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REVISTA

SEMANA SANTA

Crisis de Iglesia Católica por pederastas
Lo que debería ser una celebración de la fe y renovación de esperanza para el pueblo católico y cristiano en el mundo, se torna hoy en una sombra oscura de presiones terribles por los escándalos de pedofilia que sacuden las más altas instancias del clero, incluido el Papa Benedicto XVI.
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SEMANA SANTA

Es imposible mantener al margen de la Semana Santa los indicios comprobados de que un sector de la Iglesia Católica conocía de los delitos sexuales cometidos por algunos de sus sacerdotes y los habría encubierto a través de los años.

La posibilidad de que el Papa Benedicto XVI comparezca frente a un tribunal americano por estos hechos desataría una crisis devastadora para la estructura del catolicismo en su conjunto.

Analicemos los eventos que han dado pie a que este tema, por demás polemizado y discutido durante décadas, haya tomado proporciones inesperadas en estos días.

Según el diario “The New York Times” cuando el Papa se desempeñaba como cardenal, habría tenido conocimiento del traslado a otras parroquias, de los sacerdotes Peter Hullermann  y Lawrence C. Murphy, luego de haber sido denunciados por el delito de pedofilia.  Al parecer este importante diario mostró documentación que podría conectar a los sacerdotes y al entonces cardenal Ratzinger.

La historia se envuelve en un laberinto de confesiones, sotanas y silencios cómplices que dejan a las víctimas del abuso sexual fuera de toda racionalidad. Muchos años después se ha escuchado la voz de los abusados, mucho tiempo ha pasado para que un tribunal ponga sobre el tapete de una buena vez este drama social.

VICTIMARIOS DE LA FE

Lawrence C. Murphy es el sacerdote acusado de abusar de por lo menos 200 niños sordomudos en Wisconsin durante los años 1950 y 1974. Lamentablemente la situación se agrava cuando se detiene el proceso de su retiro del sacerdocio, proceso  solicitado por el arzobispo de Milwaukee, Rembert Weakland por la supuesta, aun no comprobada, intervención del cardenal Joseph Ratzinger.

Sin embargo, según lo publicado, Lawrence C. Murphy habría escrito una carta personal al mismo cardenal diciéndole lo siguiente; «Acabo de sufrir recientemente otra trombosis que me ha dejado en un estado muy débil. Me he arrepentido de cualquiera de mis transgresiones pasadas y he tenido una existencia pacífica en el norte de Wisconsin durante los últimos 24 años. Solo quiero vivir el tiempo que me quede en la dignidad de mi sacerdocio. Solicito su amable asistencia en este propósito».

Es aquí cuando la figura de encubrimiento agudiza la crisis de la Iglesia Católica porque se dirige directamente a su cabeza, el Papa. Lawrence C. Murphy falleció en 1998, nunca recibió un castigo por sus crímenes, pero sí fue enterrado con la parsimonia y honores de toda autoridad eclesiástica a sus 72 años, presuntamente por la misiva que escribió a Ratzinger.

El cielo y el infierno, dicen, se viven en la tierra, pero estos sucesos ponen en duda cualquier intento por equilibrar la balanza de la justicia. El Vaticano se ha visto en la extrema y vergonzosa obligación de preparar una defensa legal por una causa abierta en Kentucky, Estados Unidos en el 2008, por tres casos de presuntas victimas de abusos sexuales que buscan sentar en el banquillo a Benedicto XVI y hacerlo comparecer.

UN PEDERASTA ES UN CRIMINAL

El abogado de las víctimas, William McCurry, opina que los obispos estadounidenses "son empleados del Papa y que el Vaticano es responsable por no haber denunciado los abusos”. Pero no solo en Estados Unidos y Alemania se han desatado los escándalos, en México el caso de Marcial Maciel es uno de los más emblemáticos ya que fuera el fundador de la Legión de Cristo, cuya existencia debería ser cuestionada ya que se comprobó que su líder e inspiración, Marcial Maciel, violó a su propio hijo.

Es decir, las huellas del dolor de estos abusos se encuentran en todo lugar, esto debería transcribirse en análisis profundo de las bases en las que la Iglesia Católica ha fundado a sus líderes. No será que algo está fallando desde la raíz y no se quiere asumir.

Los curas pederastas, así como cualquier otro pederasta, deben pagar por el crimen sexual cometido, en este asunto ya no debe importar si la Iglesia está o no de por medio, el problema es el encubrimiento social y la permisividad de una feligresía que no confronta, muchas veces, las deficiencias de su propia Iglesia.

La integridad de los niños es un bien superior por sobre todo, la vida de niños que habitan hospicios, puericultorios, internados porque no tienen familia también es un bien superior a proteger. Un sacerdote o cualquiera que toca indebidamente a un niño enarbolando una autoridad malsana y perversa, no debe ser perdonado ni tratado complacientemente. 

Los cuestionamientos que surgen sobre el celibato en nada ayudan al debate porque en la mayoría de los casos el acercamiento de los sacerdotes pederastas a sus victimas es de tipo homosexual. Las profundidades y carencias de los seres humanos son, a veces, macabros estímulos en la vida adulta.

SEMANA SANTA DE REFLEXIÓN

La fe es una cuestión subjetiva, voluntaria y libre, nadie tiene por qué rivalizar tus decisiones y arrancarte del corazón aquello que crees es lo mejor para tu vida. Pienso en los fieles católicos en esta Semana Santa, pienso en la tristeza que seguro sienten por estos hechos.

La base de la fe es también la confianza en quien tú has permitido sea una autoridad espiritual en tu vida. La posibilidad de que exista en cada fiel una sombra mínima de duda en el Papa Benedicto XVI dejaría una estela de desazón y desconcierto a su paso.

A pesar de esto no se debe generalizar y estigmatizar a los sacerdotes de vocación, socialmente comprometidos con su comunidad y su religión. Es una pena que cualquier sotana pueda llegar a simbolizar miedo o recelo. La confianza fracturada al conocer estos hechos y las bajezas a las que las víctimas fueron sometidas requieren una acción clara y definida, una posición activa de rechazo a estos delitos.

La imagen de una Iglesia Católica poderosa que juega por lo bajo solapando a sacerdotes pederastas no es la que sus fieles desean acuñar. Por ello deben ser los primeros en buscar deslindes y sanciones efectivas a sus miembros desviados del camino. Un sacerdote es un hombre y por ende no está libre de ser castigado ante crímenes tan perversos.

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