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REVISTA

OBAMA EN PAZ CON LATINOAMÉRICA

Resultados de la V Cumbre de las Américas
Presidente estadounidense hace alarde de su oratoria, explota su carisma y se gana el apoyo de sus colegas latinoamericanos con su defensa del multilateralismo, tan pisoteado en la era Bush.
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OBAMA EN PAZ CON LATINOAMÉRICA

Siempre he sido muy crítico respecto a la realización tan seguida de las cumbres presidenciales pues la mayoría de las veces ayudan poco, por no decir nada, a resolver los problemas sociales, económicos o políticos que aquejan una determinada región.

 

Lo que es peor, es que están tan alejadas de la percepción popular que muy pocos recuerdan sus resultados o compromisos. Reto a cualquiera que me diga alguna conclusión importante de las pasadas cumbres Iberoamericanas, o de Unasur, o de la CAN, o de la APEC. (Tómese su tiempo pero puedo asegurar en un 99.99% que no recordará ni una sola...)

 

Sin embargo, tampoco quiero pasar de fatalista o aguafiestas. Hay algunas excepciones como la pasada cumbre del G-20 celebrada en marzo en Londres en la que se acordó destinar un billón de dólares a los organismos multilaterales para enfrentar la crisis económica.

 

La medida, por su volumen y destino, es la mayor promesa de cooperación económica hecha en la historia de la humanidad y ello puede desembocar en un cambio total del sistema financiero internacional. Así que poquita cosa no es.

 

A nivel local culminó recientemente en Trinidad y Tobago la V Cumbre de las Américas que significó la presentación oficial del novísimo presidente estadounidense Barack Obama a sus colegas latinoamericanos. La cita ha dejado varias lecciones importantes que quisiera compartir.

 

1. HISTÓRICO PUNTO DE INFLEXIÓN

 

Por primera vez en casi 200 años de relaciones norte-sur, EE UU propuso una "alianza de iguales" en las que todos, sean pequeños o grandes –por geografía o economía– son importantes a la hora de ofrecer soluciones a los problemas del continente americano.

 

Según Obama, nunca más –y eso se espera– EE UU mirará con aires de superioridad a sus vecinos al sur del río Grande, ni le dictará las formas en que tiene que hacer las cosas. "The american way", como le dicen algunos.

 

En términos prácticos, el mandatario estadounidense ha enterrado la tristemente célebre "Doctrina Monroe", que garantizaba la intervención norteamericana en la región para defender sus intereses económicos si corrían peligro.

 

Las intenciones de Obama son importantes, pero aquí habría que concordar con unas declaraciones del presidente nicaragüense, Daniel Ortega, quien dijo que Obama es parte del sistema imperial norteamericano y que un solo hombre no basta para cambiar un modelo que lleva muchos años.

 

Obama enfrentará la resistencia de varios grupos de poder conservadores en Washington que no quieren perder sus privilegios y menos sus millones en aquellas "repúblicas bananeras" del sur.

 

2. ¿NACE LA DOCTRINA OBAMA?

 

El presidente estadounidense ha sido, sin dudas, el gran triunfador del encuentro pues encandiló a sus colegas latinoamericanos con su mensaje multilateralista, y como dijo el canciller peruano, José García Belaunde, por su "deseo de evitar la polarización".

 

Al líder de la Casa Blanca no le gusta que le endosen la autoría de una "Doctrina Obama" pero ello se ha hecho evidente en su viaje por tierras latinoamericanas. "EE UU es y seguirá siendo la potencia mundial, pero en la Tierra todos somos una nación", dijo.

 

"Tengo muchas ganas de escuchar y aprender ", agregó el mandatario norteamericano, quien de esta manera da un giro de 360 grados respecto a la forma de hacer política de su antecesor, George W. Bush, esquivo a las opiniones de terceros.

 

América Latina estaba acostumbrada a la "Doctrina Bush" que, bajo los principios de uniteralismo e intervencionismo, hacía énfasis a la defensa de la democracia y el libre comercio.

 

El modo de ver el mundo según la Casa Blanca de Bush, chocó con los regímenes izquierdistas de Hugo Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega, entre otros, que aplicaban políticas populistas y autoritarias de los setenta y que provocó una fractura entre EE UU y una buena parte América Latina.

 

Si Bush era incapaz de tender puentes de diálogo, Obama sí lo ha hecho. Bastó un apretón de manos, una sonrisa, eso que llaman "gestos cordiales", para que el mandatario norteamericano domara a Chávez, que pasó de ser un león a convertirse en un gatito falto de garras.

