esposa abandonaría las labores domésticas y se comprometería con la empresa. Ella realizaría la producción y don Alberto se dedicaría a venderlos. El éxito se repitió en Argentina, Alberto llegó a Buenos Aires y fiel a las costumbres peruanas extendió su mesa e improvisó de vendedor ambulante. Inmediatamente las personas se reunieron a su alrededor, se empujaban unas a otras, como si Alberto ofreciera el elixir de la vida, una cura para el alma, unas palabras que guían.

Briceño no lo creía, sus libros que a duras penas vendía en Perú, eran deseados en el extranjero. Continuó viajando y el éxito lo acompañaba a cuanto país llegaba: Chile, Brasil, España, entre otros continuarían. Cada nueva nación significaba un nuevo triunfo, así hasta sumar 25 países conquistados, a los que actualmente exporta sus libros, sus minilibros. 
 
LA CONQUISTA DEL MUNDO
 
Lo que se inició con el esfuerzo de un solo hombre, hoy ofrece trabajo a 86 personas que actualmente fabrican 4 mil 500 libros diarios. Se han editado más de 330 títulos. Los libros más pequeños del mundo se venden en 25 países y se publican en español, italiano y portugués.
 
Su temática es tan diversa que abarca temas como arte, ciencia, literatura, educación, política, negocios, salud, deportes, astrología, religión, turismo, humor, hogar, así como la gastronomía, autoayuda, el hombre y la mujer, niños y jóvenes, al igual que obras clásicas, por solo mencionar algunos tópicos.
 
Asimismo, los libros más pequeños del mundo han estado presente en importantes ferias nacionales e internacionales como la Feria de Turín en Italia, la Feria de Lisboa en Brasil, la Feria del libro de Venezuela, Argentina, España, Panamá, Chile, Cuba, entre otras.
 
La historia de Alberto es sinónimo de constancia, de fe en uno mismo. Podríamos resumir su vida en una frase que la extrajo del siguiente pensamiento: “Todo emprendedor debe arriesgarse, no tener miedo a fracasar, salir al extranjero a ofrecer su producto”.
 
Alberto no ha dejado de soñar, con la diferencia que ahora sus sueños son cada vez más grandes: “En 20 años tendremos 250 librerías propias en 82 países y publicaremos unos 9 mil títulos”, sentencia el gran hombre de los pequeños libros.
Participa:
COMENTARIOS
0 comentarios      
2018 Grupo Generaccion . Todos los derechos reservados    |  
Desarrollo Web: Luis A. Canaza Alfaro    |    
Editor de fotografía: Cesar Augusto Revilla Chihuan