Banner Tuvivienda
Jueves 25 de abril 2024   |   Contáctenos
REVISTA

César Zumaeta presidente del Congreso

Fujimorista Aguinaga vicepresidente. ¿Se afianza la alianza?
Con la elección del aprista César Zumaeta como presidente del Congreso y la designación del fujimorista Alejandro Aguinaga como primer vicepresidente, la sociedad que el PAP y el fujimorismo parecen haber firmado en silencio, va camino a fortalecerse en este año electoral. ¿Qué cariz tomará este acuerdo?
(0)
César Zumaeta presidente del Congreso

Contradiciendo el argumento que esgrimía el fallecido parlamentario aprista Ramiro Prialé cuando los periodistas de la época lo interrogaban acerca de la inclinación de su partido por llegar a entendimientos con grupos políticos que habían perseguido a sus líderes, en la actualidad parece que conversar sí es pactar.

Eso se puso de manifiesto cuando, en medio de la juramentación de Aguinaga como primer vicepresidente, la fujimorista Martha Moyano rompió la solemnidad de la ceremonia para lanzar arengas a favor del ex prófugo y ahora encarcelado Alberto Kenya.

“¡Chino, chino, chino!”, gritó Moyano, y todos se volvieron a mirarla, algunos con una sonrisa y otros con un gesto de desaprobación. Los apristas ni siquiera se sonrojaron, por supuesto, aunque debieron de recordar que es la quinta vez que entregan la primera vicepresidencia a los fujimoristas. En la recta decisiva rumbo a las elecciones del 2011, ¿la alianza se afianza?

HOY POR MÍ, MAÑANA POR TI

Quizás para guardar las apariencias, unos días antes el legislador fujimorista Carlos Raffo había declarado que su bancada no estaba muy entusiasmada con la posible elección de Zumaeta como presidente del Congreso.

“Es un congresista correcto, pero no sabemos si tendrá las condiciones para dirigir un congreso que promete ser el más complicado de estos cinco años”, declaró en aquella ocasión, aludiendo al último año de gobierno aprista, lapso en el cual los grupos políticos buscarán acomodarse con miras al 2011.

Sin embargo, precisó también que el fujimorismo no presentaría candidato propio, como finalmente sucedió.

Las cámaras de televisión mostraron que los fujimoristas marcaban sus boletas antes de depositarlas en las ánforas (a diferencia de, por ejemplo, los humalistas, que mostraban sus votos viciados). Resulta evidente que los fujimoristas se inclinaron por Zumaeta, aunque no estuvieran “convencidos” de ello.

¿Cuáles son los objetivos que perseguirían el aprismo y el fujimorismo con esta alianza? Los seguidores del ex presidente apresado han conseguido uno: mejores condiciones carcelarias para su líder. Esto incluye paseos por la Diroes para supervisar el cuidado de los jardines, visitas diarias de familiares y allegados y recitales de su grupo favorito de música, entre otras gollerías. 

El APRA, por su parte, ha asegurado durante los cinco años de su mandato la presidencia del Congreso, cediéndole a los fujimoristas la primera vicepresidencia y seguramente algunas comisiones importantes, pero asegurándose una oposición en minoría al momento de las votaciones. No es poco.

Sin embargo, solo es un ensayo para lo que vendría más adelante. La mira de los fujimoristas apunta al 2011, cuando harán todo lo posible para que Keiko Fujimori gane la Presidencia de la República.

¿Para qué quiere Keiko descansar sus posaderas en el sillón de Palacio? Para indultar a su padre, condenado a 25 años de prisión. ¿Después? Ni ella sabe. Por el momento, es el único punto en su plan de gobierno. 

Lo que Keiko y su grupo sí saben es que para lograr ese objetivo necesitan (además de la mala memoria y la baja autoestima de millones de peruanos) de las malas artes del actual mandatario.

Hace 20 años Alan García se valió de la maquinaria bien aceitada de su partido para destruir la candidatura de Mario Vargas Llosa y colocar a Alberto Fujimori en Palacio. Luis Alva Castro era el candidato oficialista, pero eran tiempos difíciles de hiperinflación y terrorismo y nadie estaba para fijarse en detalles.

Fujimori ganó esa elección. Dos años después cerró el Congreso y persiguió a García, quien debió huir por los techos aledaños de su casa en La Molina para no caer en manos de soldados que habían recibido la orden de eliminarlo. Luego tuvo que asilarse en la embajada colombiana y trasladarse a ese país, dejando a su esposa Pilar Nores y a sus hijos.

García recuerda sin duda esos momentos de zozobra: su corazón saltándole en el pecho, las lágrimas de sus hijos, el miedo en los ojos de su mujer. Pero está dispuesto a olvidarlos. La historia lo llama. En el 2016 aspira a ser nuevamente presidente del país.

Entre otras cosas, porque se convertiría así en el único mandatario elegido en tres ocasiones y porque tiene la ilusión de encabezar el 2021 las celebraciones por el bicentenario de la independencia del Perú. En el fondo, solo es un romántico.

CON ESOS ENEMIGOS, ¿QUIÉN NECESITA AMIGOS?

La oposición ha contribuido a fortalecer este pacto con su falta de cohesión, su carencia de ideas, su desorden y su decadencia, cuando no con sus delitos y bribonadas. Los casos de congresistas mataperros, comepollos, plantacoca, entre otras perlas, fueron quizás celebrados entre risas por fujimoristas y apristas.    

Ni siquiera fueron capaces de presentar una lista que hiciera frente a la candidatura de Zumaeta.

Cuando parecía que Víctor Andrés García Belaunde se lanzaría a la contienda, sus pretensiones se diluyeron en un mar de indecisiones y mezquindades por parte de sus colegas opositores. Su correligionario de Acción Popular, YonHy Lescano, no tuvo mejor suerte.

El humalismo tampoco impulsó una lista opositora. Pero ellos por lo menos tienen una excusa. Sus integrantes están demasiado ocupados matando perros, ordenando a sus asistentes que les planchen camisas y sembrando hoja de coca en zonas donde campea el narcotráfico. No se puede hacer dos cosas a la vez.   

De esta manera, la votación del lunes 26 de julio concluyó en poco más de una hora, sin emoción. La lista encabezada por Zumaeta obtuvo 59 votos, mientras que la oposición se disolvió en 19 votos viciados, 31 en blanco y 1 en contra.

A punto de iniciarse el último tramo de su gobierno, el partido oficialista ha obtenido el control del Parlamento. En una celda de la Diroes, con la correspondiente calefacción para protegerse del invierno, sentado cómodamente frente al televisor, un septuagenario japonés sonríe. Es una sonrisa torcida que todos conocemos. ¿Le alcanzará?

Participa:
COMENTARIOS
0 comentarios      
2018 Grupo Generaccion . Todos los derechos reservados    |  
Desarrollo Web: Luis A. Canaza Alfaro    |    
Editor de fotografía: Cesar Augusto Revilla Chihuan