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REVISTA

EL TESORO DEL AGUA

Cada vez más escaso en el mundo
GENERACCION revela el panorama desolador que enfrenta el que es considerado el "petróleo del siglo XXI", las potencialidades de nuestra región y el Perú para conservarla.
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EL TESORO DEL AGUA

Antes de leer este artículo, haga un sencillo ejercicio de inducción. Vaya a su cocina o a la cafetería de su trabajo y pida algo tan simple como un vaso con agua. Lo más seguro es que el encargado del negocio ni le cobre porque este líquido “no se le niega a nadie”.

A continuación tome el vaso con agua y mírelo fijamente. Ante sus ojos y en sus manos tiene el mayor tesoro de la Tierra, más valioso incluso que el petróleo, el oro o cualquier piedra preciosa. Ahora recuerde bien esto: En pocos años millones de personas morirán por poseerlo y el simple gesto de regalarlo será tildado como “una locura”.

 

Y es que la acción del hombre de degradar su medio ambiente en busca de aumentar su producción industrial, que sostiene la economía capitalista, está provocando el calentamiento global que destruye o disminuye las fuentes de agua en el mundo. Así, diferentes estudios realizados por organizaciones internacionales muestran una realidad espantosa.

 

Según Naciones Unidas de los 6 mil 250 millones de habitantes del mundo, unos mil 100 no tienen acceso al agua potable y 2 mil 400 millones viven sin condiciones sanitarias mínimas. Para el 2050 la demanda de agua será 60 por ciento mayor a la actual, lo que provocará que el 31 por ciento de la población mundial sufra ‘estrés hídrico, término que define la situación en la que el agua “empieza a ser un bien escaso”.

 

En el viejo continente, ocho países padecen, actualmente, ‘estrés hídrico’. Es el caso de Alemania, Reino Unido, Italia, Malta, Bélgica, así como de España, Bulgaria y Chipre, que en conjunto representan el 46 por ciento de la población europea.

 

El panorama en Latinoamérica no es mejor. Aquí, pese a que la región sólo emite el 6 por ciento de los gases de efecto invernadero y posee el 46 por ciento de los recursos hídricos medios internos renovables del mundo, cerca de 77 millones de personas tendrán problemas para acceder al líquido elemento en el año 2020.

 

Así, Perú, México y El Salvador son las tres naciones que sufrirán ‘estrés hídrico’ en el próximo decenio, según Javier Bogantes, director del Tribunal Latinoamericano del Agua (TLA), instancia internacional autónoma e independiente de justicia ambiental, con sede en San José, Costa Rica.

 

Repartiendo migajas

 

“Resulta irónico que el planeta azul se pueda morir de sed”, señaló Bogantes, quien recordó que la Tierra está rodeada 70 por ciento de agua, pero sólo el 3 por ciento es dulce. De esa pequeña cifra, el uno por ciento se encuentra en estado líquido formado por ríos y lagos, y el 2 por ciento restante en formas de masas de hielo, glaciares, icebergs en las latitudes próximas a los polos.

 

Alrededor del 70 por ciento de la migaja que es el uno por ciento, se destina a la agricultura y los biocombustibles, el 20 por ciento a fines industriales, entre los que se incluye la producción de chips de silicio de alta tecnología y la minería, y el 7 por ciento para uso doméstico.

 

El tres por ciento restante –prácticamente una nada- alimenta a los ecosistemas terrestres y acuáticos como los grandes bosques tropicales y manglares, que al fin de cuentas son los pulmones que oxigenan nuestro planeta. Ahora puede entender porque la selva amazónica muere a pasos agigantados sin que nosotros podamos hacer nada.

 

También debemos ser concientes que a menor cantidad de áreas verdes, mayor es la temperatura de la Tierra. Investigaciones de la Agencia Espacial estadounidense (NASA),  han confirmado que debido a este fenómeno están desapareciendo los glaciares de las grandes cordilleras y se están derritiendo las enormes masas de hielo antártico y ártico.

 

Un informe del Departamento de Defensa de EE UU del 2005, alertó que en los próximos años desaparecerán los glaciares del Himalaya que dejarán sin caudal a los ríos Indo (compartido por India y Paquistán), Ganges (India y Bangladesh) y Mekong (China y Vietnam).

 

Si a esas cuencas sumamos la del Yangtzé (China), nos encontramos con que la falta de agua amenazará en el cercano futuro la supervivencia de unos  mil 300 millones de personas sólo en el sur de Asia. Lo peor es que la extracción del agua subterránea está reduciendo la capa freática que en buena medida también alimentan a los grandes ríos.

 

En China, las capas freáticas acuíferas del norte han descendido 37 metros en treinta años y desde 1990 desciende un metro y medio cada año. El mar interior de Aral, en Asia Central, ya ha perdido la mitad de su extensión. El lago Chad era hace tiempo el sexto lago más grande del mundo, en la actualidad ha perdido casi el 90 por ciento de su superficie y está agonizando.

 

Hambruna a la vista

 

El impacto social también sería enorme en nuestra región. Pamela Cox, vicepresidenta del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, divulgó un informe este mes en el que se revelan nuestras vulnerabilidades frente al calentamiento global y la falta de agua.

 

“La menor cantidad de agua en los ríos afectará en el desempeño de la agricultura de subsistencia en las zonas andinas de Perú, Ecuador y Bolivia”, declaró Cox. “El Banco Mundial (BM) ha alertado sobre el problema de desabastecimiento que corren capitales como Quito y Bogotá. Es preciso una acción urgente de los gobiernos para detener una posible hambruna”, resaltó.

