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REVISTA

PINTANDO, PINTANDO, PINTANDO…

Renzo Núñez-Melgar
En el Perú, hay una caudalosa vertiente de jóvenes artistas que desarrollan su trabajo sin más apoyo que su talento y perseverancia. Renzo Núñez-Melgar, de 26 años, egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes en el 2006, es uno de ellos. GENER@CCIÓN considera de vital importancia el hecho de colaborar con la difusión de artistas como él que, en un futuro próximo, darán mucho que hablar.
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PINTANDO, PINTANDO, PINTANDO…

Las imágenes que nos muestra el joven artista plástico Renzo Núñez-Melgar evocan situaciones cotidianas de la vida urbana cuyos personajes parecen sufrir en silencio los más difíciles tormentos, ahogando gritos que parecen desgarrarlos internamente.

"Mi propuesta es urbano expresionista. Un día hubo un accidente de buses en la puerta de mi casa y a partir de ese momento me gustó lo urbano. Desde ahí empece a centrarme en interiores de ómnibus y en accidentes que veía", relata Renzo, pensativo, tratando de describir sus inicios.

 

Toma Urbana N° 2, exposición que tuvo lugar, hasta el 17 de mayo, en la galería 8chentam2 en Barranco, que complementó la exhibición Toma Urbana N° 1 del año pasado, nos muestra un abanico de rostros que son un verdadero repertorio de las sensaciones que la vida en la ciudad despiertan en cada uno de nosotros. 

"En la primera exposición, Toma Urbana N° 1, los colores son más grises. En esta, Toma Urbana N° 2, he agregado más colores, son más encendidos. Estas tomas son como un disco. Cada toma es una canción. De repente, habrá Toma Urbana N° 3, Toma Urbana N° 4", manifiesta.

 

Rostros abatidos, muecas agonizantes, sonrisas lánguidas, cadáveres colgando en una cárcel miserable en pleno motín, caras sin gestos en un hospital de la solidaridad, policías y bomberos certificando la muerte de un anónimo viandante, mares humanos tras un Cristo Morado, son algunas de las imágenes que se convierten en verdaderos frescos de una Lima que parece devorarnos como un animal hambriento.

 

"Mi tema es Lima. El contacto a diario de siete años en la Escuela, yendo al centro, el micro, la música, las marchas, los accidentes, el color gris de Lima, la gente. Todo influye. Para esta muestra traté que se vieran los rostros de la gente. Sacarles los demonios a las personas. Se supone que Lima es fea, pero a mí me gusta, me gusta el cielo gris", sostiene.

 

El trabajo plástico de Reve -así firma sus cuadros el joven pintor- revela una naturaleza obstinada que lo conduce a la búsqueda de la realidad a través de un aparente caos que, en la tela, encuentra un orden. Cuando habla de la pintura, su mirada es la de un niño cuando juega. Pero también, la mirada de un joven que sabe lo que quiere y lo que no quiere.

 

"No me veo haciendo otra cosa. Es una pasión. Una enfermedad. Quizás alguien diga: ?vamos a ver si vive del arte? pero yo tengo esa idea, y si eres positivo de repente sale. Hay momentos en que estás pintando y te desesperas. Cuando empiezo un cuadro, no me gusta. Voy avanzando y no me gusta. Cuando lo acabo, recién me gusta", nos confiesa.

 

Sus ojos se iluminan cuando afirma que su generación "es de muy buena calidad y que hay mucha gente de su edad trabajando seriamente, sin darse por vencidos". Aun más, con una sonrisa de satisfacción, cuando asegura que su "esfuerzo y dedicación tendrán una recompensa".

 

"Desde niño pintaba y dibujaba, pero cuando decidí estudiar en Bellas Artes, en el 2000, empecé a pensar en esto como mi profesión. Yo creo que es necesario estudiar, porque aprendes el color, las medidas, todo eso sirve. Estando en clases uno se pregunta ¿para qué sirve todo esto?, pero cuando pintas, inconcientemente lo recuerdas y te es útil", nos detalla.

 

Le gustan los trabajos de Enrique Polanco y de Tola. "Los del primero por los colores fosforescentes y la onda urbana que resaltan en sus lienzos", nos dice Renzo. Mientras que los del segundo "por su salvaje expresionismo, sus colores, su expresión, la textura, en fin, entre otras cosas de este singular pintor".

 

Para Toma Urbana N° 2, Renzo nos cuenta que trabajó "de lunes a domingo desde la mañana hasta la noche". Viéndolo con los ojos enardecidos de colores imposibles y trazos ondulantes, resulta difícil no creerle. De la misma manera que es impensable imaginárselo haciendo otra cosa que no sea pintar. "Hay días que me quedo viendo el cuadro por horas y no sale nada. Es un proceso. En un futuro me veo pintando, pintando y pintando. No sé dónde. Pero pintando", finaliza.

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