¿Deben las autoridades eclesiásticas entrometerse en la campaña electoral?, ¿es correcto que utilicen celebraciones católicas como la Semana Santa para pronunciarse sobre las candidaturas presidenciales?
Si bien es cierto, cada quien es libre de hablar de política, criticar a los candidatos y referirse positiva o negativamente a sus planes de gobierno, hay personas que por el cargo que ostentan deberían actuar con mayor tino. Uno de ellos es sin duda el cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, caracterizado por utilizar el púlpito de la Catedral para referirse a temas políticos.
El arzobispo de Lima aprovecha las celebraciones católicas y las ceremonias religiosas para hacer proselitismo tanto a favor como en contra de lo que considera políticamente incorrecto.
En plena Semana Santa, Cipriani criticó a Mario Vargas Llosa por decir que votará por Ollanta Humala en la segunda vuelta electoral. El cardenal demandó al Premio Nobel de Literatura más seriedad y no indicarle al pueblo peruano cómo debe votar.
Juan Luis Cipriani afirmó que Vargas Llosa “es un gran escritor, pero es un pésimo político”, luego de que el renombrado literato calificara de “mal mayor” a la candidata Keiko Fujimori y anunciara que votará por Humala.
Durante la Santa Misa de Pascua de Resurrección, Cipriani denunció la “soberbia” de algunas personas y los maltratos en su contra de quienes se amparan en sus “títulos de la cultura”, en clara alusión al Premio Nobel de Literatura 2010.
En RPP, el cardenal reprochó a quienes cambian de plan de gobierno por cuestión de marketing político. “Les pido (a los candidatos) que digan la verdad. Ustedes no son productos de venta (...) El que ofreció A que dé A y que no esté chequeando cómo se pasa a B o cómo se pasa a H”, manifestó en directa alusión a Ollanta.
Cabe mencionar que el ex presidente del Banco Central de Reserva (BCR), Kurt Burneo, y el ex ministro de Energía y Minas, Carlos Herrera Descalzi, confirmaron que fueron convocados por Gana Perú para corregir y optimizar el plan de gobierno de Humala.
Lo cierto es que para nadie es un secreto que Juan Luis Cipriani ha sido un importante aliado del gobierno de Alberto Fujimori hasta el punto de participar en las negociaciones para liberar a los rehenes de la residencia del embajador de Japón en Lima. Y aunque se ha abstenido de decir explícitamente por quién votará, es más que obvio que lo hará por Keiko.
Además, el arzobispo de Lima es miembro del Opus Dei, institución a la que también pertenece Rafael Rey, quien integra la plancha presidencial de Keiko Fujimori como primer vicepresidente de la República.
¿Hasta que punto Cipriani debería opinar públicamente o dejar de hacerlo? Él mismo ha dejado claro que antes que cardenal, es peruano, y como tal tiene derecho a expresar sus puntos de vista. “Soy peruano de nacimiento con todas las circunstancias, opiniones. Me modero hasta donde puedo en función de la representatividad que tengo como cardenal”, puntualizó.
Es un tanto complejo establecer una línea divisoria entre lo que debe y no debe hablar la autoridad eclesiástica. ¿Puede referirse a temas que le atañen a la Iglesia Católica como el aborto, la violación de los derechos humanos, entre otros, pero limitarse y no pronunciarse sobre los candidatos? ¿Dónde están los límites de lo permisible y lo inadmisible? He ahí el dilema...