 

La funcionaria del BM sostuvo que la falta de agua potable y el aumento de las temperaturas supondrán además, una extensión de determinadas enfermedades de tipo tropical, como la malaria (que tan solo en Colombia ha pasado en dos décadas de 400 a 100 mil casos), el dengue (en México, Brasil, Perú y Ecuador) y otras patologías infecciosas.

 

Así las cosas, ¿podemos decir que hemos perdido la guerra del agua y que nos encaminamos hacia una era de sed permanente? La respuesta más simple es “no”. Lo difícil es cómo la encaramos, pues es una lucha que requiere mucho dinero y recursos.

 

Organismos internacionales hablan de poner en práctica una “gestión sostenible del agua”, es decir, una mejor utilización de los recursos hídricos. Investigaciones de la ONU revelan que el 60 por ciento del agua que se utiliza en la agricultura mundial –más de 400 millones de hectáreas– se pierde debido a ineficientes sistemas de regadío, y que el 50 por ciento del agua de las redes de suministros en los países en desarrollo se pierden por filtraciones, conexiones ilícitas y vandalismo.

 

Expertos también destacan que es urgente crear nuevas tecnologías para preservar las reservas de agua dulce y para depurar y tratar las aguas residuales con el mínimo posible de gasto en energía y productos químicos. Pero, la pregunta para los países subdesarrollados, sigue siendo la misma, ¿con qué recursos?

 

Privatización, sí o no

 

En la década de los noventa, en pleno auge del neoliberalismo, se propuso la privatización de las empresas que administran la distribución del agua a la población en países como Bolivia y Argentina. Sin embargo, han habido fuertes críticas de sectores que han calificado de “inmoral” tratar el agua como un bien comercial más y no como un bien social relacionado con el derecho a la vida.

 

“En el momento en que el líquido se privatiza se convierte en una cuestión de lucro y ahí vienen los problemas”, señaló Javier Bogantes del TLA. “El agua es un derecho de todos, no solo de los que pueden pagarla”, enfatizó.

 

En la otra orilla se encuentra el Banco Mundial, que fomenta las privatizaciones y presta dinero para las reformas en los sistemas de agua, sobretodos residuales.

El BM considera que la inversión privada puede ocupar un espacio importante cuando el Estado no tiene los recursos necesarios para dar agua a la población, algo muy común en América Latina.

 

La corrupción y la mala gestión de los gobiernos también son dos factores que hacen del capital extranjero una mejor garantía en una región que tiene 130 millones de personas sin acceso al agua potable.

 

“La falta de servicios de agua y la poco adecuada gestión hídrica generan considerables costos económicos. Por ejemplo, los impactos económicos asociados con la degradación ambiental constituyen alrededor de cuatro por ciento del PIB de Perú y más de uno por ciento del PIB de Colombia”, indica un informe del Banco Mundial en su página web.

 

Inmenso potencial

 

El BM recalca el enorme potencial de América Latina en el sector hídrico, pues su territorio alberga cuatro de los 25 ríos más caudalosos del mundo –Amazonas, Paraná, Orinoco y Magdalena– además de algunos de los lagos más grandes, entre los que se cuentan el Maracaibo en Venezuela, el Titicaca en Perú y Bolivia, el Poopó en Bolivia y el Buenos Aires, compartido por Chile y Argentina.

 

Además, en Sudamérica se encuentra el “Acuífero Guaraní”, el tercer reservorio de agua dulce del planeta, que pertenece a Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay y que tiene una extensión de un millón 190 mil kilómetros cuadrados.

Un acuífero no es un mar subterráneo, sino roca empapada en agua, ya sea en sus poros, entre los granos minerales o por sus fisuras. Cálculos recientes señalan que el Guaraní, con un racionamiento adecuado, podría abastecer diariamente a 720 millones de personas, a razón de 300 litros diarios por habitante.

 

Perú, caso expectante

 

Pero es nuestro país el que está llamando la atención en el mundo debido a un ambicioso plan iniciado por el presidente Alan García denominado “Agua para todos”. El programa, que cuenta con 270 proyectos, prevé el acceso al agua para todos los peruanos –más de 24 millones de personas– al final de su mandato en el 2011.

 

Lo interesante del asunto es que “Agua para todos” mezcla inversión pública con dinero obtenidos por préstamos internacionales y cooperación de empresas extranjeras que han tenido éxito en el rubro hídrico.

 

El año pasado el gobierno anunció que las Empresas Públicas de Medellín cooperarán con SEDAPAL –empresa estatal de agua en el Perú– en inversiones y en la operación de sistemas de agua y alcantarillado en la zona norte de Lima. También se ha sabido que la empresa de agua colombiana Triple A ha mostrado su interés en participar en el proceso de operadores privados en el país andino.

 

Los críticos del plan han acusado a García de centrarse demasiado en Lima y de haberse olvidado de las zonas más pobres del país, como el departamento de Huacavelica. Sin embargo, el Ejecutivo peruano informó a principios de mes que invertirá  462 millones de dólares en cinco plantas de tratamiento de agua potable y aguas residuales fuera de la capital peruana.

 

Aun faltan dos años y medio para que culmine la gestión de García, que soporta además un fuerte impacto de la crisis financiera mundial. Analistas económicos consideran que se debe frenar la inversión pública en tiempos de crisis, y ello supondrá un golpe para cumplir los objetivos de dar “agua para todos”.

Perú tendría que esperar más, al igual que los otros países del mundo y con ellos millones de personas. La sed durará por un buen tiempo, así que valore ese vaso con agua que tiene en sus manos. Es un lujo que muy pocos disfrutan.

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