El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, sabe muy bien que el 2010 no augura ser un buen año para su revolución bolivariana. Las condiciones internas y externas no son de las mejores y es muy probable que sus partidarios pierdan la hegemonía total en la Asamblea Nacional.
En setiembre se realizarán las elecciones legislativas y, aunque faltan varios meses por delante, las encuestas señalan que la popularidad del gobierno se ubica en menos del 50%, y cada vez son más los que se convencen de que el socialismo del siglo XXI es un fiasco.
Chávez tiene conciencia de ello y ha puesto en marcha un plan que busca revertir una posible debacle electoral a través de una nueva ola represiva –al mismo estilo del castrismo– contra una oposición cada vez más envalentonada.
En los últimos meses el gobierno ha retirado la licencia de funcionamiento de decenas de emisoras de radio en el interior del país, que se han caracterizado por ser muy críticas con el chavismo.
Para el gobierno venezolano, estas pequeñas radios eran un peligro pues tenían llegada a los sectores más distantes y marginados, que son la base electoral del régimen.
Chávez también ordenó hostigar a los medios opositores que se encuentran presentes en el sistema de televisión por suscripción (cable) ya que en la televisión de señal abierta su dominio es total. Las emisoras estatales difunden la propaganda chavista, mientras los medios privados que quedan –como Venevisión– son incapaces de formular críticas al régimen.
El hostigamiento a los medios independientes y opositores ya había causado malestar en la población, sin embargo, la cancelación de la señal de la televisora RCTVI el pasado 24 de enero, fue la gota que rebasó el vaso.
El canal, el más antiguo y emblemático del país con 55 años de historia, salió de la señal abierta en mayo del 2007 luego que el gobierno acusara a sus propietarios de haber apoyado el golpe de Estado de abril del 2002, que alejó a Chávez del poder por unas horas.
RCTV pasó, entonces, sus operaciones al sistema de cable y cambió su programación hacia una señal internacional, modificando su nombre a RCTVI. El régimen chavista ha señalado que el canal es “nacional” y lo obligó a cumplir la nueva ley de telecomunicaciones.
Esa ley obliga a los medios “nacionales” a difundir los discursos del presidente y las manifestaciones oficiales a cualquier hora del día y por el tiempo que sea necesario. Chávez, como se sabe, puede hablar horas de horas.
FOCOS DE RESISTENCIA
Las protestas por el cierre de RCTVI no se han hecho esperar y han sorprendido a más de uno en el gobierno que ven como focos de resistencia se van encendiendo en varias ciudades del país.
Por lo pronto, las marchas ya han dejado dos muertos en la localidad de Mérida, en donde testimonios señalaron que policías y grupos paramilitares dispararon a una multitud enardecida que exigía libertad de expresión.
Las protestas son encabezadas por jóvenes universitarios y profesionales que acusan al gobierno de imponer una dictadura y enarbolan un lema que ya es muy popular en las calles: “Chávez está ponchado” –una palabra que significa ‘bateador fuera’ en el beisbol–.
El temor del mandatario es que el movimiento estudiantil resurja y tome fuerza como la que alcanzó en el 2007 cuando provocó la derrota de Chávez en un referéndum constitucional y la victoria de varios candidatos opositores en las elecciones municipales del 2009. Todas “victorias de mierda”, como las califica el presidente, porque complican la puesta en desarrollo de la revolución bolivariana.
Chávez, incluso ha acusado a los estudiantes de ser instrumentos de la oligarquía para desatar una guerra civil y ve en la situación actual las mismas condiciones de caos que generaron el golpe de Estado del 2002.
“No me provoquen, no busquen problemas porque sino radicalizaré la revolución, este movimiento socialista que también tiene el apoyo de los militares”, ha amenazado el mandatario.
RADICALES Y ALIADOS
A la polémica sobre RCTVI se suman otras protestas que se han originado por medidas también impopulares de Chávez como la devaluación del bolívar, los planes de racionamiento de luz y agua en todo el país y el aumento de la delincuencia.
Mientras, en el gabinete se ha producido las primeras bajas del año con la renuncia del vicepresidente ejecutivo y ministro de Defensa, Ramón Carrizales, y su esposa y titular de Medio Ambiente, Yuribí Ortega.
Ellos han alegado “razones personales” en sus renuncias, pero la prensa venezolana destaca que los funcionarios se sentían incómodos con las medidas cada vez más radicales que está tomando Chávez, quien quiere controlarlo todo en pleno año electoral.
No hay dudas que el mandatario teme perder terreno en su propio país, y más si sabe que la coyuntura internacional tampoco le ayuda.
Estados Unidos ha logrado acercarse lo suficiente con sus bases en Colombia, ha liderado la ayuda humanitaria internacional en Haití –lo que deja al chavismo de espectador en el Caribe– y la derecha ha logrado importantes triunfos electorales en Panamá, Honduras y Chile.
Lo le queda es replegarse y concentrarse en casa, donde aún puede controlar la situación y no perder el Parlamento. A punta de balas y muerte, como es su costumbre.