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REVISTA

LOS 200 DÍAS DE OBAMA

Éxitos y fracasos del presidente de EE UU
Millones de norteamericanos empiezan a despertar del mágico sueño que supuso la llegada de un hombre negro a la Casa Blanca y chocan con una realidad en donde todavía existe guerra y desempleo.
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LOS 200 DÍAS DE OBAMA

Cuando Obama cumplió sus primeros 100 días en la Casa Blanca me negué a escribir un artículo sobre sus logros o sus fracasos pues comprendía que poco más de tres meses era un tiempo insignificante para sacar cuentas sobre su desempeño en la presidencia.

 

Su ascenso al poder estaba todavía muy vivo en la memoria de la gente y todo lo que hacía o decía era aclamado por las multitudes que veían a este afro americano más como a un héroe invencible, perfecto, que como a un político, con defectos y virtudes.

 

Recientemente, Obama ha cumplido 200 días, más de medio año en la presidencia, y su buena estrella parece haber terminado. Su popularidad ha descendido vertiginosamente y se ubica en 50%, frente al 65% que tenía en enero. Mientras, su desaprobación saltó al 42%, quince puntos más que a principios de año.

 

Al parecer, el beneficio de la duda que generaba en algún sector importante de la población  ha terminado y empieza a formarse una masa crítica a sus políticas -entre ellos yo-, sobre todo en materias económica y diplomática.  Aquí expongo solo algunos cambios, para bien o para mal, que ha dejado hasta ahora la administración Obama.

 

UN LIDERAZGO DIFERENTE

 

Lo he mencionado antes y lo vuelvo a repetir: Después de John F. Kennedy no ha habido otro mejor orador en la política estadounidense que Obama. Sus discursos en la campaña conmovieron a millones, tocaron las fibras más profundas del americano común y de la gente alrededor del mundo e hicieron creer que una nueva era se había iniciado.

 

Obama dejó atrás la consigna sectaria de Bush "del conmigo o contra mí" y habló de diálogo y cooperación con los oponentes políticos y se convirtió en el líder de la nación.

 

Sin embargo, estos meses ha tenido poco éxito en la jefatura de su propio partido, el Demócrata, en el que los intereses económicos y electorales han frenado la puesta en marcha de reformas trascendentales como la sanitaria e inmigración.

 

Obama podría aprender de la experiencia de Ronald Reagan, quien tuvo éxito en el liderazgo de su país y de su partido, el Republicano, y que dio como resultado la reforma fiscal de 1982 que aprobó el Congreso, que generó la prosperidad económica de los siguientes 20 años.

 

SOFT POWER

 

Desde un comienzo el objetivo de Obama fue recuperar la credibilidad y el liderazgo de EE UU a nivel mundial. Para ello dejó claro que su política exterior estaría basada en la defensa de los intereses nacionales y no en una fanática ideologización de la diplomacia como hizo George W. Bush.

 

En sus primeros meses, el presidente de EE UU anunció el retiro de las tropas de Iraq, reforzó la presencia militar en Afganistán y tendió la mano a los musulmanes y adversarios como Irán, Cuba y Venezuela. Todas, medidas aplaudidas por la comunidad internacional, pero que no han dado los resultados esperados.

 

En el caso iraquí, el repliegue de las tropas ha dado paso a un incremento de la violencia terrorista y el gobierno de Bagdad empieza a preguntarse si no fue muy apresurado dar a conocer el calendario de salida para fines del 2011.

 

En Afganistán, el aumento de las tropas no ha podido replegar la ofensiva de los talibanes que, pese a las bombas de decenas de aviones F16, se atreven ahora a salir del sur del país para incursionar en las pacíficas regiones del centro y occidente.

 

Un informe del Pentágono ha revelado que los ataques de los extremistas se han vuelto más sofisticados y que combinan bombas artesanales con emboscadas de pequeños grupos muy bien armados.

 

De continuar esta situación, no se descarta que los talibanes puedan tomar de nuevo Kabul, capital y centro político del país que había sido recuperada en el 2002, y que pondría en jaque toda la guerra contra el terrorismo en el sur de Asia.

 

Obama, ha enviado 22 mil efectivos más -de un total de 68 mil- pero los expertos militares creen que es insuficiente, por lo que se hace urgente que los aliados europeos de la OTAN refuercen el contingente internacional con más soldados, frescos y bien pertrechados.

 

El mandatario estadounidense, pese a haber realizado dos giras por Europa, no ha obtenido la ayuda suficiente de sus socios, que temen ser víctimas de la venganza islamista de Al Qaeda en sus propios territorios como ya pasó en Madrid y Londres.

