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NACE NUEVO EJE DE LA DERECHA

En América Latina
Exitoso empresario Ricardo Matinelli, flamante presidente de Panamá, critica populismo y desafía péndulo ideológico izquierdista en la región. Con su victoria, se da paso a un nuevo eje de la derecha en Latinoamérica.
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NACE NUEVO EJE DE LA DERECHA

Hugo Chávez tiene motivos para estar preocupado. En los últimos días no solo ha perdido a un importante aliado en Centroamérica como era Manuel Zelaya, en Honduras, sino que ha visto el surgimiento de un nuevo régimen que, de tener éxito, podría poner en peligro su revolución bolivariana.

 

El pasado 1 de julio prestó juramento el nuevo presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, un exitoso empresario de 57 años, quien prometió utilizar su basta experiencia en el campo de los negocios para administrar el país llamado la "cintura de América".

 

En su discurso de investidura, Martinelli, un hombre que se considera "simple y directo", destacó que tanto él como el vicepresidente y canciller Juan Carlos Varela, son dos empresarios que han incursionado en la política "para cambiar la manera de hacer las cosas".

 

"Vamos a tomar nuestras experiencias en el sector privado y ponerlas a trabajar donde nunca se han visto en el gobierno", dijo el mandatario que se desmarca así de la mayoría de sus colegas latinoamericanos que son militares, revolucionarios o sindicalistas retirados o abogados de profesión.

 

Y lo que es más importante, es que la victoria de Martinelli va contra la corriente generalizada de triunfos de candidatos de izquierda en la región de los últimos años y que ya tiene importantes bastiones en Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, y recientemente, El Salvador.

 

Su victoria con más del 60% de los votos en las elecciones de mayo de este año fueron una bocanada de aire fresco para una derecha que tiene como sus máximos exponentes a los presidentes Álvaro Uribe, en Colombia, y Felipe Calderón, en México.

 

Ambos fueron sus invitados de honor en la ceremonia de juramentación y sonrieron, con cierta malicia y placer, cuando escucharon decir a Martinelli las siguientes palabras: "Este país va a ser líder de la libertad y la justicia, de la economía libre, desafiando el péndulo ideológico distinto que hay en América Latina".

 

No había que ser muy inteligente para darse cuenta de que era una declaratoria de guerra al socialismo del siglo XXI, ese esperpento ideológico de Chávez que es la extensión de la revolución bolivariana aplicada a los países andinos.

 

Desde que era candidato, Martinelli dejó muy en claro su oposición a los regímenes populistas porque son "malos2 y se la pasan "engañando a los pueblos" con medidas temporales que alivian la pobreza en el momento, pero que no la solucionan a largo plazo.

 

¿UNA TENDENCIA MUNDIAL?

 

En plena crisis económica internacional y cuando sectores radicales cuestionan la existencia misma del capitalismo, Martinelli cree que es fundamental la apertura de los mercados y el aumento de la inversión privada para disminuir los índices de desempleo y hambre.

 

Pero él no está solo. Ya en el viejo continente se está llegando a la misma conclusión. En las pasadas elecciones para el Parlamento Europeo, la izquierda sufrió un descalabro por su fracaso para frenar la recesión a través de medidas progresistas. La derecha, mientras tanto, se convirtió en la ganadora absoluta.

 

En nuestro continente, hace unos días el gobierno izquierdista de la presidenta argentina Cristina Fernández perdió las elecciones legislativas, y el Congreso quedó en manos de disidentes peronistas, de centro derecha.

 

Mientras tanto, las encuestas revelan una cómoda ventaja del centro derechista José Serra para suceder al popularísimo Lula en Brasil, y del empresario Sebastián Piñera, quien pondría fin a casi dos décadas de gobiernos de la Concertación en Chile.

 

Todo ello no hace más que confirmar, el inicio de una nueva "corriente libertaria", como la definiría Vargas Llosa, que puede suponer una amenaza para la sobre vivencia del chavismo en un futuro.

 

UN PAÍS EN PROBLEMAS

 

"El éxito de mi gobierno sería un mensaje para la América Latina y serviría para cambiar la región", dijo Martinelli, quien espera convertir a su país en el mejor lugar para hacer negocios del mundo.

 

Su tarea no será nada fácil pues Panamá, pese a ser el país que lideró el crecimiento económico en la región en el 2008 con el 9% de su PBI, enfrenta graves problemas socio-económicos.

 

La pobreza afecta al 30% de la población, el desempleo está en 5%, mientras el subempleo asciende al 12%. El gobierno del ex presidente Martín Torrijos aseguró que deja un "país en marcha", pero lo cierto es que organizaciones populares le han recriminado su fracaso en combatir la corrupción y la inseguridad.

 

A consideración de sus críticos, Torrijos no pudo con el desbarajuste del transporte público, y la inoperancia de los sistemas educativo y de salud. Uno de los momentos más negros de su presidencia fue el envenamiento masivo por la distribución de un medicamento contaminado en el Seguro Social y que dejó más de cien muertos.

