La protección de los consumidores

La Presidenta del Federal Deposit Insurance Corporation, Sheila C. Bar, afirma “lo importante que es introducir nuevos estímulos para la protección de los intereses de los consumidores ya que en adelante será incuestionable que las  prácticas y los productos abusivos pondrán en peligro la seguridad  y solidez del sistema financiero”.

Y agrega que “cuando el interés público está en juego, el proceso de gestión de quiebras debe facilitar el desmantelamiento ordenado del establecimiento de forma de proteger los intereses de los contribuyentes y de la economía en su conjunto y no únicamente los intereses financieros privados”.

Por supuesto que coincidimos con la idea de proteger a los consumidores del sistema bancario y financiero así como con la necesidad de crear una nueva entidad encargada de instaurar normas coherentes para su protección.

Ante la explosión de la crisis de las subprimes, tipo de préstamos hipotecarios otorgados a las familias más modestas en los Estados Unidos, y bajo el impulso del G20, se han formado diversos grupos de trabajo así como instancias de reflexión para proponer una reforma financiera con alcance global.

Numerosos esfuerzos se están realizando para refundar un sistema financiero que sea una plataforma más estable y sólida para el crecimiento económico sostenido. La reforma impulsada por el presidente norteamericano Barack Obama constituye un buen inicio en este saludable sentido.

Y es que una verdadera reforma financiera es esencial para todos. La experiencia de la crisis actual nos ha mostrado hasta qué punto la falta de transparencia y la toma excesiva de riesgos a través de los derivados del crédito, los fondos especulativos, y la concepción "demasiado grandes para quebrar”, pueden afectar la seguridad financiera de todo el orbe.

La ley de reforma financiera promulgada en julio 2010 constituye una victoria del presidente Obama contra Wall Street que en adelante estará obligado de actuar de manera “más responsable”. Se trata de la reforma financiera más importante adoptada desde la Gran Depresión post-1929. Un avance concreto que no podemos menos que aplaudir.

Paul Krugman subrayaba ya en el 2000 que el término de la crisis asiática había llegado demasiado pronto para motivar una verdadera voluntad de reforma a escala mundial.

Joseph E. Stiglitz recuerda que se habló mucho de una nueva  arquitectura financiera mundial después de la crisis asiática de 1998, pero cuando la economía mundial se recuperó, esta voluntad se desvaneció. El Nobel de Economía cree que la gravedad de la crisis actual, transformada en recesión mundial, determina una reforma necesaria que no podemos permitir que fracase. A partir de una memoria demasiado corta y conveniente para determinados intereses.

Por Alexis Gonzáles Tello
Economista, Magíster en Finanzas y Desarrollo (Université de Paris). Especialista en reforma financiera.