El éxito de la cumbre de la APEC nos hizo soñar como nunca a los peruanos de que era posible lograr grandes cosas, algo así como tocar las estrellas con nuestros propios dedos. Sin duda, fuimos los protagonistas de una historia en la que eramos, por fin, los ganadores indiscutibles y millones de personas alrededor del mundo vieron en el Perú a un país moderno, pujante, y de raza corajuda que dejó atrás épocas de violencia terrorista.
Así también lo veía el presidente Alan García, quien se jactaba de los méritos de su gestión, pero... algo le aguó la fiesta. El 27 de noviembre, 40 subversivos provistos con granadas y metralletas emboscaron a un convoy del Frente Policial Huallaga, en la localidad selvática de Tingo María, y sin ascos ni piedad, descargaron sus municiones contra los desprevenidos agentes.
El saldo fue de cuatro policías muertos, en un ataque que no fue el primero ni será el último, por lo que la gente pisó tierra de nuevo y se pregó si no estaríamos volviendo a la época de terror de Sendero Luminoso, un grupo, cabe destacar, que se expandió en el primer gobierno de García de 1985 a 1990 y que dejó sumido al país en la peor ola de violencia de su historia moderna.
En un acto desesperado para sacudirse los viejos fantasmas, García aseguró en una reunión con la prensa extranjera, al día siguiente, que en el atentado estuvieron implicados miembros de los carteles mexicanos de la droga que operan de una de forma "salvaje" en el país.
"Tenemos detectado un ingreso de directivas de compra (de cocaína) y de personal mexicano muy agresivo, que intentan reconstruir en el Monzón, valle cocalero en la provincia de Huánuco, centro del país, todo lo que el Estado había avanzado en erradicación", dijo el Mandatario. "Quienes utilizan la violencia en el Perú son narcotraficantes disfrazados de terroristas políticos; hay gente armada, pero su motivación es el narcotráfico y defender su espacio", agregó.
Un colega que estuvo en la reunión me comentó que los periodistas se quedaron alarmados con tal declaración pues suponía una “mexicanización” del narcoterrorismo en el país andino y el fin de la influencia colombiana. A esto se suma otra sorpresa: El pedido al presidente mexicano Felipe Calderón del envío de 300 policías antinarcóticos para luchar contra esos grupos.
Mal asesorado
De seguro que la cumbre de la APEC y el liderazgo del Estado peruano en sí han copado todas las energías y atenciones de García, pero alguien -y por ese alguien me refiero a sus asesores o servicios de Inteligencia- deberían informar mejor al Presidente de lo que ocurre en el área nacional y con más razón, en el área latinoamericana, si desea meter agentes extranjeros alVRAE.
Desde aquí una pequeña y modesta ayudita. Para comenzar, debería escuchar la opinión de Jaime Antezana, uno de los mayores expertos en temas de narcotráfico en el Perú, quien aclaró a la prensa que los carteles mexicanos "no realizan directamente acciones armadas en nuestro país".
"Quienes lo hacen por ellos son organizaciones locales y remanentes de Sendero Luminoso", señaló a un diario local. Antezana manifestó que el cartel de Sinaloa no necesita enviar un pelotón de sicarios porque en el Perú hay una experiencia de guerra que se la están dando esos remanentes senderistas.
El experto, además, reveló que los carteles mexicanos "terciarizan" su accionar delictivo, al operar la producción de drogas a través de narcotraficantes peruanos y no tienen una presencia en los valles peruanos como el Huallaga, donde reina la coca.
Un informe del 2006 reveló que la Policía peruana ya había establecido que casi medio centenar de capturados en nuestro país, entre mexicanos y peruanos, eran sólo "representantes" de los capos de los cinco carteles que operan en el territorio nacional: Tijuana, Guadalajara, Juárez, Guanajuato y Sinaloa.
Según la investigación policial su tarea consiste en asegurar la producción y el traslado de la cocaína hacia el exterior y que esta coordinación se da en mayor medida en Lima, donde la competencia entre carteles ha provocado alguno que otro asesinato o ajuste de cuentas.
Las cifras revelan que el negocio de los carteles mexicanos en el Perú van viento en popa. Hasta la década pasada las hojas de coca eran convertidas enpasta básica y llevadas a laboratorios en Colombia donde eran refinadas en cocaína y trasladadas hasta Norteamerica y Europa.
