LA PRENSA: EL VERDADERO PODER

Aurelio Pastor Valdivieso, congresista de la República y hasta la tarde del martes 16 de marzo encargado de la cartera de Justicia, en medio del escandaloso embate público que lo zarandeaba, cogió en la mañana de aquel día el teléfono para decir que era víctima de una vendetta mediática desatada nada más y nada menos que por el grupo multimedia El Comercio. Selló su suerte. Los pocos amigos que hasta entonces le quedaban tomaron pronto distancia. Su “los Miró Quesada están detrás de todo esto” en lugar de generar cohesión en torno a su persona, lo aisló. Hasta ahí el hecho.

Tal como se puede ver, el poder de cierto sector de la prensa una vez más se impuso. Sea porque esta consideraba que este representante por el APRA debía cumplir con su palabra que comprometió días antes sosteniendo que “renunciaría en el hipotético caso que se revocara el indulto a Enrique Crousillat”, sea porque al defender al ahora prófugo estaba avalando la toma del Canal 4 que el broadcaster había planeado, a Aurelio Pastor Valdivieso le hicieron pagar muy caro las horas en las que luchó sin éxito a fin de mantenerse en el cargo.

El poder de la prensa se ha puesto una vez más en evidencia. Esto no en un momento cualquiera, sino más bien en antesala de la selección de los candidatos a la Presidencia de la República. En buen cristiano, al mismo tiempo que defendieron los intereses del grupo mediático que hubiese podido ser fragilizado por el ímpetu redentor de su enemigo Enrique Crousillat, le han dicho al poder político y al país que nada de importancia que se decida, de miras al futuro, podrá definirse sin la anuencia de sectores de este poder fáctico en nuestra patria.

Consciente o no de las consecuencias de lo que hizo en sus horas postreras como ministro de Justicia, el ahora defenestrado Aurelio Pastor, más allá del hecho de que si tuvo o no razón al querer mantenerse a como de lugar en el cargo, le estaría haciendo un favor a nuestra sociedad. Pues al señalar el ilimitado poder del que habría hecho gala el grupo multimedia El Comercio, nos deslizó hacia los ámbitos de la reflexión en torno a la responsabilidad que debe mostrar la prensa en el proceso electoral que se avecina a fin de garantizar la estabilidad del régimen democrático. He ahí el desafío.

Y de talla. Ya que para nadie constituye hoy un secreto que en ausencia de verdaderas organizaciones políticas, la prensa, para bien o para mal, ha cubierto en gran parte el vacío que los incipientes partidos políticos han dejado como consecuencia de su mediocre actuar. ¿Queremos libertad de prensa?, claro que sí y por siempre. Pero queremos también una prensa a la altura de las expectativas de un país como el nuestro. Una prensa que batalle cotidianamente por el fortalecimiento de las instituciones ocupando el lugar que le corresponde en el ajedrez político y social.