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Saber decir... ¡Gracias!

Etiqueta social
Mientras imaginaba cómo empezar este artículo -que hace bastante tiempo quería escribir- encontré un enunciado del escritor e intelectual francés Jean de la Bruyére: "Solo un exceso es recomendable en el mundo: el exceso de gratitud".
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Saber decir... ¡Gracias!

Bruyére hizo de tutor y secretario del duque de Borbón y alcanzó notable prestigio como hombre de letras por la publicación de su obra Los caracteres (1688). Fue duro crítico de la decadencia moral de su época y de la corrupción imperante entre los gobernantes. Un personaje admirable, severo y conveniente de recordar, con mayor énfasis, en este tiempo republicano de ‘crecimiento económico’, caracterizado por una visible carencia de valores desde las más altas autoridades que conducen los destinos nacionales.

Al referirnos a la gratitud debemos remontarnos a su origen. El término “gracias” proviene del latín gratia que deriva de gratus (agradable, agradecido). Gratia en latín significa honra y alabanza que se tributa a otro, para luego simbolizar el reconocimiento a un favor. Gratus y gratia tienen el mismo origen indoeuropeo.

El empleo del vocablo “gracias” debe estar siempre acompañado de un acto explícito de respuesta a una fineza recibida. Cada vez que puedo observo a las personas agradecer y en la mayoría de situaciones lo hacen por cumplir una formalidad y empleando una entonación que no refleja su aparente intención. Agradezca con una sonrisa, mirada agradable y una actitud que muestre coherencia. Por común y rutinario que sea su uso, hace sentir bien a quien lo recibe.

No se convierta, como las señoritas de las agencias bancarias, en una ‘máquina’ que saluda, muestra los dientes, recita un libreto y concluye diciendo “¿en algo más lo puedo atender?”. Sea cálido y use palabras que marquen la diferencia. Por ejemplo: Ha sido usted muy amable, gracias; le estoy agradecido por su gentil deferencia; agradezco su tiempo concedido y le deseo un buen día; entre otras expresiones que enriquezcan su proceder.

Cuando sea convocado a una actividad familiar, institucional o laboral, agradezca. Escriba una nota después de una invitación a comer, recibir un obsequio, homenaje o condolencia, merecer una atención, a las personas que lo hospedaron y agasajaron durante su viaje fuera de la ciudad, etc. Cualquier cortesía en el quehacer personal o profesional motivará su reconocimiento. En ocasiones informales hágalo a través de una llamada telefónica o email. En acontecimientos de realce y formalidad escriba una esquela o carta. Es un rasgo elegante, poco usual (por desgracia) y distinguido.

Conozco individuos -de todo nivel, edad y estatus- que emplean como pretexto sus múltiples ocupaciones para no agradecer. Recuerdo que envié un obsequio a una amiga por su matrimonio mediante una tienda de la que tenía conocimiento que no reparte los regalos con puntualidad. Decidí escribirle un correo electrónico, después de varias semanas de la boda, para confirmar su entrega. Me corroboró su recepción y añadió que remitiría una tarjeta de agradecimiento que, por cierto, hasta hoy espero. Este episodio es uno de los tantos que podría compartir con usted y en los que ‘dar las gracias’ está camino a la extinción.

La vida, su vida y el mundo están compuestos por agradables detalles que no debiéramos, por el apremio cotidiano, omitir manifestar en cuanta circunstancia sea propicia. Emplear la palabra “gracias” lo enaltecerá. Hágalo un hábito que muestre su consideración a sus semejantes. Confíe en que su actitud será un modelo que otros, probablemente, imiten.

Todavía la óptima educación no describe a nuestra sociedad, pero no pierda la esperanza de que cada gesto suyo, por pequeño que sea, es una manera de hacer pedagogía y, por lo tanto, estará persuadiendo en el ejercicio de estos acertados y añorados comportamientos

Recuerde el sabio e interesante dicho del filósofo Lucio Anneo Séneca: “Es tan grande el placer que se experimenta al encontrar un hombre agradecido que vale la pena arriesgarse a no ser un ingrato”. Comience agradeciendo, todas las mañanas, el nuevo día que Dios ofrece y cada satisfacción, alegría e ilusión que la vida nos brinda. ¡Gracias!          

Por Wilfredo Pérez Ruiz

Expositor de etiqueta social en el Instituto de Secretariado ELA y la Corporación Educativa Columbia. Docente y consultor en protocolo, imagen personal e institucional y etiqueta.

http://wperezruiz.blogspot.com/

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