El chocolate

Uno de los manjares del mundo contemporáneo que ha acompañado historias de amor, batallas, desamores y reconciliaciones, narraciones cotidianas, vivencias comunes y hasta las más sofisticadas, es –sin duda- el chocolate.

Aquel producto, resultado de ese afán de transformación que el hombre experimenta en su evolución, ha removido emociones, industrias y países, gracias a su producción y consumo.

Como bien lo mencionan varios textos de consulta, a propósito de la revolución que significa su presencia en el mundo, la palabra chocolate proviene del vocablo azteca xocolatl que significa "alimento de los dioses". 

Su insumo fundamental, su esencia, es el cacao, árbol nativo de la selva amazónica y que crece solamente a 20 grados al norte y 20 grados al sur del Ecuador en América.  Su nombre científico es “Theobroma Cacao”.

Pero si hemos mencionado el mundo contemporáneo, no se crea que su data es reciente: los aztecas, esos primeros indígenas que encontraron los españoles en su llegada a estas tierras, ya consumían el cacao en forma de bebida.

“El primer europeo que probó el chocolate fue Hernán Cortés, invitado por Moctezuma, el chocolate era tan caro que solo era bebida de los altos mandatarios” (1).  En México, su lugar de origen, se utilizaba como dinero en lugar de monedas. Se menciona que –a manera de ilustración- con ocho semillas de cacao, se compraba un conejo.

Fue un monje español quien se encargó de difundirlo en España, empezando por el Monasterio de Zaragoza hacia 1520. Lo hizo de modo muy discreto. Pronto llegó a oídos de los Reyes de España y así la Monarquía también pudo disfrutar de sus bondades. Se dice que durante cien años, su consumo fue moderado y exclusivo de la realeza española.

Un italiano viajero en España descubrió el secreto y se encargó luego, de difundirlo por toda Europa. Antonio Carletti es el responsable indirecto de su transformación y delicia, ya que gracias a él, el chocolate en forma de cacao y bebida, llegaría hasta Suiza, donde logró su perfeccionamiento. El suizo Cailler fabricó en 1820 las primeras tabletas comestibles y fue Henry Nestlé quien le incorporó leche al chocolate sólido.

PROPIEDADES Y ALGO MÁS...

Si bien son muchas las propiedades que se le atribuyen a esta golosina o bocado de los dioses, debe quedar claro que su consumo no siempre fue del modo que lo conocemos en la actualidad.

Incluso la bebida de la que hablan los cronistas, no era otra cosa que una especie de cerveza de chocolate, que consistía en la bebida del cacao fermentada, a la que se le añadía chile, especias y hasta pimienta, convirtiéndola en una bebida fuerte, ideal para hombres, guerreros y jóvenes iniciados en las actividades de la caza y la agricultura. Se cree que aquí nace la consideración de consumirla como energizante y estimulante sexual. Es en esta forma y con un aspecto negruzco que llega a Europa, siendo inicialmente rechazada y convirtiéndose con el tiempo en la golosina preferida del Viejo Mundo. 

Leche, vainilla, licor, azúcar y canela, fueron los insumos básicos que convirtieron al amargo y picante chocolate en lo que ahora conocemos para gozo de quien lo prueba, a expensas de hacernos perder la figura, la pasividad y hasta la cabeza.

Aunque su excesivo consumo puede causar adicción, sus elementos también producen en el consumidor, beneficios para su salud física y mental. Esta golosina contiene unas sustancias llamadas flavonoides que ayudan a mantener el corazón sano y facilitan una buena circulación sanguínea, además de favorecer el intercambio de serotonina en el cerebro, aliviando la depresión y el dolor producido por el desamor. Por ello muchos expertos afirman que el chocolate alivia los males de amor.

Sobre el carácter afrodisíaco del chocolate, se creía que tenía poderes y que daba fuerza y vigor sobre quienes lo bebían, ya que estaba constituido por una mezcla de vino o puré fermentado, con el agregado de especias, pimentón y pimienta. Para ese entonces esta bebida era bastante amarga, pero al parecer muy enriquecedora en el campo del amor.

“Madame du Barry, según se dice, servía chocolate a todos sus amantes antes del acto sexual.  El mismísimo Casanova declaró que se trataba de una bebida mucho más vigorizante que la champaña. Y el resultado fue tan positivo que, el emperador azteca, Moctezuma, también lo tomaba antes de sus encuentros con sus concubinas”.  (2)

TIPOS Y CARACTERÍSTICAS

Según los científicos, los efectos antibacterianos del cacao superan a los del té verde, bebida tradicional de China, y a los del café, al poseer una gran capacidad antioxidante.

Los antioxidantes son sustancias que ayudan a reducir el daño de las partículas cancerígenas del cuerpo.  El chocolate, no solo tiene esas virtudes tan aconsejables para la salud, es casi innecesario hablar de sus bondades como alimento, ya que si solamente lo catalogáramos por su sabor, tendríamos razones suficientes para convertirlo en el dulce preferido del mundo entero.

No interesa la forma como se le consuma; los tipos, las presentaciones y los añadidos, simplemente le han dado un valor agregado a todo lo que el chocolate supone como alimento y también –por qué no decirlo- como estimulante.  Un antojo dulce, graso, pero ideal para los momentos de apatía. El chocolate es la golosina favorita de grandes y chicos.  En su forma líquida es bebida caliente y tradicional en fiestas religiosas alrededor del planeta.  En tabletas o como golosina, es uno de los productos que más se comercializan a nivel nacional e internacional.

El mercado peruano posee un cacao de alta calidad sobre todo en las zonas de Cusco, Huancavelica y Apurímac. Este ya ha sido transformado, básicamente para su consumo como bebida, con mayor incidencia grasa en su composición. Mientras que el cacao convertido en chocolate para la industria de golosinas, proviene de las zonas amazónicas de nuestro país. 

A propósito, en la última edición de Mistura, se le dedicó un espacio importante gracias a su calidad y a la variedad de presentaciones que las diversas tiendas comerciales, ubicadas al interior del Perú, han producido.

El chocolate, en sus múltiples presentaciones, va a ser siempre considerado como ese dulce que empalaga más allá del paladar. Que tomando la forma que sus artesanos le dan, se mimetiza con su consumidor y se vuelve cómplice de sus sentimientos y percepciones.  El chocolate, a través de los siglos ha alegrado el espíritu y el corazón del hombre y ha hecho que la mujer se sienta cada vez más cerca del cielo en ese encuentro íntimo con sus emociones.

(1) http://www.recetas.net/monograficos/monograficos.asp?idMon=504

(2) http://www.gastronomiaperu.com/articulos/detalles.php?d=14