Pese a que los compañeros de partido de Alan García Pérez afirman que ha sido "sorprendido", yo pienso que no es así. Si se indultó al ex empresario televisivo José Enrique Crousillat fue porque había una decisión política en ese sentido y el ahora ex ministro de Justicia, Aurelio Pastor, fue un eficiente operador.
Pastor jamás habría iniciado el proceso de indulto sin una coordinación con los más altos niveles del gobierno aprista. El responsable principal, por tanto, de toda esta cadena de irregularidades es el propio jefe de Estado.
Gracias a García, los esfuerzos de dos gobiernos anteriores -el de Valentín Paniagua y Alejandro Toledo- en materia de lucha contra la corrupción, han involucionado. Hoy se hace lo posible por deteriorar la institucionalidad y ser permisivo con la corrupción.
Como dijo el ex presidente Toledo, es evidente que hay un reagrupamiento de las fuerzas del fujimontesinismo, de cara a los próximos eventos electorales. Están desesperados.
Un sistema nefasto, inequitativo y permisivo con la corrupción, teme perder sus privilegios. Por eso es que dan estos pasos torpes y desesperados, porque no quieren perder el estatus que tienen en la actualidad.
CONTRADICCIONES
Es cómico comprobar que los mismos que hace unos días decían ante todos los medios que el indulto a Crousillat era un caso cerrado, hoy salen a decirle el amén a García cuestionando y revocando el indulto. Toda una comedia que demuestra una gran incapacidad para gobernar.
Fue el premier Javier Velásquez Quesquén quien salió a decir alegremente que la prioridad del gobierno es capturar a José Enrique Crousillat. Lo dijo sin rubor luego que días antes defendiera el indulto.
Se equivoca el premier. Un país no puede ponerse a andar en función de los caprichos de uno de sus ciudadanos o del ritmo que le imponga un corrupto. Un país tiene otro tipo de prioridades que van desde luchar contra la pobreza hasta fortalecer nuestras instituciones por ejemplo.
Pero para ello, para diseñar buenas políticas públicas, se requiere primero tener reales ministros de Estado y no funcionarios dedicados a hacer lo que les imponga el capricho de turno.
DISPARATES Y PRIORIDADES
Durante la gestión de Velásquez Quesquén en la Presidencia del Consejo de Ministros se han discutido disparates como el trabajo de los empleados públicos los domingos, el ingreso escalonado del personal -en distintos horarios- para trabajar, se ha planteado el indulto a Crousillat y se ha destruido todo lo que significa lucha contra la corrupción.
El Perú exige otro tipo de prioridades. Y una de ellas es que García entienda que necesita rodearse de buenos ministros. El crecimiento del Perú es endeble, basado en obra pública y edificaciones masivas de edificios que pueden ser la antesala de una burbuja.
Se requiere ser frontal contra la corrupción, respetar y forjar las instituciones y en momentos en que estamos a poco más de un año de las próximas elecciones, conducir el proceso electoral con total transparencia. Y nada de eso viene haciendo el segundo gobierno de Alan García.
El Perú tiene otro tipo de prioridades. Y ciertamente una de ellas no es poner el aparato del Estado en función de un prófugo que está en la clandestinidad por culpa del gobierno actual.