Jueves 25 de abril 2024 | Contáctenos
Es usual escuchar que Perú es un país privilegiado, entre otras cosas, por sus bellos paisajes, que inspiraron la letra del conocido vals Mi Perú: Tengo el orgullo de ser peruano y soy feliz, de haber nacido en esta hermosa tierra del sol, donde el indómito Inca prefiriendo morir, legó a su raza la gran herencia de su valor. Ricas montañas, hermosas tierras, risueñas playas, es mi Perú; fértiles tierras, cumbres nevadas, ríos quebradas, es mi Perú...
Pero lamentablemente Lima dista mucho de ser la "Ciudad Jardín" como era llamada en el pasado. Hoy en día, sufre un alto déficit de áreas verdes con apenas un metro cuadrado de área verde por habitante, cuando los estándares internacionales establecen de 8 a 15 metros para considerar como saludable una urbe.
La ciudad capital es más conocida como Lima la horrible, como se titula la obra que Sebastián Salazar Bondy publicó en 1964. Y es que basta recorrer, por citar un ejemplo, la Carretera Central camino a Chaclacayo para toparse con el caos, la inmundicia y el hacinamiento que caracterizan al distrito limeño de Ate.
Se anunció que a fines del 2010 se reubicaría a los comerciantes del mercado Ceres, que lo único que ha hecho es afear aún más el distrito y obstaculizar la ampliación vial. Pero ya estamos en el 2011 y todavía ¡No se oye, padre!
Lima presenta el peor cuadro de contaminación atmosférica entre las capitales latinoamericanas, según un informe del Instituto de Estudios Peruanos.
De acuerdo a los resultados, en Lima se presenta dióxido de nitrógeno, dióxido de sulfuro y material particulado en niveles más letales que en México, Santiago de Chile, Sao Paulo, Río de Janeiro o ciudades de otros continentes como Tokio, Madrid o París.
El 80% de las emisiones contaminantes de Lima proviene de su parque automotor, que no solo contamina el ambiente sino que brinda un mal aspecto: combis destartaladas con cobradores sucios con las uñas súper largas llenas de mugre que en cada esquina instan a los pasajeros a subir dando gritos, a voz en cuello.
“Como turista puedo decir que de todo el Perú, lo más feo (y la ciudad más fea que he podido ver en todo el mundo) ha sido Lima. No cumple los sagrados requisitos de una ciudad acogedora: limpia, segura, ordenada: todo lo que no es Lima. En Lima abundan los complejos y la ignorancia”, doloroso comentario de un visitante extranjero.
“Hace poco estuve en Perú y he podido comprobar que tanto los turistas como los peruanos encuentran que Lima es una ciudad fea, sucia, desordenada, desolada y extraordinariamente caótica, además de peligrosa. El tráfico es de morirse: los coches parecen autos de choque, es una ciudad de más de 7 millones (de habitantes) sin metro y con ‘guaguas’ desvencijadas que dan miedo solo de verlas”, es la opinión de otra turista quien afirma que Lima es “fea capital para un país tan bonito”.
La flamante alcaldesa de Lima, Susana Villarán, tiene muchos retos por delante, uno de los más urgentes es encontrar una solución al tema de inseguridad ciudadana que campea en la ciudad.
Otro dolor de cabeza para la nueva alcaldesa es el urgente reordenamiento del caótico tránsito característico de la ciudad capital. Los residentes en Lima también piden más obras de infraestructura y más complejos deportivos y culturales. El gran desafío de Susana Villarán será, además, embellecer la otrora “Ciudad de los Reyes”.