 

Era el mejor ejemplo de que el derecho a la salud y una atención mínima y decente es letra muerta en Panamá. En el país centroamericano hay un déficit de médicos especializados en el sector público que ocasiona el retraso de operaciones quirúrgicas -que tienen un desenlace mortal- y ya son comunes las largas colas para conseguir una cita médica que demora meses.

 

Además, al ex presidente Torrijos se le achaca el hecho de que el país se haya convertido en un paraíso fiscal internacional para lavar activos del narcotráfico,  y el aumento de las pandillas -216 han sido identificadas-, que participan en crímenes y asaltos.

 

"Panamá es visto con respeto en el mundo. Hemos avanzado pero aun queda mucho por hacer. La tarea no será fácil", dijo Martinelli a los periodistas en el Palacio de las Garzas.

 

UN ESTADO COMPETITIVO

 

El plan del flamante presidente para sacar a su país del subdesarrollo es abrir las puertas a las inversiones extranjeras, profundizar la descentralización y desburocratizar el Estado para hacerlo más "competitivo".

 

También prevé complementar sus políticas económicas con las firmas de tratados de libre comercio con otros países del mundo y concretar el TLC con Estados Unidos, cuya ratificación está en manos del Congreso norteamericano.

 

Otras medidas de Martinelli son el aumento salarial a toda la fuerza pública para combatir la inseguridad, mejorar la pensión de los jubilados, facilitar becas, libros y útiles escolares gratis, y bajar el costo de la comida -sin controles de precios, ni subsidios-.

 

Para disminuir los índices de desempleo, el mandatario ha anunciado un ambicioso programa de construcción de viviendas populares, que busca retomar el "boom inmobiliario" que vivió el país entre el 2005 y el 2008. También está la construcción de un metro para acabar con el caótico transporte en la capital y cuya licitación empezará en los próximos días.

 

SIN MAÑA POLITICA

 

Algunos han advertido que la experiencia empresarial de Martinelli es una carta a su favor pero el poco conocimiento de la política puede convertirse en una desventaja. "En el equipo de Martinelli abundan las caras jóvenes, pero inexpertas en las artimañas políticas que son fundamentales para que funcione la compleja red de intereses existentes en la administración pública panameña", asegura el analista Edwin Cabrera.

 

Uno de esos intereses son los combativos sindicatos de la construcción, salud y educación que ejercerán una fuerte presión político-social para lograr beneficios inmediatos. De allí que se dice que la luna de miel de Martinelli con el pueblo será corta.

 

Ahora, el nuevo presidente puede hacer uso de sus experiencias previas en el manejo público para evitar futuras crisis internas.

 

En 1994 fue director de la Caja del Seguro Social, una de las instituciones que más requieren reformas. Durante su gestión extendió los horarios de consultas externas y urgencias en los diferentes policlínicos y estableció un programa intensivo de cirugías, lo que permitió poner al día la gran cantidad de procedimientos quirúrgicos pendientes.

 

Entre 1999 y el 2004 fue ministro del Canal de Panamá y uno de los artífices de su ampliación, una obra actualmente en marcha y que tendrá un costo de US$ 5,200 millones.

 

El canal, que supone la mayor fuente de dinero para el Estado, ha visto un recorte de sus ingresos debido a la crisis económica mundial y la disminución del comercio exterior. Su modernización es fundamental para el futuro del país.

 

ALIANZA CLAVE

 

En el ámbito internacional, Martinelli ha apostado por una alianza con Colombia y México para frenar la "amenaza del narcoterrorismo" y algunos ya creen que se trata de un nuevo eje para frenar la influencia de la ALBA.

 

Resulta interesante ver que Martinelli ha evitado condenar el golpe de Estado en Honduras, y gente de su entono dice que al presidente panameño no le gustó nada tener en su ceremonia de investidura a Zelaya, por quien siente "animadversión".

 

"Hay que respetar la democracia, pero este es un asunto interno de los hondureños. Estamos dispuestos a mediar en la crisis pero siempre en defensa de la no injerencia extranjera", señaló el nuevo canciller panameño Juan Carlos Varela.

 

Estados Unidos, mientras tanto, observa con agrado el surgimiento de alguien como Martinelli, quien gracias a sus cualidades personales puede convertirse en una figura de contrapeso para Chávez.

 

Con Álvaro Uribe de salida en Colombia, se necesita un interlocutor lo suficientemente valiente que se atreva a criticar al chavismo en la región, sin temores a una escalada militar. Panamá no comparte límites con Venezuela y eso ayuda mucho para no amedrentarse ante un despliegue militar en Caracas.

 

Falta todavía saber si Martinelli podrá con semejante responsabilidad. Del éxito de su gobierno depende el futuro de una región que ve el regreso de Panamá como centro geopolítico mundial.
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