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MIGUEL ÁNGEL VELIT

Retrato de un artista
Miguel Ángel Velit es uno de los artistas peruanos contemporáneos más reconocidos. Su escultura "Dirigiendo el tablero de la creatividad" ganó el premio más importante de la plástica nacional.
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MIGUEL ÁNGEL VELIT

El material más intimidante: el metal; puede adquirir las formas más diversas bajo las manos creadoras de Miguel Ángel Velit. Su nombre presagiaba un vinculo implícito por con el arte. Desde muy pequeño, se envolvió en los desconcertantes e interminables brazos de la creación de esculturas.

Su pasión por los dibujos y la sugerencia de su madre para que asistiera al taller del artista italiano Bruno Campagnola, desencadenarían en él la pasión y el amor por los fierros.

La diferencia de edad era abismal, Miguel Ángel contaba 13 primaveras y su maestro 85 años de existencia. Sin embargo, lo que podría parecer un obstáculo generacional, fue el manantial de conocimiento inesperado para Miguel Ángel. Este periodo, donde las mañanas de surf fueron reemplazadas por las largas horas dentro del taller de su maestro, fue la etapa más importante para su formación artística.

LA FORMACIÓN DE UN ARTISTA

De esta manera Miguel Ángel iniciaría su recorrido artístico a muy tierna edad. Posteriormente ingresaría a estudiar Arte, en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Luego se enrumbaría a Argentina, donde estudiaría seis años en la Facultad de Bellas Artes de La Plata; trabando amistad con un singular profesor de música clásica: Charly García.

“En Argentina aprendí a convivir en un medio altamente competitivo. Había muchos artistas, muchas obras de calidad, pero también muchos estímulos. Logré ocho premios en un año, pero me presenté a muchos más. Muchas veces me rechazaban, otras me seleccionaban y a veces ganaba”, así recuerda Velit su estancia en tierras gauchas.

Posteriormente viajaría por diversos países del mundo, conociendo Alemania, Hungría, Estados Unidos, China, Rusia y casi la totalidad de América Latina, solo por mencionar algunos de los países donde su obra esta presente.

Sin embargo, nadie es profeta en su tierra, mientras que en otras naciones conquistaba premios y sus obras obtenían reconocimiento, vendiéndose con facilidad; en el Perú, Miguel Ángel debía hacer taxi a fin de costearse la vida y ganarse un tiempo libre para dedicarse a realizar esculturas.

Un día, le llegó la feliz noticia: había ganado la beca “Presidente, Vermont Studio Center (2001)”. Sin pensarlo mucho se enrumbó a Nueva York, ampliando más sus conocimientos y destreza con los metales.

Su estancia en Estados Unidos se vio interrumpida por una citación del gobierno chino, que lo convocaba para que participe en una exposición internacional de esculturas gigantes.

En China, Velit realizaría una escultura de cinco metros. Posteriormente, sería emplazado a visitar China para realizar un parque escultórico, construyendo una de sus mayores obras “Yellow House”, escultura móvil de más de 15 metros de altura que representa la etapa lúdica de la relación niño-entorno.

ARTE EN EL PERÚ

Terminado el proyecto y con una solida experiencia Velit regresaría a Perú con el propósito de hacer un parque de esculturas. “Sentía que debía hacer algo en mi país”. explica el artista.

Teniendo en su hoja de vida, haber desarrollado tres parques de esculturas: dos en China y uno en Estados Unidos; consideró que debía dejar rastros de su presencia en el Perú.

“Hablé con algunos amigos y les planteé la idea. El parque original era un arenal colmado de desperdicios en medio de los edificios barranquinos. La consigna era realizar un aporte a la escultura moderna, en un espacio moderno. En un principio los vecinos se oponían, no querían. Cuando el parque estaba listo, se negaron a aceptar que se colocaran escultura, querían piezas griegas”, recuerda entre risas Velit.

Un día a las cinco de las mañana en un impulso de desafío y seguridad, Miguel Ángel trajo su escultura “Blue House” y la impuso en el parque, indicándole al policía que custodiaba el lugar que bajo ningún motivo permitiera que la sacaran.

Grande fue la sorpresa de los vecinos cuando amaneció. Una atípica casa azul colmada de engranajes y demás piezas de metal adornaba el parque. Esta simbólica pieza desvaneció toda resistencia a la idea del parque temático. Sin embargo, así como vino de improviso, la “Casita Azul” se fue. Miguel Ángel se la había llevado para darle un retoque de pintura.

Los vecinos protestaron por la pérdida de su preciada escultura. Reclamando y denunciando el robo de su “Casita Azul” unos días después, la escultura asomó embellecida y renovada para no moverse nunca más del parque.

A LA CONQUISTA DE UN SUEÑO

Si la inconstancia fuese un rasgo que definiera a Miguel Ángel, probablemente no sería artista, no hubiera logrado salir del capullo del anonimato y finalmente no hubiese obtenido ese ansiado premio al que postuló con entusiasmo por sexta vez.

A su retorno a Perú, con la experiencia acumulada y con un acopio de innumerables premios internacionales, obtuvo el Primer Premio Adquisición del Instituto Cultural Peruano Norteamericano ICPNA dotado de cinco mil dólares americanos por la obra “Dirigiendo el tablero de la creatividad”.

Ganar este premio, el más importante en la plástica nacional fue siempre el sueño de Velit; era un compromiso que se había autoimpuesto, una guerra abierta contra el olvido en que lo relegaba su país.

Para participar, presentó tres esculturas grandes en un espacio de dos metros cuadrados. Fueron 39 los artistas que participaron y 72 las esculturas que entraron en batalla.

EL MUNDO DE UN ARTISTA

La relación de Miguel Ángel con los metales es de respeto hacia la fuerzas del fierro, admiración a su rudeza, amor a su belleza y sorpresa ante la elasticidad que puede mostrar el metal, si se lo trabaja con paciencia y dedicación.

A Velit, le interesa que se vea la fuerza del fierro, su rudeza, su tosquedad, pero a la vez su belleza, su elasticidad a punta de fuego, su delicadeza frente al yunque y el martillo. Su maleabilidad frente a la soldadura.

En sus esculturas podemos apreciar herraduras de caballo, amortiguadores de motocicletas, tuercas, pernos, varillas de construcción, en fin, toda una infinita posibilidad de material de fierro, ofreciendo una atípica riqueza visual a su trabajo.

Sus obras de arte se inician en la chatarrería o lugares de reciclaje de metal. Ahí Miguel bucea entre la infinidad de metales para escoger lo que a su parecer merecen ser órganos imprescindibles de ese solido cuerpo que son sus esculturas.

Después de seleccionada la pieza, las corta, les da forma, luego las arena sacándole todo el oxido; posteriormente, soplete en mano da rienda suelta a su fantasía, uniendo pieza a pieza lo que será la materialización de su imaginación. Finalmente, pinta la escultura con pintura epóxica, asegurándole un largo periodo de vida a su creación.

Este imprescindible artista, exhibe actualmente sus esculturas en las afueras de El Museo de la Electricidad de Barranco, haciendo salvedad de que le gusta que sus obras “se muestren en la calle para que todos las aprecien”.

OTROS DATOS

Pagina web del autor:
www.miguelangelvelit.com

Entrevista
http://www.youtube.com/watch?v=p7vDMvSMEII&feature=related

Entrevista en inglés
http://www.youtube.com/watch?v=lFKjwHEB5tg

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