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EL NACIMIENTO DE ELISANDRA MUJER

Eliana y Sandra, una dupla de éxito
Empezaron de a pocos pero seguras de la meta. Ni la sombra del fracaso, que meses atrás se había apoderado del negocio de una de sus hermanas, las desanimó. Bastó el esfuerzo y la osadía de una para que la otra dijera sí y juntas, como si el destino les hubiera deparado ese camino, han acumulado éxito tras éxito. Empezaron con prendas menos sofisticadas y hoy, diez años después, sus creaciones se lucen hasta en la pantalla chica.
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EL NACIMIENTO DE ELISANDRA MUJER

¿Se imagina desempleada (o) y sin un sol en los bolsillos? Mientras muchos hubiéramos optado por continuar tocando puertas con nuestra hoja de vida en manos para dejar de "patear latas", hay quienes decidieron darle vuelta a la página y tras contrariar al destino, hoy dirigen el rumbo de lo que, años después, se convertiría en el negocio de sus vidas.

 

Corría el año 1999 y en nuestro país se comenzaban a dar los primeros pasos para reponernos de una severa crisis económica. Con apenas 25 años a cuestas y habiendo presenciado el fracaso del negocio de una de sus hermanas mayores, donde ella trabajaba, Sandra Alfaro Zapana no lo pensó dos veces y decidió seguir el consejo de su mejor amiga, Betty, quien la animó a apostar por lo que le gustaba desde pequeña, desde que vivía en Moquegua y caía seducida ante las creaciones de su abuelita: el diseño de modas.

 

Se había quedado sin trabajo y para hacer frente al desempleo obedeció a Betty. Después de conseguir el capital que necesitaba, abrió su primera tienda en la Galería Guizado del Centro de Lima. Ahí se dio cuenta que el diseño y confección de vestidos y otras prendas femeninas eran lo suyo. Convenció a Eliana, su hermana menor, quien por ese entonces tenía 22 años, para que se uniera a su proyecto.

 

Desde ese entonces su marca, Elisandra Mujer, que nació de la unión de sus nombres, viste a muchas mujeres y continúan trabajando inspiradas en redescubrir la elegancia de la mujer peruana moderna. Diez años después, las hermanas Sandra y Eliana Alfaro Zapana saben que no se equivocaron al emprender el que, como bien lo saben, se ha convertido en el negocio de sus vidas.

 

"Cuando me quedé sin trabajo porque el negocio de mi hermana quebró, recurrí a una persona que confió en mí, le conté mi inquietud de iniciar un negocio sola y después de hacer mi proyecto, me prestó el dinero. No lo podía creer. Alquilé una tienda y fue todo un reto para mí porque en ese entonces no confeccionaba, solo compraba y vendía", recuerda Sandra.

 

LOS PRIMEROS PASOS

 

Aunque fue ella quien sin temor al fracaso decidió apostar por esa primera boutique, fue con la ayuda de Eliana, que encontró el impulso que necesitaba para arriesgarse a cosas mayores. ¿El secreto? Ambas reconocen que nada de lo que han logrado hasta hoy hubiera sido posible sin la presencia de la otra.

 

"En realidad desde la infancia siempre decíamos que íbamos a tener nuestra cadena de boutiques, que íbamos a hacer ropa bonita y a un buen precio para que pueda comprar la mayoría. Pero ella (Sandra) era la que conseguía las telas como sea, hasta rompía los polos de mi papá, y como yo era más chiquita, era su modelo y ensayaba en mí. Definitivamente heredó el talento de mi abuelita", sostiene Eliana entre risas.

 

A pesar que en un comienzo Eliana aceptó "apoyar" a Sandra por solo un mes, ahora que su marca es reconocida en el mercado de prendas de vestir, sin dudarlo ambas reconocen que el volverse socias fue la mejor decisión que tomaron.

 

"Cuando las cosas en la boutique me empezaron a salir bien, sentía que me faltaba alguien que me apoyara. Para ese entonces ella tenía otro trabajo, de otra naturaleza, así que le dije: 'Eli por qué no me ayudas, aunque sea un mes'. Pero mi intención era que le gustara y se quedara conmigo.

 

Cuando vi que las cosas funcionaban y la gente nos prefería, le dije para ser socias pero a medias para que se involucrara y quisiera el negocio tanto como yo. Y no me equivoqué porque estoy orgullosa de mi socia", afirma Sandra.

