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REVISTA

SEÑOR DEL SOMBRERO DE PLUMAS

Puruchuco
Convertida en una de las manifestaciones arquitectónicas mejor resguardadas en la actualidad, esta importante construcción de barro es uno de los principales atractivos de uno de los pocos distritos limeños que conserva entre sus confines impresionantes vestigios del pasado de una ciudad que solo ha develado parte de su pasado… Descubramos lo que Puruchuco significó miles de años atrás…
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SEÑOR DEL SOMBRERO DE PLUMAS

Enclavada sobre las faldas de un cerro, la sorprendente y bien cuidada imagen de Puruchuco, uno de los más bellos edificios de nuestro incomparable pasado prehispánico, se ha convertido en motivo de orgullo y en la puerta de entrada de la parte este de la capital. 

Ubicado en el distrito de Ate, es uno de los complejos arquitectónicos mejor conservados en la actualidad. Sus impresionantes paredes, en pie como si se tratara de una reciente construcción, fueron levantadas utilizando como elemento predominante al barro que, en forma de tapia o tapial, dan cuenta de la sorprendente técnica que usaron quienes tuvieron a cargo su cimentación. 

Al igual que muchos otros lugares de nuestro antepasado, Puruchuco también ha aprendido a convivir con la edificación urbana que hoy domina los confines de Lima. Y, tal como sucede en cada una de esas incomparables manifestaciones arquitectónicas, un misterioso e inexplicable halo sacro se apodera de quienes ingresan al lugar. 

Un lugar donde aún es posible reconocer huellas del revestimiento de caña o esteras que formaban el encofrado dentro del cual se vertía la mezcla de barro, arena gruesa y pequeñas piedras que dieron origen a los muros que, en todo su conjunto, dan cuenta de una bien lograda edificación, que permanece aún en pie para recibir a todo aquel que se preste a visitarla. 

A diferencia de lo que sucede con la mayoría de las huacas que se ubican en la capital, donde el uso del adobe fue una constante, en Puruchuco su empleo fue bastante selectivo y se circunscribió a algunos de los principales ambientes del interior del edificio. Veamos…

CONFIGURACIÓN Y DISTRIBUCIÓN 

Los atributos arquitectónicos y la evidencia arqueológica encontrados en el lugar sirvieron para concluir, de manera preliminar, que el sitio correspondió a la residencia de elite de una autoridad local. Conocido en esos tiempos como 'El Palacio', fue usado como morada y audiencia del curaca de esa zona y de su familia. 

No obstante, su organización arquitectónica –según han podido establecer quienes tuvieron a su cargo los primeros estudios del lugar–, es claramente tripartita, puesto que destacan tres importantes sectores, denominados con las tres primeras letras de nuestro alfabeto: A, B y C. Aunque hay quienes hablan de un sector adicional, elevando el número a cuatro. 

En el denominado sector A, salta a la vista el patio principal, sobre todo porque es el único ambiente ligado al exterior. Mientras que en los sectores B y C se aprecia un corredor o pasadizo cuyo trazo divide en dos al resto del edificio, que hasta hoy conserva ese característico color que le imprime el uso del barro y que lo distingue frente a las estructuras modernas que dominan este oriental distrito limeño. 

Y, a diferencia de lo que sucede en otros centros arquitectónicos de la capital, en Puruchuco destaca una arquitectura de apariencia secular, que difiere del resto dada su escasa monumentalidad y por el predominio del desarrollo horizontal de los volúmenes arquitectónicos, como también por los amplios muros de adobe que no tardan en llamar la atención de los visitantes. 

Además, el hecho de que el lugar sea conocido como 'El Palacio',  ha servido para determinar que en Puruchuco se realizaron actividades sociales que tuvieron como punto de partida las dinámicas andinas de reciprocidad y redistribución, que se llevaron a cabo en el denominado patio principal del sector A.  

De esta manera, se puede concluir –afirman los expertos– que en este importante monumento arquitectónico se articularon un conjunto de funciones seculares, a las que se sumaron otras administrativas y rituales, que finalmente estuvieron destinadas al servicio de un orden supraregional, el Imperio Inca, que en unos de los momentos de su expansión incorporó estas tierras y culturas en sus dominios.  

