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PAÍS Y SOCIEDAD CIVIL

Como en todas las ediciones de Gener@cción, nuestro Director Fundador Francisco Huanacune, nos ofrece su artículo editorial.
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PAÍS Y SOCIEDAD CIVIL
La exclusión del MRTA de la lista de organizaciones terroristas en el mundo que elabora el Parlamento Europeo, ha suscitado un fuego cruzado de opiniones tan diversas como el calibre de ellas. En el centro de la controversia está una ONG especializada en Derechos Humanos, APRODEH, que habría influenciado a través de una inoportuna misiva a los parlamentarios del viejo continente.
 
Las puyas verbales han sido tales, que podríamos decir, haciendo uso de una metáfora, que si se hubiera tratado no de palabras sino de balas, ya ninguna cacerina tendría alguna por usar. Pues todo, o casi todo, se ha dicho explícita y categóricamente sobre las hoy nuevamente vapuleadas ONGs, e implícitamente sobre lo que en teoría se conoce como la Sociedad Civil. Esto, más allá de la naturaleza intrínseca del MRTA.
 
Por un lado, los que defienden a las ONGs. Por el otro, los que, señalando con el índice acusador, no solo consideran culpable de lesa patria a la que se habría atrevido a mal informar a los eurodiputados, sino también a todas aquellas que se alinean con esta posición. Y de rebote a todas las demás. Más fiscalización para estas organizaciones que viven de la filantropía internacional, reclaman ellos. La pasión se desata.
 
Al punto que algunos llegan al extremo de negarle pertinencia y, por tanto, existencia a las ONGs y, también de rebote, conciente o inconcientemente, a ese espacio de realización del ciudadano que es la Sociedad Civil. Espacio que se crea a partir del encuentro del ser humano con sus congéneres cuando, haciendo uso de su plena libertad, éste encontrándose con su prójimo, si desea, puede o no asociarse a él.
 
Mucho cuidado, señores, una cosa es el mal uso que podrían estar haciendo algunas Organizaciones No Gubernamentales de los fondos que deben destinarse a fines eminentemente de desarrollo humano y social en nuestro país. Otra es hacer generalizaciones y extrapolar a partir de un caso o de algunos de ellos. U otra, que sería peor, caer en el confucionismo conceptual y negar existencia real a la Sociedad Civil.
 
No hay sociedad, señores, que hoy se jacte de ser democrática y a la vez de bienestar que, en el largo recorrido que los ha llevado a este estadio en su evolución, no haya sido dinamizada y fortalecida por la presencia proactiva de asociaciones de diverso tipo que le han dado sentido y norte a su existencia. Asociaciones, entre las cuales las ONGs, siendo un tipo entre estas, son solo uno, aunque importante, finalmente.
 
Señores, el que tenga que fiscalizar, en el marco de la Constitución y la Ley, lo haga y ya. Que ejecute bien su trabajo, que no rehuya a sus responsabilidades. Hay que evitar la amalgama y la confusión conceptual que, generándose, puede minar las bases mismas del régimen democrático que encuentra en una Sociedad Civil y en el sinnúmero de asociaciones que le dan existencia a uno de sus soportes, sino el principal.
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