Con el alza de la cotización del oro muy en boga desde hace buen tiempo a nivel internacional, tarde o temprano la avidez de quienes quieren siempre obtener a toda costa pingües ganancias tenía que revelar ante los ojos de la sociedad, sentada sobre un “banco de oro” que es aun el Perú, su verdadero talante. Pues hoy el Perú atónito descubre lo que significa explotar en la forma que se hace este preciado metal. Vale decir, las consecuencias degradantes y perniciosas para la expresión de vida en todas sus formas ahí donde este se explota. Tal como es el caso de la Región de Madre de Dios.
Hizo bien el gobierno, más allá de la insuficiente comunicación que se le pueda endosar en el proceso de sensibilización sobre esta problemática, en emitir el jueves 18 de febrero el Decreto de Urgencia 012-2010 donde declara de interés nacional el ordenamiento minero de la Región de Madre de Dios. Ya que nada resulta más perentorio para quienes viven en Madre de Dios, al igual que para la gran mayoría de nuestros compatriotas, sabedores de lo que está en juego en este bastión de biodiversidad que es esta región situada al extremo oriente de nuestra vasta y rica geografía.
La sociedad organizada, es decir el Estado, velando por el interés general, hoy no puede de ninguna manera -sin necesidad claro está de sacrificar vidas humanas al hacerlo- dar marcha atrás. Madre de Dios debe sentar así las bases de una nueva y vital jurisprudencia en lo que concierne a las diferentes formas de explotación de los recursos naturales que yacen en nuestro generoso territorio. El gobierno tiene por ende hoy la gran oportunidad para enmendar la plana y rectificar el rumbo de aquellos que han escogido la informalidad a la hora de explotar este recurso aurífero.
Es el momento propicio para sentar las bases de lo que es sin duda uno de los pilares de la sociedad que deseamos: la sostenibilidad de la vida en todas sus formas de expresión como principio rector a la hora de relacionarnos económicamente con la naturaleza... Más allá pues de la pena que se ha infringido a las familias de aquellos que han perdido la vida y de las responsabilidades que tendrán por estos trágicos hechos que delimitarse, es el momento para hacer de la necesidad una virtud. Y hacer que este momento crítico se transforme en un verdadero punto de inflexión.
De ser así, en un porvenir que esperamos no lejano, no solo los pequeños explotadores que hoy concitan la atención de una opinión pública consternada por los últimos sucesos, sino también los de gran envergadura por todos conocidos, tendrán que ceñir sus actos a los marcos establecidos por la ley. Ya que si lo que se desea es avanzar y establecerse en otro escenario en este campo, la justicia deberá también prevalecer en la aplicación y respeto de las normas orientadas a la preservación y manejo sostenible de nuestros recursos. Tenemos pues hoy una cita con el futuro.