LA PUESTA EN VALOR 

Si bien la bien la imagen que hoy en día todos conocemos de Puruchuco es motivo suficiente para inflar el pecho de orgullo por conservar en la actualidad una riqueza arquitectónica de tal envergadura, tuvieron que pasar muchas cosas para que lo que antes permanecía en completo abandono, engrosara el circuito turístico de la capital. 

Pero, ¿quién estuvo detrás de esta iniciativa?, ¿quién logró sacar del anonimato a un edificio como este? Fue el doctor Arturo Jiménez Borja quien, imbuido por lo que ya en los años 50 estaba en boga, inició esta lenta, pero cuan gratificante tarea: la reconstrucción de edificios arqueológicos.  

"La idea de limpiar, consolidar y poner en valor un edificio prehispánico de barro de la costa peruana nació al ver magníficos ejemplos de arquitectura desmantelados y expoliados", fue el argumento que utilizó quien se convertiría en el principal propulsor de Puruchuco.  

Así, entre 1953 y 1960, Jiménez Borja se dedicó a comandar los trabajos que terminaría con la consolidación de algunos muros, la reconstrucción de otros e inclusive la colocación de techos. Es decir, con la puesta en valor de lo que hoy se conoce como una las edificaciones de nuestros antepasados mejor logradas junto a Pucllana  y Huallamarca por mencionar algunas, y a las que muy pronto le seguirán Mateo Salado y Garagay.

Pero como el esfuerzo no se circunscribía al simple rescate del lugar, también se fundó un Museo de Sitio en el lugar. El mismo que sirvió de acicate para que otros se animaran a tener uno en otros sitios del país. En el de Puruchuco, se rescatan los principales hallazgos encontrados en el edificio: descubrimientos que contribuyeron a reconstruir la historia de quienes en la  antigüedad habitaron 'El Palacio'. 

Actualmente, el Museo de Sitio –inaugurado en diciembre de 1970– está a cargo del Instituto Nacional de Cultura (INC), institución que también se encarga de velar por el cuidado del lugar, donde también se puede visitar una sala de exposición permanente -que incluye salas de metales, cerámica nievería, textiles y hasta de niños-, además de una sala de exhibición temporal. 

ORIGEN Y SIGNIFICADO 

Tal como sucede en el caso de otros monumentos arqueológicos, el misterio acerca de las razones que originaron el nombre con el que hoy se les conoce, también se repite en el de Puruchuco. Así, no está demás decir que, hasta antes de iniciarse los trabajos de restauración, la huaca era conocida con el nombre de Vista Alegre, apelativo de la hacienda que la acogía y que era propiedad del reconocido Alberto Ísola, quien colaboró en su recuperación.

Pero, según se encargó de aclarar el propio doctor Borja en su momento, debido a que Vista Alegre no era un nombre apropiado para un monumento de origen prehispánico como el que poco a poco se descubría, a medida que se avanzaba con los trabajos de recuperación, se optó por escoger un nombre con connotación prehispánica.  

Así, debido a que muy cerca al lugar existía un fundo de padres franciscanos, cuya zona, asociada también a un monumento arqueológico, es conocida hasta hoy como Puruchuca, se inclinaron por rebautizarlo con el nombre de Puruchuco. La variación en su última letra, poniendo una "o" en lugar de la "a",  se hizo para diferenciar la nueva denominación de la del sitio vecino.  

Pero más allá de eso, si nos adentramos en las raíces del nombre escogido, podemos ver que Puruchuco es una palabra quechua que alude a un "sombrero de plumas". Significado que según el cronista Pedro Cieza de León, en su obra "Del Señorío de los Incas", servía para describir la vestimenta de los jóvenes que participaban de las ceremonias de iniciación de la pubertad: "…y encima se ponían un bonete de plumas cosido como diadema, que ellos llamaban Puruchuco...".  

Además, el vocabulario de la lengua Qquicha del padre Diego González de Olguín refiere que los vocablos 'Ppuru' (plumas del ave menudas) y 'Chuco', (sombrero de plumas), con lo que es muy probable que Puruchuco haya significado Señor del sombrero de plumas, lugar desde donde se gobernaba parte del Valle del Rímac, y que hoy sirve para comprender parte de la historia prehispánica de Lima. Queda pues por ver si el lugar ocupo tal sitial en el Incanato. El trabajo lento y tesonero se encargará de ello.

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