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REVISTA

Benedicto XVI presenta "Caritas in veritate"

La encíclica más social del Papa
Jefe de la Iglesia Católica apela a la "solidaridad" y a "la lógica del don" en las relaciones mercantiles y en plena crisis financiera internacional.
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Benedicto XVI presenta 'Caritas in veritate'

El 2009 pasará a la historia como un año particularmente difícil. No solo por la aparición del virus de la gripe AH1N1, que ha infectado a miles de personas, sino también por el impacto de la crisis económica mundial, la peor desde el crash de 1929.

 

Millones de personas han perdido sus trabajos y hogares y empiezan a preguntarse las causas de esta desgracia y sus posibles culpables. ¿Es Estados Unidos el principal responsable de la recesión?, ¿será que el capitalismo mostró su verdadera naturaleza intrínsecamente mala al beneficiar a pocos y perjudicar a muchos?, o ¿será que todo es culpa de la globalización?

 

Unos exigen respuestas a expertos en materia económica de instituciones tan golpeadas como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, mientras otros prefieren las explicaciones de sus autoridades políticas y sus gobiernos nacionales.

 

Pero ni Lula, ni Obama, ni Sarkozy, ni siquiera respetables ganadores del premio Nobel de Economía como Joseph Stiglitz y Muhammad Yunus pueden dar una respuesta clara que convenza a aquellos que no tienen ni siquiera un pan para llevar a la mesa o una manta para abrigarse.

 

Es así que irrumpe la figura de Benedicto XVI, líder de la Iglesia Católica con más de 1,000 millones de seguidores, quien despojándose de su característico magisterio doctrinario y teológico intenta dar algunas respuestas en su tercera encíclica "Caritas in veritate" (Caridad en la verdad).

 

Un documento que retoma la preocupación social de la Iglesia, denuncia las "desigualdades clamorosas" que existen en la sociedad y afirma que la economía necesita de una "ética" para su correcto funcionamiento. 

 

PROGRESO SOSTENIDO

 

En la encíclica, el Pontífice aboga por un progreso sostenido, que respete la dignidad humana y que cumpla con los tradicionales principios de la ética social como la transparencia, la honestidad y la responsabilidad.

 

El Papa, en una velada crítica al pensamiento neoliberal impuesto tras el fin de la Guerra Fría, señala que la economía no elimina el papel de los Estados y tiene necesidad de "leyes justas" que no pueden ser garantizadas por el ámbito privado. Así, el Pontífice exige que las "finanzas, después de su mal uso, que han dañado la economía real", regresen a ser un instrumento orientado al desarrollo.

 

Benedicto XVI pide también una urgente reforma de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de la arquitectura económica y financiera internacional y habla por primera vez de una autoridad mundial que lidere el cambio.

 

"Para gobernar la economía mundial, para sanear las economías afectadas por la crisis, para prevenir su empeoramiento y mayores desequilibrios consiguientes, para lograr un oportuno desarme integral, la seguridad alimentaria y la paz, urge la presencia una verdadera autoridad política mundial", escribe el Papa en su encíclica.

 

"Esa autoridad deberá estar regulada por el derecho, atenerse de manera concreta a los principios de subsidiariedad y solidaridad, y estar ordenada a la realización del bien común", afirma el texto, de 136 páginas en su versión en castellano.

 

En el texto doctrinal, Benedicto XVI reconoce que se necesita "un grado superior de ordenamiento internacional de tipo subsidiario para el gobierno de la globalización", para que finalmente se logre "un orden social conforme al orden moral".

 

También trata el tema del medio ambiente y afirma que las sociedades tecnológicamente avanzadas "pueden y deben disminuir" sus propias necesidades energéticas y deben avanzar la investigación sobre energía alternativas.

 

ÉTICA UNIVERSAL

 

Pese a las críticas de sectores laicos en occidente, Benedicto XVI está convencido que el papado se ha convertido en este principio de milenio en una institución universal, con una gran autoridad moral al servicio de la ética de la sociedad global.

 

Para quien ha leído "Caritas in veritate" queda claro que el Papa busca encontrar un equilibrio entre el mercado y la solidaridad, entre el liberalismo y la interdependencia. En sus palabras, no se debe globalizar solo los mercados, sino también los valores para dar paso a un progreso moral.

 

La encíclica tiene en cuenta dos criterios fundamentales, la justicia y el bien común, y aunque el documento no tiene como objetivo ofrecer soluciones técnicas, porque no le compete a la Iglesia, sí recuerda que debe haber una renovación cultural y moral para lograr el desarrollo de manera global.

 

El Papa ve con preocupación como la cultura de la desregularización generalizada en todos los aspectos -sociales, económicos y políticos- está dañando a la familia, núcleo de la sociedad, y produciendo un deterioro humano y social.

 

Lo que es peor es que la progresiva mercantilización de los intercambios sociales provoca dos graves fenómenos que afectan a las raíces culturales de los pueblos: el relativismo cultural y el desprecio de la propia cultura. La globalización, entonces, se está convirtiendo en el asesino de nuestra propia identidad.

 

¿TIENEN UN IMPACTO REAL?

 

Mucho se ha escrito sobre la conveniencia de que un Papa escriba sobre temas económicos o sociales y su verdadero impacto en tiempos como en el que vivimos. Sus defensores señalan que es importante que alguien motive nuestra capacidad de reflexión, independientemente si somos o no cristianos, y que impulse en nosotros el deseo de vivir y construir un mundo más justo y solidario.

 

El siglo XXI se inicia ante nosotros con una serie de disparidades sociales hirientes e indignantes y que puede compararse con los efectos que tuvo la Revolución Industrial. Hoy, por cierto, vivimos una Revolución Tecnológica.

 

Un antecedente importante, para medir el impacto y la importancia que pueden llegar a tener las encíclicas, está en "Rerum Novarum", escrita por León XIII y que dio inicio a la doctrina social de la Iglesia.

 

En el documento de 1891, el Papa advertía sobre las condiciones inhumanas de trabajo de la clase obrera y defendió la justicia y los derechos laborales mínimos indispensables para respetar su dignidad.

 

Otra encíclica importante fue "Populorum progressio" (1967) en el que Pablo VI afirmó que solamente con el desarrollo social de los pueblos se puede alcanzar la paz.  

 

Ambos, sin duda, han sido fuentes de inspiración para "Caritas in veritate" pero aún es muy pronto para saber si tendrán el mismo impacto o buena receptividad en los líderes mundiales que son, al fin de cuentas, los únicos capaces de propiciar cambios en el sistema económico mundial.

 

Sus críticos auguran que la encíclica de Benedicto XVI no aporta nada nuevo que destrabe el inmovilismo doctrinal en el que se encuentra el debate socio político debido a la crisis económica.

 

Por el contrario, "Caritas in veritate" defiende los conceptos católicos de la verdad, y excluye otros puntos de vista tan importantes en un diálogo intelectual, y se enreda en una lógica eclesiástica cuando presenta las muertes por hambre y los controles de natalidad como dos caras de la misma inmoralidad.

 

Para el Süddeutsche Zeitung, de Munich, la encíclica tan esperada del Papa alemán "no hace un llamado emotivo a la humanidad, ni se vislumbra como una señal profética que marque una nueva era más justa".

 

Quizá el objetivo final del Papa no sea provocar un punto de quiebre en el debate ideológico, sino más bien darle "alma" a un mercado que por su excesiva libertad perdió la confianza del hombre, a quien se debe.

 

La solidaridad, la honestidad, y la responsabilidad no deben ser olvidadas nunca. Ese sería el mensaje final.

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