El informe “Presos del desarrollo” de Survival International expone el coste oculto de obtener electricidad “verde” por medio de grandes presas hidroeléctricas.
Los pueblos indígenas han sufrido de manera desproporcionada los impactos negativos de las presas hidroeléctricas construidas en sus territorios, mientras que rara vez participan en el reparto de beneficios.
La financiación y el apoyo internacional para nuevas presas comenzó a agotarse a finales del siglo XX, a medida que los impactos negativos de los proyectos de energía hidroeléctrica se hacían cada vez más evidentes.
Ha transcurrido ya una década desde que la Comisión Mundial de Presas reconociera que los proyectos de grandes presas "han conducido al empobrecimiento y al sufrimiento de millones", y estableciera normas y directrices para las presas futuras, incluyendo que los proyectos se guíen por el consentimiento libre, previo e informado de los pueblos indígenas sobre aquellos proyectos que los afectan.
El entusiasmo por la construcción de megapresas está resurgiendo de nuevo, liderado por un grupo de presión internacional de esta industria que trabaja intensamente para presentar a las presas hidroeléctricas como la panacea en la lucha contra el cambio climático. Solo el Banco Mundial destinará 11 mil millones de dólares a la construcción de 211 proyectos hidroeléctricos en todo el mundo.
IGNORADOS
Las lecciones aprendidas a lo largo del último siglo están siendo ignoradas, y los pueblos indígenas de todo el mundo se encuentran de nuevo al margen, viendo sus derechos violados y sus tierras destruidas.
El impacto sobre los pueblos indígenas es profundo. Los indígenas amazónicos enawene nawe se han enterado de que las autoridades brasileñas proyectan construir 29 presas en sus ríos. A lo largo y ancho de la Amazonía, los territorios de cinco pueblos indígenas no contactados se verán afectados.
El pueblo indígena penan de Sarawak se enfrenta a ser expulsado de sus tierras para dejar paso a una presa, y otros pueblos indígenas de Etiopía podrían verse forzados a depender de la ayuda alimentaria si no se paraliza la construcción de una presa en el famoso río Omo.
CONSECUENCIAS FUNESTAS
La creación de un embalse por medio de una presa conlleva la inundación de tierra, la potencial sumersión de cultivos, bosques y casas, y la reubicación forzosa de comunidades enteras.
Muchos indígenas tuvieron que desplazarse para dejar vía libre al embalse de la presa Bakun de Sarawak, que cubre una superficie casi del tamaño de Singapur.
El embalse de la presa india de Sardar Sarovar en el río Narmanda provocó la expulsión de miles de familias, muchas de ellas indígenas. A pesar de que el Banco Mundial, que financiaba parte de la presa, exigía estrictamente que todas las personas desplazadas fueran reubicadas en una tierra de similares características a la que tenían que dejar, los gobiernos locales optaron en su lugar por dar a muchos de los desplazados una indemnización en efectivo u ofrecerles tierra estéril e inútil. El resultado fue miseria y dependencia.
Además, la creación de embalses conlleva la reducción del caudal de agua de un río, alterando sus patrones de crecimiento. Los cambios bruscos en el flujo de agua durante las estaciones pueden poner en peligro la seguridad alimentaria de las comunidades que viven río abajo.
Cambiar el caudal de un río afecta al movimiento de los peces que viven en él, una fuente de alimento imprescindible para muchos pueblos indígenas.
Aunque los defensores de las presas citan con frecuencia los embalses como un entorno excelente para la cría de peces, el equipamiento que se requiere para capturarlos en estas aguas (en vez de en las de un río) puede necesitar de un capital que está fuera del alcance de la mayoría de los indígenas, lo que lleva a que los recursos del río vayan a parar cada vez más a las manos de negocios foráneos en vez de a los pueblos indígenas que los han protegido durante generaciones.
PRESAS Y ENFERMEDAD
Los embalses de las presas son un perfecto campo de cultivo de transmisores de enfermedades, como los mosquitos de la malaria o los caracoles portadores de esquistosomiasis.
Los casos de infecciones de malaria en las zonas donde hay una presa son sistemáticamente más elevadas después de llenar el embalse.
La gran afluencia de personas que se requieren para la construcción de una presa y para su posterior funcionamiento tiene significativas implicaciones para la salud de los pueblos indígenas aislados. Los trabajadores de las presas, por ejemplo, portan enfermedades que pueden ser completamente desconocidas y mortales para los pueblos aislados.
BARRERAS
Aunque la mayoría de los proyectos de construcción de presas dicen consultar a las poblaciones afectadas, el proceso no suele ser apropiado o adecuado para los pueblos indígenas. Obstáculos básicos, incluidas las barreras lingüísticas o la falta de reconocimiento de las necesidades particulares y de los valores de un pueblo indígena concreto, tienden a convertir el proceso en un ejercicio simbólico más que en un auténtico diálogo.
En suma, es hora de poner en una balanza los argumentos a favor y en contra de la construcción de presas, tomando en cuenta el futuro de los pueblos indígenas que cada vez son menos en el mundo.
Ningún nuevo proyecto de presas hidroeléctricas debe desarrollarse donde afecte a territorios de pueblos indígenas. Survival considera que en el caso de pueblos indígenas aislados o no contactados, donde la consulta no es posible, no debería haber proyectos de desarrollo de presas hidroeléctricas en sus territorios.