 

El venezolano, tan acostumbrado a las bravuconadas de barrio, a los insultos y al lenguaje visceral, se empequeñeció con el suave trato de Obama, quien resaltó la importancia de la cooperación entre EE UU y Venezuela sin importar las diferencias de opiniones.

 

De igual forma actuó con Evo Morales y Daniel Ortega a los que recordó que pese a los muchos errores de EE UU a lo largo de los años, no había que vivir "atados al pasado", en una jugada que canceló los intentos de los presidentes boliviano y nicaragüense de recordar el apoyo de Washington a las diferentes dictaduras en el siglo pasado.

 

Obama, hay que reconocerlo, quiere dejar atrás el discurso de la Guerra Fría que habla de una lucha entre la izquierda y la derecha, entre el capitalismo y el socialismo, para hablar de otras cosas como lucha contra la pobreza, el narcotráfico, la reforma inmigratoria y la educación.

 

Además, la guerra contra el terrorismo –punta de lanza de la era Bush– no fue mencionada en los discursos oficiales y menos el libre comercio. Así, la Cumbre de las Américas ha sufrido una metamorfosis, pues nació en 1994 con el objetivo de crear un Área de Libre Comercio continental.

 

Hoy ese objetivo ha sido desterrado debido a la crisis financiera internacional. EE UU no está en las condiciones de dar recetas de desarrollo cuando su economía se desmorona y trata de reinventar las bases del sistema capitalista.

 

América Latina enfrenta la debacle financiera global mejor que otras partes del mundo y por qué no, podría dar consejos a los economistas de Wall Street, con la venia de Obama que ve con agrado la fortaleza de la región. Como bien dice el presidente estadounidense, "es tiempo de romper los clásicos paradigmas y las vacas sagradas".

 

3. COQUETEO DIPLOMÁTICO CON CUBA

 

Justamente uno de esos "paradigmas" en la política exterior estadounidense ha sido el embargo contra Cuba, que lleva cuatro décadas sin lograr los cambios democráticos que necesita desesperadamente la isla.

 

Cuba fue el tema predominante en la Cumbre de las Américas, sin estar en la agenda oficial, y Obama se vio abrumado por los pedidos generales de líderes de varios países para levantar el bloqueo porque es "anacrónico" en pleno siglo XXI.

 

Hasta ahora, los distintos gobiernos estadounidenses han avalado una medida que demuestra el doble rasero de la política norteamericana que castiga a un país como Cuba cuyo mayor pecado fue abrazar –a la fuerza– el socialismo a 90 millas de Miami.

 

Si se castiga al régimen castrista por sus abusos, ¿por qué no habría de castigarse también a China? Beijing, al igual que La Habana, encarcela a los disidentes o los acribilla, calla a la prensa independiente, no permite elecciones libres, viven gobernados bajo la tutelas de sendos Partidos Comunistas, etc.

 

Sin embargo, EE UU no bloquea a China. Es más, recibe con honores de Estado a su presidente Hu Jintao las veces que llega a Washington y hace negocios jugosos y les vende bonos del tesoro a los bancos chinos.

 

En una visita reciente a Asia, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, dijo que las relaciones con China van "más allá" de los derechos humanos.  ¿Podría utilizar ese pragmatismo, motivado por los intereses económicos, para abordar el tema cubano?

 

Por lo pronto, Clinton manifestó en Trinidad y Tobago que la política estadounidense hacia Cuba "ha fracasado" y Obama habló de un "nuevo comienzo" en las relaciones con la isla y levantó algunas restricciones de viajes al país caribeño.

 

Respecto a levantar el bloqueo, algunos asesores de la Casa Blanca señalan que falta un largo camino por recorrer y que todo depende de los gestos que dé el gobierno de Raúl Castro, quien se ha mostrado dispuesto a conversar de todos los temas con Obama.

 

Este "coqueteo diplomático" es el mayor acercamiento entre EE UU y Cuba en varias décadas, por lo que los asesores de Obama no quieren desperdiciar la oportunidad de dar un vuelco a las relaciones.

 

Lo ideal sería que en la próxima Cumbre de las Américas esté presente Cuba, ya sin la presión del embargo, y con la obligación política y moral de dar pasos hacia su completa democratización.

 

Hoy solo es el turno de EE UU, que gracias a Obama hizo las paces con la región y permite retomar el sueño de una América unida, pero sin las cargas ideológicas que algunos –desubicados– pretenden imponer bajo el calificativo de "bolivariana".
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