El Apra y sus contradicciones con el poder

Hay algo que en el Perú de nuestros días nos arrostra el marasmo de contradicciones sobre el que evoluciona la política peruana. He aquí la dialéctica. Por una parte, partiendo desde la mismísima cabeza del Estado peruano, no se deja de repetir a más no poder que nunca como ahora el país que este 28 de julio festeja un aniversario más de vida independiente está siendo bien gobernado. Por la otra, el hecho de que el partido, el APRA, al que en principio se le deben estos relativamente buenos resultados se encuentra arrinconado, sin ninguna posibilidad electoral en el inmediato.

Algo que grafica sobremanera esta contradicción, por no decir otra cosa, es el hecho de que, apoyándose en los resultados logrados durante estos primeros cuatro años del segundo gobierno de Alan García que se adjetivan como  buenos en términos macroeconómicos, se hable del escenario del 2021, por una parte, mientras que, por la otra, en la hoja de ruta que nos señala el camino de aquí a aquel trascendental momento, no se mencione justamente el rol de la organización política a la que se debe esta gestión de gobierno auto catalogada como excelente.

Peor aún, el hecho, ya no teórico sino más bien fáctico, que concierne al candidato aprista a la alcaldía de Lima, Carlos Roca Cáceres, quien al parecer no encuentra el apoyo que requiere dentro de la organización aprista para poder despegar y alejarse de los modestísimos porcentajes que señalan en torno a su candidatura los últimos sondeos de opinión pública. Cosa que, de ser cierta, no puede dejar de pasar desapercibida para cualquier observador y suscitar la pregunta en torno al por qué, si las cosas van tan bien, no se apuesta por fortalecer la presencia de la organización en la vida política nacional.

Para quien redacta estas líneas, le resulta insostenible desde el punto de vista de la lógica que se hable de futuro, tal como durante estos últimos días se hace cruzando de palmo a palmo este decenio que viene de iniciarse, y que en los hechos no se fortalezcan las organizaciones políticas en general y, muy en particular, la principal que es el octogenario Partido Aprista Peruano. No hay nada más peligroso para la vida política en libertad que aquello que consiste en debilitar los pilares institucionales sobre los que reposa e impulsa cualquier proyecto político que se desea de futuro.

A estas alturas, creo pertinente señalar, dejando en claro que esto no es  suficiente para salvar mi responsabilidad como ciudadano ante lo que requiere el futuro de mi país, que el porvenir de una comunidad de destino como es la peruana no debe ser dependiente de un liderazgo individual por excepcional que sea este. A no ser que el mismo inscriba su acción dentro del marco que determina el fortalecimiento de la institucionalidad que la edificación del futuro de la patria exige. Pues para dar el gran salto hacia el país que con entusiasmo muchos hoy visualizan, se necesita un país unido apoyado sobre los sólidos pilares que no son otra cosa que las instituciones.