El artículo periodístico informa que del análisis del material incautado durante el ataque militar colombiano a las FARC -ocurrido el 1 de marzo del 2008 en la zona fronteriza del río Putumayo, en Angostura, Ecuador-, se desprende que este grupo terrorista tenía como prioridad fortalecer el entrenamiento, ideología y “lucha armada” de los subversivos peruanos de Sendero Luminoso, a quienes les habría enviado gente con material de entrenamiento en técnicas de ataque y reclutamiento, reacciones a emboscadas y ataques a aeronaves.
Existen claras evidencias que desde el año 2000, en que se inició el Plan Colombia, las FARC cruzan el río Putumayo e incursionan en diferentes zonas de la selva peruana (Iquitos, Tingo María, zona del Napo, y entre la línea que une Güeppi y El Estrecho) para abastecerse logísticamente, descansar y recuperar sus heridos, traficar drogas, comprar armas y municiones.
Además, las FARC representan para el Perú una amenaza real y recurrente al promover y proteger cultivos ilegales de coca en ciertas zonas de los 1,526 kilómetros de frontera a lo largo del río Putumayo, calculándose la existencia de alrededor de 3,000 hectáreas principalmente en las cuencas del alto Napo y el alto Putumayo.
También existen denuncias desde 2006 –admitidas por el Ejército colombiano– que las FARC contratan o llevan por la fuerza a jóvenes peruanos de estas zonas para el cultivo de hoja de coca o para que participen en sus actividades delictivas y, asimismo, han sido detectados miembros o mafiosos vinculados a las FARC, como dueños de madera ilegal que se trafica en dichas zonas.
En este contexto, es un grave error que el presidente Alan García minimice los vínculos entre estas dos organizaciones terroristas, y asimismo que subestime a los subversivos de SL.
Primero porque el comandante general del Ejército, Otto Guibovich, conceptuó en abril y setiembre del 2009 que Sendero ha avanzado tanto que se está pareciendo a las FARC, ya que emplea técnicas muy parecidas, no descartando la relación entre ambos grupos.
Y segundo, el presidente debería considerar que desde que asumió su gobierno los integrantes de Sendero han aumentado de 220 a 600, presentan mayor capacidad de combate y solo en los últimos dos años son responsables del asesinato de más de 50 militares y policías.
Por el contrario, el gobierno debería investigar estos probables vínculos, y asimismo enfrentar con una estrategia integral a Sendero Luminoso en el Valle de los ríos Apurímac y Ene (VRAE).
Por Aldredo Enrique Palacios Dongo
Vicealmirante (r) de la Marina de Guerra del Perú. Ex comandante general de la Marina.