 

Los intereses de Bruselas son muy diferentes a los de Washington, parece recién entender el mandatario estadounidense.

 

MUCHAS PALABRAS, POCOS GESTOS

 

En el mundo musulmán, mientras tanto, observan con escepticismo la bandera blanca que Obama alzó en su visita por Medio Oriente hace unos meses y creen que hay mucho por hacer... y deshacer.

 

Washington no ha anunciado el desmantelamiento de sus bases militares que resguardan los pozos petroleros en el golfo Pérsico y que causa molestia en el mundo musulmán de la calle.

 

Obama también mantiene su apoyo a regímenes despóticos -como la familia Mubarak en Egipto o la casa de Saud en Arabia Saudita- cuyo pasatiempo favorito es masacrar a la oposición. El presidente, tal como sus predecesores, prefiere mantenerlos en el poder a dejar que la democracia les de la oportunidad de oro a los movimientos islamistas.

 

Tampoco agrada al mundo musulmán que EE UU mantenga esa alianza incondicional con Israel, y que evada la responsabilidad de gestar un Estado palestino "viable".

 

Obama sí ha logrado, por lo menos, ganarse unos puntos a favor con la presión al gobierno israelí para que deje de construir más asentamientos judíos en Jerusalén y con el anuncio del cierre de la prisión de Guantánamo. Sin embargo, estos gestos son pocos para un mundo musulmán acostumbrado a la bota militar yanqui.

 

Sobre el tema iraní, la administración Obama han mandado sendos mensajes a Teherán para dialogar sobre su polémico programa nuclear pero el presidente Mahmoud Ahmadineyad se resiste a negociar.

 

En Washington comienzan a preguntarse si el presidente no ha sido demasiado ingenuo al creer que un psicópata como el mandatario iraní puede renunciar a tener la bomba atómica y  poner en peligro la seguridad de EE UU y de Israel.

 

Tiendo a pensar que Obama quiere dejar constancia ante el mundo de que dio todas las posibilidades a la diplomacia y que tras un tiempo prudencial - ¿un año? - pueda empezar a barajar la carta militar.

 

DIFÍCIL VECINDAD

 

Con América Latina, Obama ha logrado un acercamiento prudencial que va más allá del aspecto comercial -como lo hizo Bush- y que busca una  mayor cooperación en temas como la lucha contra el narcotráfico y la pobreza, sin el lastre ideológico.

 

La pasada cumbre de las Américas hizo pensar en una reconciliación, pero en las últimas semanas el golpe de Estado en Honduras hizo reavivar viejas rencillas. El bloque izquierdista del ALBA, con Chávez a la cabeza, insiste en que Washington estuvo detrás de la salida de Zelaya y llama a luchar contra el imperio.

 

Obama lo ha desmentido, pero sus palabras no han sido escuchadas por los estridentes gritos de indignación que ha desatado en América del Sur la posible instalación de bases militares norteamericanas en Colombia.

 

El acuerdo sólo ha sido apoyado por Perú, mientras los demás países han dicho que es una amenaza para la estabilidad de la región al punto de que Chávez ve "vientos de guerra" en el horizonte.

 

El presidente Lula dijo en la reciente cumbre de la Unasur que es necesario una reunión entre los gobernantes sudamericanos y Obama, pero es poco probable que el mandatario estadounidense acepte la cita.

 

América Latina, no es está entre las prioridades del gobierno demócrata auque nos cueste creerlo. Obama tiene que lidiar con una grave crisis económica en su país, la guerra contra el terrorismo, y para colmo de males, la propagación de la gripe AH1N1.

 

LA GRIS REALIDAD

 

Ya ha pasado medio año y los indicadores económicos avanzan a paso de tortuga pese al programa de rescate financiero de US$ 750 mil millones. Todavía se pierden millones de trabajo, los bancos están en una situación delicada y el sector inmobiliario -uno de los ejes de la economía norteamericana- no da señales de una pronta recuperación.

 

A mí entender, creo que lo más importante que ha ocurrido en estos 200 días es que Obama ha pasado a ser de un personaje altamente mediático y popular a ser un presidente "más" de EE UU al que se le juzga por sus obras y no por factores tan superficiales como el color de su piel.

 

Su carisma y juventud ya no convencen del todo a una población estadounidense ávida de mayores y mejores empleos, dignos de una potencia mundial, y a una comunidad internacional que creyó ingenuamente que él podría renunciar al tono paternal y militar común en el imperio estadounidense.

 

En realidad, Obama nunca dijo que lo haría. Solo que recién despertamos de ese sueño y damos paso a la gris realidad.
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