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Jueves 28 de marzo 2024   |   Contáctenos
REVISTA

NO ES MOMENTO PARA EL MUSEO DE LA MEMORIA

Reclama el jefe del Comando Conjunto, Francisco Contreras
Aunque en Lima solo volvemos la mirada al valle de los ríos Apurímac y Ene (VRAE) luego de una emboscada narcoterrorista, las acciones continúan diariamente en la convulsionada zona.
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NO ES MOMENTO PARA EL MUSEO DE LA MEMORIA

Y aunque es cierto que algunas cosas que el jefe del Comando Conjunto general Francisco Contreras Rivas, dice o deja de decir en esta entrevista puedan no ser bien recibidas por todos, la pregunta que formula al final es legítima y debiera ser contestada por cada uno, con inteligencia, sinceridad y sin apasionamientos.

-¿Cuál es la situación actual del VRAE? ¿Qué ha cambiado en estos meses de operaciones militares?

Veamos primero el contexto en que se realizan estas operaciones. Existe una zona del país azotada por grupos de terroristas alzados en armas que se han aliado con los narcotraficantes. Nosotros (los militares) hemos recibido el encargo del gobierno y hemos entrado en combate para terminar con estos remanentes. Estamos realizando operaciones para ubicarlos. Esto no es fácil debido a lo agreste de la zona y al conocimiento exacto de la misma que ellos han adquirido a lo largo de estos años. Sus columnas son además itinerantes: no se quedan en el mismo lugar por mucho tiempo.

-¿Qué objetivos se han alcanzado entonces?

Se ha alcanzado objetivos y hay otros a punto de alcanzarse. Pero hay ciertos asuntos que yo no puedo tratar en esta entrevista. Sí le puedo decir, por ejemplo, que en estos meses hemos logrado que la confianza de la población hacia sus Fuerzas Armadas se incremente. Aunque puede parecer un dato que no guarda relación (con el accionar de los militares), los índices de asistencia escolar han crecido. Cuando nos instalamos en el VRAE dispusimos una serie de bases contrasubversivas por varios poblados de la zona. Al poco tiempo, los índices de asistencia escolar crecieron. ¿Por qué? Porque los padres de familia se sintieron seguros de mandar a sus hijos a la escuela. Los profesores, que antes ni siquiera iban a los colegios, empezaron a asistir con regularidad.

Por otro lado, también ha aumentado el tránsito en las carreteras. Antes las carreteras estaban desiertas. Los vehículos solo transitaban de nueve de la mañana a cuatro de la tarde por temor a los subversivos. Ahora la cantidad de vehículos de transporte público y privado ha crecido notoriamente. La cantidad de pasajeros ha aumentado. La actividad comercial de la zona se ha equilibrado.

Esto es consecuencia de la seguridad que empieza a haber en la zona. Se va achicando el radio de acción de los terroristas. Ya no pueden salir a los poblados tan continuamente. Tienen que permanecer escondidos en el monte. Ese es uno de nuestros objetivos. Aislarlos, rodearlos. Lo estamos consiguiendo.

-¿Cuál es el verdadero enemigo: el narcotráfico o el terrorismo?¿O los dos juntos?

Si los vemos por separado nos equivocamos. Ambos son uno solo. Nosotros hemos hallado pozas de maceración de Sendero Luminoso en Vizcatán. Hemos hallado plantaciones de hoja de coca en Vizcatán. Lo que existe en el VRAE es narcoterrorismo. Una simbiosis.

-¿Los senderistas siguen controlando las rutas de entrada de insumos químicos y de salida de la droga?

Los insumos entran y la droga sale. Esa es una realidad irrefutable. Pero cuando llegamos a la zona empezamos a controlar algunas de esas rutas. Ellos cambiaron de rutas. Nosotros las encontramos. Ellos volvieron a cambiar de rutas. Y así. Es una lucha constante. El territorio los favorece. 

-¿Usted también considera, como el vicepresidente Luis Giampietri, que debería evacuarse a los civiles para que no interfieran la tarea de los militares?

Una de las claves para acabar con los terroristas, además de aislarlos de su financiamiento económico y logístico, es separarlos de la población. Tenemos que evitar daños colaterales durante los combates. Tenemos que conseguir el desarrollo socio económico de las poblaciones para que se alejen de los narcoterroristas, que en algunas ocasiones se aparecen con dádivas. Por ese motivo tenemos que trabajar con los programas sociales y la Policía para desarticular este apoyo. El VRAE no es solamente Pichari, Sivia, Llochegua, San Francisco, Kimbiri. El VRAE también tiene zonas de sierra. Allí también deben llegar los programas sociales.

-Hace unas semanas cayó abatido un helicóptero del Ejército. Se reinició entonces el debate sobre si las Fuerzas Armadas contaban con helicópteros blindados que tuvieran visores nocturnos y fueran artillados. ¿Se ha mejorado en ese aspecto?

Se ha mejorado y se seguirá mejorando. Sin embargo, yo no puedo dar esa información al detalle porque el enemigo podría leer esta entrevista y yo le estaría diciendo al enemigo qué tipo de armamento maneja nuestras Fuerzas Armadas. Pero se está mejorando.

-¿Cómo evalúa la labor del general Ricardo Moncada como jefe de la zona?

El general Moncada tiene todo mi respaldo. Está trabajando. Está sufriendo con sus soldados. Está avanzando. Está combatiendo. Y un soldado que combate hay que respaldarlo.

-¿Considera que las ONG interfieren la labor de las Fuerzas Armadas en la zona?

