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HOMBRE DE ARCILLA

Mamerto Sánchez
Hace con ella lo que desea, lo que su imaginación quiera representar, lo que sus manos se atrevan a moldear. La decisión que él tome, ella la aceptará con sumisión. Al no encontrar resistencia, Mamerto Sánchez la transforma constantemente en la más bella obra artística, despojándola de su aburrida e insípida forma, para desnudarla y convertirla en una hermosa escultura de arcilla.
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HOMBRE DE ARCILLA

El arte de Mamerto no es casualidad del destino, su habilidad está impregnada en sus genes, desde pequeño sabia que sería artesano como su papá y su abuelo. Eso le entusiasmaba tanto que a partir de los siete años ayudaba a su padre en el taller familiar a preparar la arcilla y a los 12 ya realizaba sus primeros trabajos en artesanía, diseñando vasos, jarras y platos para el hogar.

 

Cuando aprendió a dominar la exquisita plasticidad de la arcilla y descubrió la envolvente magia de los colores se atrevió a hacer innovaciones y figuras caprichosas. El tiempo no sólo le ofreció experiencia, sino que equiparó la destreza de sus manos con la creatividad que parecía desbordarse de su mente y prolongarse sin restricción en cada una de sus obras.

 

Toda genialidad tiene algo de hermetismo y, para no ser la excepción a la regla, Mamerto Sánchez explica de donde viene tanta belleza y simbología. "Mi abuelo Mamerto Francisco aprendió el arte de su maestro, un curandero que también hacía artesanía, pero que guardaba su secreto, no se lo decía a nadie. El curandero se iba de madrugada al cerro y daba ofrendas al Wamani, luego regresaba al otro día y había creado algo nuevo, pero no le decía a nadie cómo lo había hecho. Mi abuelo como era su ayudante y quería aprender, lo empezó a acompañar en las noches, de ahí viene nuestro arte, mi abuelo le enseñó a mi padre y él me enseño a mí", relata.

 

Entre sus originales creaciones destacan La Virgen de Cocharcas, La Sirena y El Pavo Real. Este último se interpuso entre el sueño y la vigilia y decidió no abandonar los pensamientos de Sánchez, si este no lo representaba físicamente. Mamerto, se vio sosteniendo entre sus manos un pavo real en el pozo negro del cerro Condorcunca, lugar de donde extrae la tierra de color para sus trabajos.

 

A fin de no discrepar con los oníricos pensamientos que le impulsaban a crear el animal, diseñó el pavo, pero mientras lo hacia, se cuestionaba constantemente, ¿para qué va a servir un pavo?. Finalmente, como un soplo divino, la respuesta se introdujo con la velocidad de un rayo en su cabeza: sería un candelabro. Ahora sí tendría utilidad aquel caprichoso pavo. El Pavo Real demostró que la intuición unida a la constancia tiene su recompensa, mereciendo ganar con esta pieza, en 1989, el Premio Nacional Inti Raymi  de Arte Popular.

 

A sus 66 años, Mamerto Sánchez continua trabajando como el primer día en que cogió la arcilla, con pasión, entusiasmo y amor. Empleando los mismos materiales que utilizó en su infancia. No se imagina haciendo sus piezas en moldes, como lo realizan la mayoría de los artesanos contemporáneos. Por eso hace cada una de sus obras con sus propias manos, a pesar que la ingratitud del tiempo lucha constantemente por arrebatarle el pulso... y lo hace pensar en la pintura industrial como una alternativa a sus pinturas naturales, que hecha a base de tierras de colores mezclados con agua es un sacrilegio.

 

El maestro Sánchez es un ser poco común, solo así podríamos catalogar a quien ama fervorosamente su trabajo. Le deprime pensar que debe alejarse de su taller aunque solo sea para obtener más material. "Cuando yo trabajo estoy alegre, cuando no trabajo estoy triste. Para el artista no existe nada imposible en esta vida", dice Mamerto, quien domina varios idiomas entre ellos el francés, ingles, español y quechua; y ha sido profesor de artesanía en su natal Quinua, donde tuvo que solventar con su propio peculio materiales para sus alumnos.

 

Actualmente, sus obras artísticas se venden en galerías de arte en la lejana Italia y en los Estados Unidos, y en exclusivas tiendas de artesanía de nuestra capital, donde Mamerto se ha abierto camino gracias a la excelencia y belleza de su arte. Su prolífica obra lo ha llevado a conocer diferentes países como Estados Unidos, Italia, Ecuador, Colombia, Chile, Venezuela, entre otros. Mamerto es pues, un emprendedor y artista peruano hoy universal.

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