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PLEGARIAS EN LA TUMBA DE JESÚS

Generacción en el Santo Sepulcro
Ubicada en el corazón de Jerusalén, es el sitio más sagrado para los cristianos.
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PLEGARIAS EN LA TUMBA DE JESÚS

(Enviado especial a Jerusalén).- Para quienes creemos y amamos a Jesús no existe mayor privilegio en la vida que poder visitar el complejo religioso conocido como el Santo Sepulcro en Jerusalén. Y digo complejo porque el sitio alberga no solo el lugar donde fue enterrado y resucitó al tercer día el Hijo de Dios, sino también el Monte Calvario, donde fue crucificado.

Tuve la oportunidad de peregrinar a la tumba del Altísimo recientemente y creo que es momento de relatar mi experiencia en momentos en que se vive la Navidad y se ensalza la vida del Mesías.

Para comenzar le pido un favor: borre de su mente la imagen que tiene de esos lugares y que ha sido formada a través de las películas que ha visto en la televisión sobre la pasión de Jesús.

Si piensa que la tumba de Cristo es como una especie de caverna con una enorme piedra que hay que empujar para cerrarla, se equivoca. Si piensa que todavía se yergue incólume el Gólgota –que en arameo significa calavera– con restos de madera de lo que alguna vez fueron cruces, se equivoca.

En general, es muy común ver marcada la decepción en los rostros de los miles de turistas que visitan por primera vez el Santo Sepulcro y que se chocan con la realidad. Recuerdo vívidamente a una señora argentina quien, cámara de vídeo en mano, decía: “Che, esto no es lo que imaginaba”.

Pero que la decepción no lo desanime. Por el contrario, insista y recorra el santo lugar que ha soportado decenas, sino cientos, de arreglos y construcciones arquitectónicas, transformado el paisaje, otrora bíblico y rústico, en edificaciones religiosas de imponentes formas bizantinas.

Algunos afirman –sobretodo grupos protestantes– que aquella no es la tumba de Jesús y que la verdadera se encuentra fuera de la vieja ciudad de Jerusalén, es decir “extra muros”. No polemizaré sobre tan delicado asunto pero me ceñiré a los estudiosos que le dan más crédito histórico al Santo Sepulcro. Por ejemplo, excavaciones debajo del lugar revelaron tumbas del siglo I.

ALGO DE HISTORIA

Fue en el año 326 que la reina Helena, madre del emperador romano Constantino –el primero que profesó el cristianismo-, hizo una peregrinación a Jerusalén y fue informada sobre las lamentables condiciones en las que estaban los lugares santos.

Un templo a Venus había sido construido allí por los paganos romanos y la reina dio la orden de que fuera destruido para erigir en su lugar una basílica, predecesora de la actual.

Hoy la iglesia del Santo Sepulcro es un fiel reflejo de lo que vive el mundo cristiano en estas épocas: una constante división y fuente de recelos. Tres iglesias comparten su propiedad, la Católica Romana, la Ortodoxa Griega y la Ortodoxa Armenia.

Cuando uno ingresa por la única puerta al recinto, la Piedra de la Unción le da la bienvenida. Echada sobre el piso, y de forma rectangular, cuentan los evangelios que fue aquí donde el cuerpo inerte de Jesús fue tendido tras bajarlo de la cruz y untarlo con mirra y aloes, antes de envolverlo con vendas de lino y, así, sepultarlo, como establecía la tradición judía.

Si no tiene temor, su primer reflejo será echarse sobre la piedra y acariciarla con delicadez. Es por ello que, con el paso del tiempo, se ha puesto lisa y suave.

A su derecha verá una escalera muy angosta y empinada que lo llevará al Gólgota. Pero no crea que es muy extensa; es casi como subir al segundo piso de una casa.

Cuando llega se ve una capilla de dos altares. El más grande y recargado pertenece a los ortodoxos griegos y, según sus palabras, fue el lugar donde se alzó la cruz. Usted no verá rastros de colina alguna así que le parecerá difícil de creer.

Sin embargo, debajo del altar hay dos cajas de vidrio que muestran el suelo original del lugar. Por un agujero pequeño usted mete su mano y tocará el Calvario, una experiencia extraordinaria.

El altar más pequeño, pertenece a los franciscanos, está a la derecha y es conocido como “La Dolorosa”, el sitio donde María se ubicó para llorar amargamente la tragedia de su hijo amado.

EL CAMINO FINAL

Tiene que bajar el Gólgota, cruzar la Piedra de la Unción e ir por su flanco izquierdo para llegar a la tumba de Cristo. El sepulcro no es más que una pequeña habitación –o capillita- recubierta de mármol y en su interior hay un fragmento de la piedra que cerraba la tumba.

El lugar es tan angosto que solo tres personas pueden ingresar en cuclillas al banco donde Jesús permaneció hasta que resucitó. Un mar de velas, que nunca se apagan, sube la temperatura del lugar, mientras uno siente que es observado de un Jesús que, presumo, fue pintado en el Renacimiento.

Si uno visita el lugar por la tarde, la congestión de turistas ávidos por tomarse una foto puede desconcentrarlo si lo que busca es orar. Hay quienes dicen que el ruido y las luces del flash espantan al Espíritu Santo, y puede que así sea.

Mejor inténtelo muy temprano en la mañana, cuando las primeras luces del sol tocan Jerusalén. Entonces tendrá la dicha de estar solo en el sitio más sagrado del cristianismo y entregar su corazón a Jesús.

Atrás quedarán las desilusiones y sentirá que la visita valió la pena, porque el Santo Sepulcro es más que un edificio frío de piedra, o un lugar físico, allí se siente la presencia viva de Dios.

OTROS DATOS:

NUEVA PUERTA: El gobierno israelí decidió en el 2004 construir una salida de emergencia en la iglesia del Santo Sepulcro. Las autoridades temen que, de producirse un incendio u otro siniestro, los visitantes solo puedan salir por el portón de la entrada, causando una tragedia.

¿POR QUÉ GÓLGOTA?: El nombre Gólgota viene probablemente de la semejanza que tenía la colina con una calavera. Otros sostienen que se le dio ese nombre porque era un lugar de ejecución, donde las calaveras y los huesos de los criminales estaban esparcidos.

LA VERA CRUZ: Cuentan que en las excavaciones que mandó hacer la reina Helena, se encontraron tres cruces, incluida la Vera Cruz que sostuvo a Jesús. La reina acostó a un moribundo sobre ella y este se levantó en buena salud.

VIEJO GUARDIAN: Las llaves de la puerta principal del recinto sagrado fueron confiadas por el califa Omar a una de las familias árabes conquistadoras de Jerusalén más prestigiosas: Los Nuseibah. Hasta hoy son celosos guardianes.

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