EL 5 DE ABRIL: LEGADO

Un día como hoy hace 18 años, Alberto Fujimori, quien había sido elegido para dirigir nuestro país entre 1990 y 1995, cruzó su Rubicón. De noche aquel domingo lacónico señaló que había decidido “disolver temporalmente el Congreso de la República, reorganizar el Poder Judicial, el Consejo Nacional de la Magistratura, el Tribunal de Garantías Constitucionales y el Ministerio Público... y reestructurar la Contraloría General...”. Todo esto, según sostuvo, a fin de pacificar a nuestra sociedad y continuar por la senda de la reactivación. La suerte de la democracia estaba echada...

Un largo cruce del desierto para todos los demócratas entonces se inició. Ya que como mostró inmediatamente el hombre que había sido elegido venciendo nada más y nada menos que al reputadísimo escritor Mario Vargas Llosa, en medio de un país ávido de estabilidad y orden, los espacios para la acción política ejercida en libertad muy pronto se contrajeron. Nada sería de ahí en adelante como antes... Por lo pronto, en el horizonte mediato, la Constitución de 1978 que tanto le costó al Perú redactar sería reemplazada por un texto de dudosa concepción, la Constitución de 1993... 

Para cuando en noviembre del año 2000, el ahora reo Alberto Fujimori envió por fax desde la capital del país del Sol Naciente la que denominó su “carta formal de renuncia al cargo de Presidente de la República”, mucha agua había pasado bajo el puente de nuestra historia contemporánea. Ya sin él en el poder y con un Vladimiro Montesinos que había tomado también las de Villadiego, el país vio que junto a la derrota del terrorismo y la estabilización de nuestra economía, se encontraban también los inefables pilares del fenecido régimen que algunos imaginaron entonces sempiterno.

No hay espacio para la duda. Nunca como sucedió luego de la caída de Alberto Fujimori, los peruanos dieron razón a quien en otra latitud indicó con clarividente coraje que “la peor de las democracias es superior a la mejor de las dictaduras”. Ya que el país institucional que el gobierno de Alberto Fujimori nos dejó como legado es uno cuyo déficit profundo pende aun cual Espada de Damocles sobre las espaldas de nuestro régimen democrático. La avasallante preeminencia del poder ejecutivo y la carencia consecuente de sólidas instituciones constituyen la prueba.

Los puntos pues sobre las íes... El proyecto económico que Alberto Fujimori a partir del mes de agosto de 1990 implementó tenía que ir necesariamente de la mano con el proyecto político que desembalsó los marcos institucionales aquel 5 de abril de 1992. Esa es la cruz que carga Fujimori en prisión. El pesado madero que portan quienes se identifican con su proyecto de reconstrucción nacional... La página pues que tendrán que voltear si lo que desean es contar en democracia con una nueva oportunidad. Pues aquí no hay más lugar para la dictadura.