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PAPA BUSCA LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

Realiza gestos hacia los anglicanos
Pontífice ofrece a tradicionalistas anglicanos integrarse a la Iglesia Católica, incluidos sacerdotes casados.
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PAPA BUSCA LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

Benedicto XVI disfruta del ajedrez. Es un apasionado del juego de mesa más famoso del mundo y en alguna ocasión dijo que le enseñó la importancia de establecer una estrategia en su vida y ganar ciertas batallas.

Esta vez aplicó los que sus varios años de juego le enseñaron y llevó a cabo una jugada maestra que puede considerarse un jaque mate “divino”: Invitó a los anglicanos a integrarse a la Iglesia Católica Romana sin renunciar a sus tradiciones.

La oferta, junto al reciente anuncio del inicio de conversaciones con el grupo ultra conservador de los lefevrianos, acerca al Papa a su gran objetivo de lograr la unidad de los cristianos como prometió en el 2006 cuando sucedió a Juan Pablo II.

“Alimentados y sostenidos por la eucaristía, los católicos no podemos no sentirnos estimulados a buscar la plena unidad que Cristo ha auspiciado ardientemente en el cenáculo. Esa es su ambición, ese es mi deseo”, dijo en uno de sus primeros discursos ante la Curia vaticana.

Y ese deseo ha llegado de la mano de una Constitución Apostólica (norma de máximo rango) que ha aprobado el Papa y que contempla la concesión de una prelatura personal para los anglicanos, similar a la que tiene el Opus Dei.

Esta nueva estructura acogerá quizá a cientos de miles de tradicionalistas o conservadores que reniegan de la posición progresista que adoptado la Iglesia Anglicana en los últimos años y supone un acercamiento histórico entre ambas comunidades separadas por casi cinco siglos.

EL INICIO DEL CISMA

La Iglesia Anglicana surgió en 1531 tras el cisma provocado por la disputa entre el rey Enrique VIII y el Papa, quien rehusó darle al monarca el divorcio de Catalina de Aragón, su primera esposa e hija de los Reyes Católicos de España.

Enrique VIII furioso por la actitud del Pontífice promulgó la denominada Acta Suprema y se proclamó jefe de la Iglesia de Inglaterra al que se le debía obediencia absoluta en materia jurídica y teológica.

Por cinco siglos el monarca británico ha ejercido la jefatura de la Iglesia Anglicana y ha rechazado la autoridad del Papa, pero en términos prácticos se ha mantenido una cierta cercanía en materia de liturgia con el catolicismo.

De allí que dicen que el anglicanismo y su contrapartida norteamericana, el episcopalianismo, son las ramas protestantes más cercanas al catolicismo de Roma. La única gran diferencia que los separan es que los curas anglicanos pueden contraer matrimonio.

En los últimos años, ambas comunidades han estrechado relaciones pero el Vaticano siempre vio con malestar el incumplimiento del celibato para los curas anglicanos que obstaculizaba la ansiada reconciliación con Roma.

El mayor cambio, sin embargo, se ha dado en la Iglesia de Inglaterra que desde los noventa ha aceptado la inclusión de mujeres y homosexuales en sus filas religiosas y que rechaza un sector conservador, importante pero minoritario del anglicanismo.

En 1994 el voto de Sínodo a favor de la ordenación de mujeres provocó la salida de decenas de clérigos que fueron aceptados por la Iglesia Católica y cientos harían lo mismo si se acepta en el 2012 la consagración de mujeres obispos.

Según el ala conservadora dentro de la fe anglicana, Jesús escogió solo a hombres como a sus discípulos, el mismo argumento que esgrime Roma y que los mantienen en la misma línea de batalla.

Para la rama liberal de la Iglesia Anglicana, que ha llegado a ser la mayoría, la decisión de consagrar a mujeres se fundamenta en las enseñanzas del Evangelio sobre la igualdad del hombre y la mujer ante Dios.

Citan, por ejemplo, un pasaje de la Carta del apóstol Pablo a los Gálatas: “Ya no hay judío, ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús”.

Ni que decir de los homosexuales, hijos del Altísimo para algunos, u anormales o enfermos que no están en los planes del divino, para otros. El anglicanismo, en resumen, vive una fuerte división dentro de sus filas y la Santa Sede quiere sacar provecho de ello.

CELIBATO, MUNICIÓN A PUNTO DE ESTALLAR

Benedicto XVI en su búsqueda por la unidad cristiana ha decidido obviar el veto a la prohibición del matrimonio en los sacerdotes y admitirá a aquellos religiosos anglicanos que ya hayan formado una familia.

Para el mundo católico, esto no representa una novedad pues hay comunidades que no guardan el celibato entre sus líderes religiosos pero mantienen una obediencia estricta a la autoridad del Papa. Tenemos, por ejemplo a los Uniatas (ucranianos de rito bizantino) y los melquitas, sirios, entre otros.

Sin embargo, el anuncio sí podría desatar el malestar muy presente estos días entre algunos sacerdotes católicos que piden el fin del celibato y la autorización para que se casen, lo que es munición a punto de estallar en el Vaticano.

“Esto va a poner más atención sobre el fracaso de la Iglesia para reclutar nuevos sacerdotes según la normativa vigente. En las parroquias la discusión del celibato será el talón de Aquiles”, declaró Jon O´Brian, presidente del grupo disidente Catholics for Choice, al diario estadounidense The New York Times

“Creo que para algunas personas parece un problema porque, como saben, ha habido muchos sacerdotes católicos que han abandonado el sacerdocio para casarse y ahora surge la cuestión: bueno, si estos ex anglicanos pueden ser curas casados, ¿qué pasa con nosotros?”, reconoció el cardenal William Levada, responsable de la oficina doctrinal de la fe.

“El Vaticano no se ha planteado cambios en el tema del celibato y punto”, agregó Levada, quien quiere cortar de raíz cualquier reclamo a la Santa Sede y prefiere no tomar en cuenta recientes estudios que hablan la existencia de 100,000 curas católicos casados.

Los sacerdotes católicos son unos 400,000, lo que supone, vista estas cifras, que el 25% no respeta la norma emanada por Roma.

Para algunos expertos vaticanólogos, esta despreocupación del Vaticano es “superficial” pues en el fondo la decisión del Papa de abrir los brazos a los anglicanos responde a la necesidad urgente de contar con una mayor cantidad de sacerdotes.

La falta de vocaciones sacerdotales es uno de los grandes problemas de la Iglesia y un reto si el objetivo es mantener el crecimiento sostenido del catolicismo en regiones como África y Asia. Una especie de experimento para un futuro cercano.

“Va a ser una prueba empírica de que un sacerdote casado puede trabajar dentro de la Iglesia Católica. La gente preguntará cuestiones como: parece agradable, está haciendo un buen trabajo, ¿por qué no podemos tener más como el?”, señaló el padre Thomas Reese, del Centro Teológico Woodstock en la universidad de Georgetown.

¿Dará resultado?, es la pregunta del millón dentro de los corredores del Vaticano. Por lo pronto, otra de las consecuencias de la oferta del Papa a los anglicanos será aumentar al redil católico miembros abiertamente conservadores en temas como la mujer, la homosexualidad y el uso de los anticonceptivos.

Benedicto XVI ganaría más aliados a su causa tradicionalista, pero dejaría descontentos a una comunidad católica cada vez menos practicante y descontenta con sus líderes religiosos por no adaptarse a los nuevos tiempos. La unidad de los cristianos, sería una realidad en la teoría, más no en la práctica. Amén.

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