Nosotros como soldados somos los primeros que defendemos la vida. Somos los que mejor sabemos qué sucede en un combate. Somos los que perdemos a nuestros compañeros, somos los que en última instancia morimos. Hay personas que no saben lo que significa estar en un combate y les parece algo sencillo. Las ONG defienden a los terroristas y a nosotros no nos dan ni siquiera el beneficio de la duda.

Los terroristas son gente desalmada y cruel. Yo quisiera que estas ONG miraran las fotos de nuestros soldados caídos para que supieran las cosas terribles que les hacen los terroristas. Y el compañero de ese soldado caído tiene que seguir combatiendo el mismo día que su compañero ha sido abatido. El combatiente quiere que su Estado y su sociedad lo defiendan. ¿Cómo? Dando un marco legal para que cuando el combatiente abata a un terrorista no venga el fiscal a acusarlo por asesinato. Yo estoy en combate. Es mi vida o la vida de ese terrorista. No puede ser que nuestros soldados estén siendo enjuiciados por haber dado muerte a terroristas.

-¿Qué medidas se está tomando para que las Fuerzas Armadas no cometan en el VRAE los excesos que cometieron en la década del ochenta?

Estamos con la idea de que los militares de hoy son los mismos del pasado. Si alguna vez hubo un exceso en el pasado, habrá que investigar y juzgar a los responsables. Pero ahora todo es diferente. Nuestros soldados han seguido cursos de derechos humanos. Ninguno de ellos va a cometer los errores que algunos combatientes cometieron quizás en el pasado.

-¿Qué opina de la creación del Museo de la Memoria?

Un museo de esa naturaleza tiene sentido cuando un conflicto ha terminado. ¿Qué estamos haciendo nosotros en el VRAE? ¿No estamos luchando contra Sendero Luminoso? ¿Qué pensarán del Museo de la Memoria mis soldados en la zona de emergencia? ¿Qué mensaje les dan cuando están pensando en construir un Museo de la Memoria mientras ellos conviven diariamente con la guerra? ¿Qué pensarán cuando sus compañeros han regresado a sus casas sin una pierna o sin un brazo? ¿Qué pensarán cuando ellos mismos corren el riesgo de regresar a sus casas sin un brazo o sin una pierna? Piensan que es un insulto contra ellos. Esperemos que se termine el combate para hacer un Museo de la Memoria. ¿Acaso quieren que esto crezca y llegue hasta las puertas de Lima, como en Tarata?

-¿Debe haber jueces militares para los soldados que cometan crímenes de guerra? ¿O deben ser juzgados por civiles?

Desde el año 2000 hay una lucha para restablecerle a la justicia militar el marco legal y jurídico que le corresponde según la Constitución. En estos momentos el Consejo Supremo de Justicia Militar no tiene ninguna autoridad para juzgar el accionar ilícito que puedan realizar sus integrantes. A nosotros nos juzga un fiscal común que no sabe nada de la lucha contrasubversiva. Él cree que yo estaba sentado en mi oficina de la avenida Arequipa y le disparé a una persona que pasaba caminando por la calle porque se me ocurrió. Cree que es un delito común. Deben restaurarse los fueros de la Justicia Militar. No para encubrir posibles delitos sino por el contrario. Los jueces militares van a saber juzgar cierto tipo de delitos porque conocen la vida militar.

-¿Los condenados por crímenes de guerra deben estar entonces en prisiones militares?

Por supuesto. Nuestros combatientes no fueron a Ayacucho en la década del ochenta porque se les ocurrió. No están en el VRAE porque se les ocurrió. Nosotros les hemos ordenado que vayan. Ellos lo hacen con mucho gusto, pero no quieren terminar en prisión. ¿Sabe usted dónde están los oficiales que combatieron a la subversión y que supuestamente cometieron excesos? En una cárcel común, rodeados de delincuentes comunes. ¿Merecen estar ahí por haber cometido quizás un exceso producto de la guerra? ¿Por qué no están en una prisión militar? La sociedad peruana sabe eso y no dice nada. Las ONG tampoco dicen nada. ¿Qué pensarán nuestros actuales combatientes de casos como esos?

Ellos fueron porque los gobiernos elegidos por el pueblo los enviaron a defender a la nación y al Estado de una amenaza terrorista. Ellos fueron arriesgando sus vidas. Muchos murieron. Otros quedaron inválidos. Y algunos de los que salieron vivos, ¿dónde están? En cárceles comunes. Ese es el premio por haber defendido a su Patria. ¿Se da cuenta? Si hubo algún exceso, que paguen sus condenas en una prisión militar.

-¿Qué reclama usted como jefe del Comando Conjunto?

Que nuestros soldados sean juzgados por jueces militares. Y que si estos jueces los encuentran culpables de algún delito, que paguen sus condenas en prisiones militares. Nosotros no pedimos premios ni condecoraciones. Somos hijos de Bolognesi, quien en la última carta que envió a su esposa le dijo: “Cuando muera no reclames nada, para que no crean que el cumplimiento de mi deber tuvo precio”.

-¿Podría calcular en cuanto tiempo se podrá vencer al enemigo?

La desesperación no es buena compañera del éxito. Tenemos que ir sin prisa y sin pausa. De mis decisiones dependen vidas. Yo no quiero más viudas. No quiero madres que lloran a sus hijos, ni hijos que lloran a sus padres. Nuestra labor es conseguir resultados sin muertos de nuestro lado. El riesgo siempre existe, como en toda guerra. Nuestros soldados van a luchar con gran valentía. La pregunta que yo le hago a los medios de comunicación y a la sociedad es la siguiente. ¿Estamos luchando solos?

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