¡Era de esperarse! La reprimarización del aparato productivo de nuestra economía, iniciada en el aciago periodo del colapso económico, social y político que significó para el Perú la década de los ochenta, consolidada luego durante los años de rampante implementación de las políticas neoliberales que fueron los de la década del noventa, inevitablemente tenía que traer consigo el inicio del aggionarmento de nuestro país a las exigencias de la conciencia medioambiental a nivel planetario.
Claro que sí. La desindustrialización de nuestra economía, a través del desmantelamiento, para bien o para mal, de nuestro aparato industrial, trajo como consecuencia, en un contexto de crecimiento demográfico y creciente informalidad a todos los niveles en el país, la explotación intensiva de nuestro suelo y subsuelo. La priorización, en un primer momento, de la minería y, luego, de la agricultura, se convertiría así en el modelo que había escogido nuestro país para crecer.
Tarde o temprano, la explotación intensiva de los recursos naturales que yacen en nuestro subsuelo desde la noche de los tiempos, al igual que la potencialidad agropecuaria de nuestro rico territorio, tenía que confrontarnos con un problema: el que planteaba la presencia de una creciente población diseminada a lo largo y ancho de nuestro territorio, que exigía que el uso de nuestros recursos, tomando en cuenta su inevitable e inobjetable presencia, sea racional y planificado, a fin de garantizarle al pueblo peruano, no solo crecimiento, sino también desarrollo. Desarrollo Sostenible.
Así hoy, otro no podría ser el escenario. Pues el hito que significa, en el inevitable proceso de materializar lo que manda las exigencias de una conciencia medioambiental, la creación del Ministerio del Medio Ambiente es un imperativo. Los continuos conflictos sociales que crean desconfianza en el país, las denuncias internacionales de carácter medioambiental, así como la necesidad de racionalizar y reglamentar la actividad extractiva de los recursos naturales, potenciando así nuestra presencia en el escenario global, exigían la existencia de este ente directriz en el aparato del Estado.
Nos confrontamos, en esta forma, pues hoy todos y cada uno de los peruanos, en el contexto de este nuevo escenario, ante el hecho de tomar la posta que nos es entregada para, haciendo nuestro este Ministerio que es una institución de todos los peruanos, asumir el reto histórico de participar activamente en el proceso que este catalizará. Desde donde nos encontremos, sea en el seno de la sociedad civil, la actividad privada o el aparato del Estado, tenemos la gran oportunidad de contribuir a que nuestro país se encuentre consigo mismo.
Una nueva vía se ha abierto ante nosotros. Una vía alternativa hasta hace poco insospechada tanto a nivel colectivo y, sobre todo, a nivel individual. Avancemos sin temor por esta senda que, aunque de seguro no estará libre de obstáculos, nos guiará por el camino de un crecimiento sano que, a su vez, nos llevará hacia un desarrollo con mayor bienestar. En el que el hombre peruano, ennobleciéndose, respetará y hará respetar el patrimonio natural del Perú. Haciéndose así más humano.
