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REVISTA

DE HUMOR Y POLÍTICA

La rebeldía nuestra de cada día
Durante la gala televisiva española de Eurovisión, uno de los participantes que salió a escena fue abucheado por el público y respondió con un gesto obsceno.
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DE HUMOR Y POLÍTICA

El personaje participaba en una ceremonia trasmitida por la televisión pública y su inadmisible e indignante comportamiento sienta un mal precedente que ha concitado el rechazo social en la península y en el mundo global que lo vio por el cable, pero también ganó amplia atención e inesperados e inexplicables votos que lo pusieron en la final del evento.

Una muestra más de cómo los medios, en especial los televisivos,  pueden dar a luz a personajes extravagantes una y otra vez como una forma de infracción colectiva o de desafío a lo establecido. Y el cantante español logró presencia en la gala de Eurovisión gracias al voto de anónimos internautas.

Porque la televisión como la radio y la prensa trabajan ganados por la lógica del espectáculo que contamina todo lo que toca, incluso la política. La gente parece haberse acostumbrado a ello y nada le asombra; por el contrario, lo recibe de buen grado porque presta variedad a su vida cotidiana aunque en el camino queden valores sociales que no deberían ser sacrificados en el  altar de la banalidad y menos de la rentabilidad.

El español Antoni Gutiérrez-Rubí analiza este fenómeno, que para él refleja un desencanto de fondo, una suerte de respuesta antisistema que tiene una lectura más amplia que la esfera de un simple festival de música. “Hay varias lecturas al por qué la gente vota a estos personajes. La primera y fundamental es que estos fenómenos son una respuesta bufa del público, una intención de criticar y humillar lo establecido, que se desprecia. Desde lo cómico e irónico se ridiculiza lo estable y previsible. Es una respuesta contestataria", dice Gutiérrez-Rubí.

"Lo segundo es que lo banal, lo histriónico y humillante tiene un aspecto de espectáculo que lo convierte en entretenido. Y finalmente esas dinámicas tienen un componente morboso que nos gusta porque somos así. Pero lo importante es que tras esos comportamientos se oculta una cierta rebelión de las masas", sostiene.

Para el analista, la Web 2.0 facilita la organización de esa rebeldía traducida en respuesta no previsible y masiva. "En Alemania, Italia o Estados Unidos estamos asistiendo a la irrupción de protagonistas políticos cómicos, actores que están poniendo en jaque a la política convencional", explica.

"Ahí están los ejemplos de Beppe Grillo en Italia o Stephen Colbert en Estados Unidos. Lo cómico se está convirtiendo en el refugio de la rebeldía. En lugar de votar en blanco, la gente vota a un payaso que se ríe del sistema. Tiene algo de adolescente. No puedes organizar una revolución, pero te quejas. No quieres pasar por el aro, así que dices te voy a dar una respuesta que no te esperas".

Así votar con humor por el humor se ha convertido en una opción antisistema que no construye nada; solamente trasunta un estado de ánimo colectivo, peligroso socialmente hablando pero que no puede ser ignorado y menos utilizado por los productores en busca del rating y en el extremo perverso por políticos en busca de un resquicio marginal de votos.

De malos que hacen rating hemos tenido bastante y hasta hemos exportado la modalidad con Laura Bozzo incluida. Lo malo es que la respuesta de las audiencias es positiva y se baten records por contenidos detestables y morbosos.

Vamos pasando de la televisión del espectáculo a la televisión basura y pasaremos, si no nos avispamos, de la política espectáculo a la política basura. Y luego nos quejamos de jóvenes desencantados y violentos. La 'pirañización' está en marcha con toda su potencialidad negativa de agresividad y destrucción, de gente dispuesta a comerse el mundo por y a través de la pantalla.

El mismo Antoni Gutiérrez-Rubí alerta (El País 23/02/2010) de un tipo de oferta informativa o de entretenimiento que ofrece un falso y artificial formato de debate con gran éxito de audiencia. Ya no es la confrontación propia de una tertulia para mostrar un espectáculo bélico de palabras y gestos, sino una guerra sin cuartel de trincheras donde las personas se convierten en personajes bajo guión sin reflexiones propias. Donde la participación de los ciudadanos se reduce a un carrusel degradante de opiniones insultantes, injuriosas o de mal gusto “ya sea en la red, en la radio o en la televisión, su propuesta combina lo soez con lo ruin y el morbo con el bochorno”.

¿A alguien en el Perú asombran estas reflexiones? Sabemos que el odio se propaga bien en la red y en la televisión y que temerariamente es estimulado cada vez más en un país que sufre de deficiencias morales y de profundos desequilibrios sociales y de integración.

La violencia online es una manifestación  del odio social, cultural o político. Y aquí viene a cuento la responsabilidad de los editores de los medios que abren sus ediciones digitales y permiten y publican toda serie de denuestos y agravios anónimos contra quienes están impedidos de responder por la misma vía. ¿Cómo le llamamos a esto? ¿Irresponsabilidad, mala fe, dolo, vesanía, cobardía? Esta modalidad lesiona la convivencia y fragmenta el espacio civil democrático que los medios deberían salvaguardar porque confrontación no significa enemistad y menos destrucción personal del adversario.

Caso aparte es la posible candidatura presidencial de nuestro escritor Jaime Bayly, culto, controvertido y de refinado humor, con su inteligencia y capacidad matiza y libera el escenario político aunque siga siendo fuertemente cultor del espectáculo. Y por supuesto canalizador de rebeldías y desencantos. Cómo no.

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