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ALFONSO SULCA: MAESTRO DEL TELAR

Tejiendo más que sueños
Oriundo de un lugar donde los artesanos parecen estar reunidos por capricho divino, sus hermosos telares hechos a mano compiten con la belleza de la naturaleza y de ese eterno cielo azul que lo rodea allá en Santa Ana, pueblo ayacuchano convertido en cuna de la textilería mural.
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ALFONSO SULCA: MAESTRO DEL TELAR

La calma y tranquilidad que se aprecia en sus estrechas calles es una característica muy particular en el barrio artesanal de Santa Ana, un lugar donde todos sus pobladores parecen haber nacido con un talento artístico divino, bendecido quizá por una mano sagrada que los supervisa desde ese resplandeciente cielo azul con matices blancos y celestes que solo se aprecia en tierras ayacuchanas.

 

Una mano que tiene nombre y apellido, y cuya historia con los textiles murales empezó ocho décadas atrás, con don Ambrosio Sulca Pérez a la cabeza, "Gran Maestro de la Artesanía Peruana 1994", quien como hábil exponente de la artesanía y patriarca de la textilería ayacuchana, heredó a sus hijos sus inconfundibles dotes artísticas.

 

Pero, fue Alfonso Sulca Pérez, uno de sus diez herederos, quien no dudó en continuar con su tarea, aquella que empezó a realizar desde muy pequeño cuando decidió acompañar a su padre en esta "romántica aventura". Una aventura que llevó a reemplazar la principal actividad de los pobladores de la zona, cuyos tejedores trabajaron desde siempre la conocida frazadería ayacuchana, esa de la que hoy solo quedan recuerdos.

 

 

"La tradición textilera en Ayacucho viene de tiempos inmemoriales y nació con la textilería utilitaria para comercio y consumo local", afirma don Alfonso, a quien se le infla el pecho para contarnos que fue su padre quien empezó la revolución textilera al cambiar la temática tradicional utilitaria.

 

"Él se entregó de cuerpo y alma hasta revolucionarla y cambió el uso utilitario a algo más decorativo, empezó a pelear y a hacer ensayos por décadas, hasta que lo logró", nos dice con orgullo.

 

Tejedor de formación y de corazón, desde muy joven –cuando las necesidades lo requerían– se hizo cargo del taller de su padre, quien después de un largo proceso creativo a lo largo de varios años, emprendió el regreso a las técnicas tradicionales, en una especie de reencuentro con el prestigio ancestral de los tejidos peruanos, todo gracias a la tenacidad de un hombre que no dudó de las bondades de sus telares, bondades que le valieron para emprender el nacimiento de la llamada Escuela Sulca.

 

Por lo que, siguiendo con el rumbo marcado por su padre, con quien a muy temprana edad colaboró en la confección de una alfombra más grande para la tradicional Catedral de Ayacucho, don Alfonso continúa el trabajo de investigación que empezó su mentor en la técnica del teñido y en la recreación, sobre todo, de diseños prehispánicos, tarea en la que ahora está comprometida toda la familia.

 

CONSERVANDO LA TRADICIÓN

 

Y ahora don Alfonso, doña Elena y sus cuatro hijos, continúan trabajando por la senda trazada por "papá Ambrosio", para lo que se encuentran inmersos en la tarea de investigar profundamente en cómo utilizar las plantas aborígenes tintóreas nativas, para lo que se han visto en la obligación de visitar las punas –particularmente don Alfonso– para buscar y rescatar los vegetales que se habían dejado de usar.

 

 

Y es que como nos cuenta doña Elena, la técnica del teñido y el uso de los tintes ecológicos, requiere de algo más que trabajo y esmero. "Desde 1969 salimos al campo a buscar los colores tratando de utilizar hojas y tallos de diferentes regiones naturales. Todos los colores que puedes notar en los trabajos acabados o en los que se están confeccionando son los que hemos podido rescatar de plantas como el molle, chilca, aliso, retama, tancar o de la cochinilla; pero solo los procesamos una vez al año, porque requiere de un trabajo cuidadoso", afirma.

 

Convertido hoy en día en el pionero de su pueblo en cuanto a artes tradicionales se refiere, don Alfonso sostiene que seguirá estudiando y planteando nuevas formas, tal como le exige la modernidad, por lo que a partir de su esencia estética y con el impulso de su talento creativo y de sus milagrosas manos, seguirá tejiendo para continuar fortaleciendo la riqueza cultural del pueblo que lo vio nacer, su Ayacucho querido.

 

PARA EL MUNDO ENTERO

 

Un pueblo que hoy se ve enaltecido por la belleza de coloridos telares que han logrado cruzar nuestras fronteras y hoy se lucen en prestigiosas galerías del mundo de la mano del jefe del clan Sulca, cuyo nombre –a sus cerca de 65 años– es sinónimo de arte en Estados Unidos, Sudamérica y Europa. 

 

Por lo que no resulta para nada extraño que en países como Alemania sus trabajos sean los protagonistas de importantes exposiciones, como la "Tentoonstelling Exposition – Peruaanse Wandtapijten Tappiseries Peruviennes" que se realizó hace unos cuantos años en la importante Galería St. Hermes del país teutón.

 

Pero, después de muchos triunfos en su carrera artesanal y tras haber logrado que los tapices Sulca, tradicional muestra del arte ayacuchano, sean bien cotizados en varios mercados del exterior, todavía hay cosas que a don Alfonso le quitan el sueño.

 

LUCHANDO POR UN SUEÑO

 

Y es que a este hombre, poseedor de una magia y dote particular en sus manos, la creación de una Escuela Superior de Arte Popular y Artesanía se convertiría en el corolario propicio para recompensar tantos años de esfuerzo, además de ayudar –según sus propias palabras– a dejar de ver la artesanía como una actividad empírica.

 

Sobre todo, como él mismo dice, porque se trata de un sector que "crea nuevos puestos de trabajo sin costo alguno para el gobierno, genera divisas y nos convierte en difusores de nuestra cultura, de una identidad cultural que nos caracteriza desde siempre". 

 

Por ahora todas sus energías están encaminadas a que este sueño se cumpla, y confía en que así sea después que otro de sus principales sueños, la Ley del Artesano, también viera la luz hace tres años, por lo que cual buen pitoniso no duda en que esta nueva ilusión también se cumpla... Que así sea...
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