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REVISTA

FÉLIX ESPINOZA

Una vida de arte
A pesar de no contar con sus manos, nada impidió a Félix Espinoza convertirse en lo que soñó desde niño: ser un gran artista.
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FÉLIX ESPINOZA

Un gran crítico de arte, le dijo alguna vez: a mí no me interesa si usted pinta con el ojo, la nariz, el codo o con el pie. A mí, me importa el resultado. Y sus obras son geniales, y el mérito es doble, por la forma en que lo realiza.

Se levanta, se peina, se afeita, se viste; si el tiempo es el adecuado, va a la playa y nada durante algunas horas, regresa a su casa en Punta Hermosa, se sumerge en su taller y empieza el trabajo que más le apasiona: pintar.

No solo pinta. También talla madera, realiza trabajos de serigrafía, litografía, elabora cuadros con una técnica propia que consiste en espolvorear arena de colores sobre una madera untada en goma.

Nada en Félix Espinoza Vargas es atípico, a no ser, su constante buen sentido del humor, su extrema amabilidad y un pequeño detalle: no posee ambas manos y carece de una pierna.

Agenesia, se llama la enfermedad que padece Félix desde su nacimiento. No posee las características físicas de una persona normal, pero esta carencia potencializó su sensibilidad artística, su amor a la vida e hicieron de él una persona con una constancia capaz de derrumbar todo impedimento.

ENFRENTÁNDOSE A LA VIDA

Desde niño, supo que no podía dejarse vencer por la desidia, el desgano o la vergüenza. Fue adoptado por una alemana, quien convenció a Félix que era tan normal como las demás personas, pero que eso sí, debía esforzarse más que otros para conseguir lo que deseaba.

Así lo entendió y así lo hizo. Desde los cuatro años, supo que sería artista, le apasionaban los  colores. Quizás, utilizando la grandeza de la imaginación; se desplazó sin temor en sus oníricos pensamientos, cogiendo con sus ficticias manos el pincel de la experiencia, los colores de la esperanza y plasmando sus pensamientos sobre el blanco lienzo de la vida. Solo se imaginaba como lo que sería: un gran artista.

“No tengo los brazos y una pierna desde nacimiento, quizás por eso se me hizo más fácil adaptarme a mi realidad. Muchos mormones y evangélicos me dicen: señor usted sabe que Dios le puede poner manos y pierna. Yo le respondo: Si Dios me pone manos, me volvería inútil, no sabría qué hacer con diez dedos”.

Nunca supo que sería de su vida si hubiera tenido manos. Pero siempre estuvo seguro, que con dedicación y mucho trabajo lograría realizar obras de arte dignas de ser admiradas, exhibidas y elogiadas. Pero los prejuicios imperan y la razón muchas veces nos desvía por caminos poco razonables.

FORMACIÓN DE UN ARTISTA

Félix ingreso a estudiar arte en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Sus compañeros de salón, creyeron que era un alumno visitante o que se trataba de un curioso más. Sin embargo, con el paso del tiempo vieron en él un ejemplo a seguir.

Severidad, eso fue lo que exigió Félix a sus profesores de la universidad. “Yo no quiero que me tengan lástima, quiero que me traten tan igual como mis compañeros y si es posible sean más severos al criticar mi trabajo, yo necesito esforzarme más que ellos”.

Culminó la carrera de arte y jamás desaprobó un solo curso, posteriormente estudió en Inglaterra y Estados Unidos y México. Sin embargo, cuando se fue a recibir un curso de litografía a Cuba, el profesor que lo dictaba lo miró y sorprendido le increpó: “Usted qué hace acá, por favor retírese”. Félix sin temor y acostumbrado a la sorpresa de las personas que solo se imaginan a un artista con destreza en las manos, le respondió estoicamente: Revise su lista, mi nombre es Félix Espinoza Vargas.

Efectivamente, su nombre figuraba como seleccionado para ese taller. El profesor no pudo hacer más que aceptarlo. Cuando finalizó el taller y los 70 participantes expusieron sus obras, la de Félix destacó sobre las demás, había desnudado en la piedra la mayor cantidad de tonalidades de grises, convirtiéndose en el ganador indiscutible del curso. En la actualidad su profesor y Félix son grandes amigos, y sus compañeros seguidores de su arte.

Pero si de pruebas se trata, quizás la más dolorosa fue aprender a tallar. Tallar como si de un pájaro carpintero se tratase, con el formón entre los labios. Fue tan doloroso como si se estuviera esculpiendo el mismo su rostro.

Cada golpe hacia la madera, era equivalente a una dolorosa cincelada sobre sus labios, cada punzada para darle forma a ese imperfecto tronco era un porrazo sobre sus dientes, cada hebra desprendida de la madera apaleaba su pupila, penetraba en su nariz y hacia eterna y tortuosa la faena.

Literalmente, aprender a tallar le costó sangre, sudor y lágrimas. El resultado final: labios destrozados, boca llagada, un diente menos, y varias semanas donde el único alimento fue la sopa. Pero Félix había doblegado la dureza de la madera. Después de esto, nada lo detuvo.

Félix es consciente que el secreto de su éxito es su constancia, desde pequeño supo que tenía algunas desventajas físicas y una superioridad espiritual. Se impuso el riguroso método de trabajar un mínimo de ocho horas diarias, sin importar los domingos y feriados.

Esta constancia han hecho que Félix gane ocho premios artísticos y que haya realizado más de 100 exposiciones en todo el mundo, en países tan diversos como España, México, Estados Unidos, Rusia, Alemania, Inglaterra, entre otros.

Expuso en el museo del dibujo de Alemania, donde sus obras se mezclaron con los dibujos de Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Picasso, entre otros. En julio, la embajada peruana de Rumania, lo invito a exponer en una galería muy importante que se llama “Casa del Pueblo”.

Hace dos años se celebró los 50 años de los artistas que pintan con la boca y con el pie, fueron invitados 400 artistas de todo el mundo, en representación de nuestro país fue Félix Espinoza.

Félix Espinoza integra desde hace 15 años la Asociación de Artistas Pintores con la Boca y con el Pie (AAPBP), con sede en Suiza, y que trabaja con editores de más de 40 países para poder realizar las reproducciones de las obras y comercializarlas en forma de impresiones artísticas, postales y calendarios. Asimismo, la Asociación, otorga becas para que los artistas se dediquen íntegramente al ejercicio de la creación artística.

El director de la AAPBP en Perú, Carlos Navarro, ha señalado que Félix Espinoza es el artista peruano más destacado, su trayectoria es bien reconocida en el mundo entero, siendo seleccionado todos los años para que sus pinturas formen parte de los calendarios que editan.

Asimismo Carlos Navarro, ha señalado que AAPBP, busca personas con discapacidad que estén interesadas en dedicarse al arte. Ellos les proporcionan materiales y los capacitan, si tiene las cualidades son seleccionados e ingresan a la Asociación, gozando de muchos beneficios, entre ellos la de tener una subvención que en un inicio podría ser de 500 dólares mensuales.

La vida de Félix es sinónimo de constancia, valentía, y dedicación, después de conocer a esta gran persona una interrogante se instala en mi pensamiento: ¿Qué haría yo en su lugar?

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