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REVISTA

COLOMBIA "PARIÓ" A FIDEL CASTRO

Ex líder cubano escribe libro sobre el país andino
Figura indiscutible de la izquierda latinoamericana repasa su relación con el conflicto colombiano, sus orígenes y el efecto trascendental que causó el "bogotazo" en su vida.
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COLOMBIA 'PARIÓ'  A FIDEL CASTRO
Fidel Castro se resiste a morir.... para el pesar de muchos y la alegría de pocos. El viejo líder cubano, de 82 años, ha pasado de la lucha militar y política a la lucha ideológica, y cambió el fusil AK-47, de fabricación soviética que ha llevado por más de cuatro décadas, a una máquina de escribir.

Si antes acostumbraba a dar larguísimos discursos de hasta 12 horas a los cubanos, hoy los acostumbra a leer extensos artículos de su autoría que publica en el diario Granma. Pero esta semana sorprendió a propios y extraños con la publicación de un nuevo libro sobre el conflicto colombiano.

"La paz en Colombia" fue presentada en Venezuela, y según Fidel, le demandó "más de 400 horas de intenso trabajo". Todo un récord para alguien que padece un cáncer terminal en el estómago y que estuvo al borde de la muerte hace menos de un año. ¡Eso, si le debo de creer a la CIA!.

No soy partidario de Fidel, quien a pesar de su elocuencia y encanto, nunca se caracterizó por lo brillante de sus discursos y escritos. Solo la frase "la historia me absolverá" pasará a los anales la oratoria universal, pero el resto de sus millones de palabras quedarán en el olvido por intrascendentes y triviales.

¿Qué tiene, entonces, que decir Castro sobre un conflicto que en apariencia no le compete? ¿Cuál es la relación de líder cubano con el país andino que sufre la peor guerra interna del hemisferio occidental?

Quien puede darnos la repuesta es la historia misma, esa que muchas veces queda en el cajón del olvido por la ignorancia de las nuevas generaciones, más preocupadas por la inmediatez y superficialidad del presente, que de la riqueza del pasado.

Así, pocos saben que Colombia "parió" al Fidel revolucionario. Él no se hizo en la Sierra Maestra o el ataque al cuartel Moncada, sino que forjó sus ideas de la lucha de clases en el "bogotazo" de 1948.

Aquel lejano año la capital colombiana fue escenario del más grande brote de violencia fraticida registrado en la historia moderna de nuestra América Latina, que ha vivido horrorosas masacres, sobretodo, en la época colonial.

Miles de personas murieron en el "abril negro" del 48 en un torbellino de vandalismo que se desató tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el popular líder del Partido Liberal y casi seguro candidato ganador a la presidencia.

Gaitán quería sacar del poder a su archienemigo, el Partido Conservador, y había orquestado una campaña a favor de los pobres y de la clase trabajadora. Es decir, tenía un discurso reivindicativo -no marxista, ni comunista- que había encandilado al joven Fidel, quien en ese tiempo tenía 21 años.

Castro había abandonado su soleada Habana para enrumbar a la fría ciudad andina que por aquellos días organizaba una conferencia panamericana que dio origen a la Organización de Estados Americanos (OEA). Fidel consideraba que se trataba de la ultima intrusión del imperio yanqui en Latinoamérica y junto a unos amigos universarios quería desacreditar la cita.
 
BASTILLA A LA COLOMBIANA

Pero el encuentro de estudiantes pasó al olvido con la muerte del político. Bogotá fue presa de una muchedumbre enardecida que pedía venganza y testimonios de la época hablan de una ciudad en llamas con cuerpos tiroteados y mutilados regados en las aceras.

"Vimos una inmensa procesión de gente, un río de personas que bajaba por la calle. Tenían armas.... Algunos traían rifles ..... Yo me uní a ellas. Me situé en la primera fila", recuerda Fidel.

Hay que imaginarse a Castro, quien es un apasionado lector de historia, creyendo que vivía el resurgimiento de una Bastilla a la colombiana. Estaba en el climax. "Así empezaba todo, así era la lucha de clases", se habría dicho.

Brian Latell, un ex agente de la CIA, y una de las personas que más conoce al líder cubano, pues lo ha estudiando por más de 30 años, asegura en su libro "After Fidel" que el "bogotazo" afinó en él sus convicciones políticas marxistas y reafirmó su tendencia a la violencia.

Cuando Fidel retornó a la isla ya sabía lo que quería y la forma en que lo quería: Alzarse en armas para llegar al poder en Cuba. Lo de Sierra Maestra y Moncada, incluso, lo de Bahía Cochinos es historia. Han paso casi 50 años de la revolución, y Castro sigue siendo el amo y señor de una isla, que pese a sus avances sociales, no conoce lo que es la libertad.
 
CAMINO AL MARXISMO
 
Fidel nunca olvidó su experiencia en Colombia y su libro parece ser un tributo a una tierra que lo enrumbó al suicida camino marxista. Quienes lo conocen saben también que nunca perdió las esperanzas de que los revolucionarios colombianos completaran su misión y ello fue la principal razón por la que apoyó a las guerrillas que surgieron en la década de los sesenta.

Las FARC y ELN nacieron como románticos seguidores de Gaitán pero ahora se han convertido en bandas de asesinos y secuestradores que se nutren del millonario negocio del narcotráfico.

Fidel, achacoso como está, es incapaz de ver esta realidad. Por el contrario, ensalza al fallecido líder de las FARC Manuel Marulanda "Tirofijo" porque "comprendió las realidades del país y de la época que le tocó vivir".  "Está lejos de ser el bandido y el narcotraficante que se empeñaron siempre en presentar sus enemigos", dice en su libro.

"Alabo su firmeza y disposición de luchar hasta la última gota de sangre", recalca cínicamente Castro quien no dice que esa sangre era y es la de miles de inocentes, muchos de ellos niños, para los que la revolución no significa nada.

A Castro tampoco parece importarle los casi 3 mil secuestrados que las FARC mantienen pudriéndose en vida en la selva colombiana.  Él dice ahora que discrepa con los secuestros porque "humillan" la condición del ser humano, pero luego vuelve por sus fueros cuando agrega que "resta capacidad de movilización a la guerrilla".

Y lo más grave es que tras años de decir que nunca apoyó militarmente a las guerrillas, ahora reconoce que entregó armas a los grupos insurgentes, no solo de Colombia, sino también de otros países de América Latina. Un afán internacionalista, según Fidel, pero que yo prefería catalogar como una maña imperialista, al mismo estilo de EE UU, su enemigo acérrimo.

La izquierda más retrógrada todavía ve en Fidel Castro como su líder indiscutible, un "santo padre" con aires de Papa Rojo al que se le debe pedir consejo y ayuda en los momentos aciagos.
 
Hugo Chávez, Evo Morales y Daniel Ortega son sus críos más destacados y es seguro que sus más afanosos lectores tomarán de "La paz en Colombia", un testimonio único en su género y el diario de un revolucionario del pasado que puede ser la luz del socialismo del siglo XXI.
 
Pero aquellos que no olvidan el apoyo material y moral de Castro a un conflicto que desangró a los colombianos, el libro no es más que una muestra de su infinita equivocación y ceguera política y estratégica, que perdura hasta nuestros días.

Maldito el "bogotazo" que formó al monstruo llamado Fidel. Estoy seguro, que a la larga la historia lo condenará, y no lo absolverá, como orgullosamente cree.

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