Todo lo he conseguido a base de esfuerzo y creatividad. Mira, a mi me gusta ayudar, me siento bien ofreciendo mis servicios a los que menos tienen”, dice Francisco mientras atiende a una viejecita, quien mira como su dentadura en las manos del experto es afinada con minuciosidad de cirujano.
Tumbes lo vio nacer hace 54 años y luego fue traído a Lima. Se crió en un barrio del distrito de Independencia, en el Cono Norte, y siguió sus estudios primarios en el Colegio Nacional Francisco Bolognesi. Antes de empezar su secundaria su padre falleció y tuvo que compartir sus días de infancia con un padrastro y su abnegada “madrecita”, como él la llama. Siempre estuvo rodeado de pobreza; por eso, cuando terminó sus estudios escolares buscaba qué carrera podía satisfacer su deseo de brindar ayuda social. Entonces, mientras se cultivaba leyendo uno y otro libro que caía en sus manos, se imaginó como un “médico de los dientes”, aquel que debía solucionar los problemas de caries que tienen los pobres del Perú. “Me voy a especializar en prótesis dental”, resolvió.
Ahora su profesión, obtenida con esfuerzo en las aulas de
Y como buen exponente de la pobreza, Francisco Arrunátegui Dios utiliza su creatividad para confeccionar sus propios sillones, muebles y máquina centrífuga. No hay duda, es un artista. “Tengo conocimientos de prótesis, dentaduras postizas y brackets; en base a esto es que puedo abrir talleres y enseñarles a los jóvenes en los asentamientos humanos donde laboro”, indica mientras su pareja de asistentes, Miriam y Rafael, observan minuciosamente como utiliza los instrumentos lleno de alegría.
Se nota que tiene un enorme caudal de sensibilidad social, por el cariño y paciencia que demuestra a sus pacientes, muchos de los cuales son de precaria condición económica. Dice ser admirador de