El Perú ofrece hoy mejores y mayores laboratorios por lo que la cocaína se consigue a precios más bajos y con facilidades para exportarla. Cálculos hechos por especialistas indican que las mafias invierten US$ 2 millones para exportar 2.5 toneladas de cocaína, con lo que pueden ganar en el mercado mundial US$ 62.5 millones.
El 60 por ciento de la droga que va a México sale de Colombia y el 32 por ciento proviene del Perú (70 mil a 80 mil toneladas declorhidrato de cocaína) con una tendencia a la alza que puede llegar al 40 por ciento para el 2010.
Es entendible por qué los carteles mexicanos ven al Perú como una "tierra de oportunidades" para sus ilícitas actividades. Ellos hacen negocios pero Sendero Luminoso hace el "trabajo sucio", a cambio de un dinero que pueda hacer sobrevivir la guerra popular en la sierra central.
Podredumbre
Respecto al deseo de querer traer a cientos de agentes mexicanos, García debería conocer la situación de las fuerzas de seguridad en el país norteamericano. El gobierno del presidente Calderón ha iniciado desde el 2006 una guerra frontal contra el narcotráfico, causante de cerca de 5 mil asesinatos este año.
La violencia obligó al despliegue de 36 mil soldados, policías y agentes federales a varias ciudades en la frontera norte con EE UU, que han dado paso a la detención de 53 mil personas, el decomiso de 28 mil armas, tres millones de cartuchos, y la incautación de 70 toneladas de cocaína, y 3 mil 700 de marihuana. Los logros no han sido suficientes, y lo que es peor, los niveles de degeneración de la violencia han dado paso a decapitaciones masivas, incluso de niños, en estados como Baja California, donde se encuentra Tijuana.
Calderón ha reconocido falta de avances en el combate del delito pero se lo adjudicado a la corrupción que envuelve a la Policía, la misma que quiere Alan García para que nos imparta lecciones.
El Ejecutivo mexicano puso en práctica el "Operativo Limpieza" que descubrió la podrerumbre en las agencias de seguridad aztecas. Cientos de agentes han sido investigados, despedidos y enjuiciados por sus lazos con el narcotráfico que maneja un negocio de US$ 40 mil millones.
El colmo ha sido que incluso el mismo zar antidroga mexicano, Noé Rodríguez y el Director de la Interpol México, Ricardo Gutierrez, cayeron en las últimas semanas tras las rejas por recibir medio millón de dólares al mes de los carteles para que le filtren informaciones sobre operativos. Fue un golpe devastador para Calderón.
Asesores navales a Bolivia
García no puede dejar de lado esta información y debería retirar su pedido, a pesar de que el mismo gobierno mexicano no ve las condiciones necesarias de enviar policías antidrogas al Perú.
"Pedirle a México que nos envíe policías antidrogas sería como pedirle a Bolivia que nos mande asesores navales", aseguró el ex vice ministro del Interior Carlos Basombrío. "Calderón está haciendo un esfuerzo gigante por luchar contra elnarcotráfico, pero hasta ahora no ha tenido mayores éxitos", recalcó.
Lo que si podría hacer Perú es imitar la cooperación en materia de lucha contra el narcotráfico entre México y Colombia. Ambos países establecieron desde el 2001 un Grupo de Alto Nivel que coordina acciones de inteligencia, intercambia información, experiencias y sostiene cooperación en materia de justicia. El grupo realiza, además, mesas de Diálogo Político, Lucha Contra el Terrorismo, Prevención y Combate a la Delincuencia Organizada Transnacional, etc.
El gobierno peruano parece querer taparse los ojos sobre el nuevo poderío que está adquiriendo Sendero Luminoso y le echa la culpa de todo a un factor externo como son los carteles mexicanos. De que están presentes y de que hay que combatirlos con toda la fuerza, no hay duda, pero también es cierto que la estrategia anti narcoterrorista debe cambiar.
¿Se imagina que vengan policias mexicanos corruptos que enseñen a nuestros agentes las mañas para trabajar a la par con el gobierno y los capos de la droga internacional? El remedio podría resultar peor que la enfemedad.