 

EMPIEZAN LOS CAMBIOS

 

Juntas decidieron mudarse de tienda y lograron que la ONG Mujer y Sociedad les diera su primer préstamo. Con 400 dólares en los bolsillos optaron por darle impulso a la decoración para atraer nuevas clientas. Y como su idea fue imitada por su competencia, decidieron marcar la diferencia con sus diseños.

 

Esta vez tampoco se equivocaron. El negocio siguió creciendo y un segundo préstamo fue necesario para atender nuevos pedidos. Vino un tercer crédito y las ganas de seguir creciendo se concretaron de a pocos.

 

"En ese entonces no había tanto apoyo para las Pymes como ahora, así que preferimos ser cautelosas con el endeudamiento, sobre todo porque ese dinero era del negocio y no de nosotras, así que solo tomábamos lo que nos pertenecía por trabajar", nos dice Eliana para luego afirmar que la receta de su éxito la resume en "empeño y trabajo para llegar a la meta".

 

MÁS TIENDAS, MÁS TRABAJO

 

Una meta que a la fecha las ha convertido en dueñas y señoras de nueve tiendas en diferentes partes de la capital (cuatro de ellas en el Centro de Lima, cuatro más en el emporio de Gamarra y una en el sólido Lima Norte, en el Centro Comercial Megaplaza de Los Olivos para ser más exactos) el testimonio de estas dos moqueguanas confirma, una vez más, que el Perú es una tierra de emprendedores.

 

"Plaza San Miguel siempre estuvo en nuestros planes, porque siempre hemos creído que si no estás en un centro comercial no existes. Si bien, Megaplaza ha sido la puerta de entrada y nuestra vitrina, vamos a parar este año para capitalizarnos y el 2010 veremos a dónde ir", nos dice Eliana, muy segura de sus planes y de lo que el futuro le depara a ella y a su hermana.

 

Atrás quedaron las "ideas locas" de separarse y el intento de estafa del que fueron víctimas el año pasado. Con nueve tiendas en su haber y un taller en el que dan trabajo a más de 30 personas; otros centros comerciales y el interior del país, Arequipa y el sólido norte para empezar, están entre sus planes a no muy largo plazo.

 

"En tres ocasiones hemos pensado en separarnos y llorábamos. Felizmente sabemos reconocer quién ha fallado y nos pedimos disculpas. La última vez que pensamos en separarnos fue hace tres años, pero hemos madurado y entendido que las cosas no funcionan sin la otra", señala Eliana.

 

MERCADO NACIONAL, LA PRIORIDAD

 

Y, contrario a lo que sucede con otras empresas, las mentoras de Elisandra Mujer, todavía no piensan en la exportación. Sin dudar, ambas afirman que debido a que todavía tienen mercado nacional por atender, cruzar la frontera nos les quita el sueño. Más aun cuando sus ventas han crecido como la espuma.

 

Solo en el 2008 lograron vender 15 mil prendas (entre vestidos largos y cortos, vestidos de novia y ropa casual), 30% más de lo que colocaron en el 2007, crecimiento similar al que esperan lograr este año, por lo que sus fuerzas continuarán concentradas en atender el mercado local.

 

"La exportación no nos quita el sueño por ahora, porque hay mercado nacional por atender, sobre todo en provincias. Además, tenemos que seguir mejorando nuestro producto, así que en unos años recién empezaremos a pensar en esa opción, por ahora nuestra prioridad son las mujeres peruanas", afirma Eliana.

 

Ahora, en medio de los preparativos para su participación como auspiciadores de un reality televisivo, se alistan para lo que se convierte en los meses de mayor trabajo para ellas y su equipo, la campaña de noviembre y diciembre, tiempo en el que contratan hasta a 10 personas más para atender sus crecientes pedidos, sobre todo de aquellas jovencitas de entre 16 y 17 años que esperan deslumbrar con impresionantes vestidos en sus fiestas de promoción.

 

Así que no se sorprenda si dentro de poco algunas figuras televisivas empiezan a lucir vistosos y elegantes vestidos o prendas casuales que lucen como distintivo el nombre de dos hermanas moqueguanas que llegaron a Lima con la intención de alcanzar el éxito... ¿Lo lograron? De eso no cabe duda, su historia así lo confirma...
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