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MUNDIAL 2010: ¿POR QUÉ EN SUDÁFRICA?

Decisión política
Desde que la FIFA dio a conocer en el 2004 la noticia de que la Copa Mundial de Fútbol 2010 se jugaría en Sudáfrica, las voces en contra se alzaron instantáneamente debido a los altos índices de criminalidad que sufre este país y la sombra del apartheid de décadas atrás. Sin embargo, las razones de esta decisión no son únicamente deportivas sino políticas.
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MUNDIAL 2010: ¿POR QUÉ EN SUDÁFRICA?

Algunos de los periodistas y futbolistas llegados desde diversas partes del mundo hasta Sudáfrica sufrieron en carne propia el rigor de los delincuentes locales del que hablan los “altos índices de criminalidad”.

Horas antes de debutar ante Corea del Sur en el Estadio Nelson Mandela de Port Elizabeth, cuando regresaban a su hotel en la ciudad de Durban después de un entrenamiento, los jugadores de Grecia se dieron con una ingrata sorpresa.

Cuatro de los seleccionados griegos advirtieron que sujetos desconocidos habían entrado en sus habitaciones, revisado sus pertenencias y desaparecido con casi dos mil euros en total, además de efectos personales.  

Sin embargo, posiblemente porque la cantidad de dinero no era tan alta, los griegos prefirieron dar por superado el incidente e incluso solicitaron a la Policía sudafricana que no investigase el hurto. No querían problemas. Estaban concentrados en el partido que marcaría su debut en esta Copa Mundial. Y, sin duda, mucho más les dolieron los dos goles con que los surcoreanos los derrotaron que los dos mil euros perdidos. 

Pero no fue el único incidente de esta naturaleza. Tres días antes del arranque del certamen, cuatro periodistas chinos fueron asaltados en pleno centro de Johannesburgo mientras cumplían con su trabajo. Tres hombres provistos de armas de fuego los despojaron de dinero y de una cámara fotográfica valorizada en dos mil dólares.

La racha de atracos no quedó ahí. Al día siguiente, dos periodistas portugueses y un español fueron víctimas de otro robo a mano armada, pero no en las calles de Johannesburgo, sino en el interior de su hotel en Magaliesburg, al noroeste de Sudáfrica. Esta vez los ladrones obtuvieron un botín bastante más suculento: dinero en efectivo, cámaras fotográficas, laptops y celulares de última generación.

BAJO LA SOMBRA DEL APARTHEID

Estos hechos son graves porque, más allá del dinero y los objetos perdidos, denotan la inseguridad que se vive no solo en las calles sino también al interior de los hoteles de la ciudad donde se disputa el certamen deportivo más importante del mundo.

No obstante, recientemente acontecieron hechos peores relacionados con el fútbol en el continente africano. En enero de este año, mientras se jugaba en Angola la Copa Africana de Naciones, el bus que movilizaba al seleccionado de Togo fue atacado por rebeldes separatistas. ¿El saldo fatal? Tres miembros muertos pertenecientes a la delegación deportiva.  

Entonces, los detractores embistieron con mayor fuerza. Sudáfrica, decían, apenas iniciaba un proceso de integración después de décadas de vivir bajo el sistema del apartheid que había causado miles de víctimas al país de Nelson Mandela. Las heridas de este régimen no cerraban. La delincuencia común campeaba. El odio racial también.

¿Bajo qué argumentos se le ocurre a la Federación Internacional de Asociaciones de Fútbol (FIFA) organizar un campeonato mundial en un país sumergido en este tipo de problemas?

Uno de los principales defensores de esta decisión fue el mismo presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, quien en la página web del máximo organismo del fútbol declaró que este campeonato no está pensado para organizarse donde sea más fácil hacerlo. “Un Mundial de Fútbol pertenece a todo el mundo. Todos los países tienen derecho a organizarlo”.

UNA CUESTIÓN DE ELECCIONES

Sin embargo, más allá de las bonitas palabras de Blatter, que tiene más de político que de deportista, ¿por qué la FIFA se mantuvo en su decisión de llevar a cabo el Mundial del 2010 en Sudáfrica? 

Antiguamente, el torneo se alternaba entre Europa y Sudamérica. Pero en los años noventa el panorama cambió. Las selecciones africanas y asiáticas adquirieron mayor protagonismo en los mundiales. Comenzaron a jugar de igual a igual contra las poderosas selecciones europeas y sudamericanas y en algunos casos las vencían con esfuerzo y orden táctico en reemplazo de la técnica.

Entonces, los directivos de la FIFA entendieron que debían obtener los votos de las federaciones asiáticas y africanas si querían manejar una institución mundial que cuenta con presencia en más de 200 países y que maneja fondos por más de mil millones de dólares.

Lo primero que hizo Blatter (que tiene todas las mañas de un político) fue concederle por primera vez en 70 años de mundiales la organización de la Copa del Mundo del 2002 a Japón y Corea en conjunto. Y, luego del paréntesis europeo en Alemania 2006, le tocó el turno a Sudáfrica.

Con eso se aseguraba los votos asiáticos y africanos (99 en total, contra los 53 de Europa y los 10 de Sudamérica) para una nueva reelección al frente del máximo organismo mundial del fútbol.

La pelota ha empezado a rodar en Sudáfrica. Aunque todavía no ha surgido una selección que marque distancias con relación a los demás países, los favoritos están y son los de siempre. Salvo una sorpresa mayúscula, el campeón saldrá de esos dos continentes olvidados por Blatter al momento de las elecciones FIFA: Europa y Sudamérica. Que gane el mejor.

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