Una promesa electoral que suena interesante es aquella que propone otorgar una suma de 250 soles a los mayores de 65 años que no cuenten con una pensión. Es triste observar a los niños que recorren las calles pidiendo limosna o trabajando en lo que sea exponiendo su integridad para ganarse unos centavos, pero es aún más triste ver en ese mismo trote a un anciano que, muchas veces sin fuerzas y con los achaques propios de la edad, tiene que salir a la calle a ganarse la vida.
Esta propuesta denominada Pensión 65 fue puesta en el tapete por el candidato Ollanta Humala Tasso de Gana Perú, cuyo equipo económico ha precisado que, de ganar la elección, este programa será focalizado en los más pobres. Si bien puede ser considerada una iniciativa justa y de verdadera inclusión social, lo cierto es que todavía no es viable en un país como el nuestro.
Este modelo en el que el Estado otorga una pensión básica a los adultos mayores fuera del mercado laboral ya ha sido aplicado en otras naciones. La ex ministra de Economía, Mercedes Aráoz, sostiene que Pensión 65 generaría un serio problema de gasto fiscal que el Perú no tiene y que sí aflige a los países europeos, donde los sistemas previsionales de este tipo están completamente quebrados.
Sin ir muy lejos, en Brasil hay una pensión similar, pero su equivalente a nuestro IGV (Impuesto General a las Ventas) allá alcanza el 25%, mientras que en Perú es de 18%.
Los primeros cálculos proyectan que la aplicación de Pensión 65 le podría costar al Estado unos S/. 7,000 millones, alrededor de 1% del PBI. Varios economistas coinciden en que el único camino que tiene Ollanta Humala para cumplir con su promesa es usar fondos privados o elevar un impuesto de rápida recaudación y de ingreso constante en el tiempo, como es el IGV.
En su plan de gobierno, Gana Perú había planificado financiar Pensión 65 con los fondos de pensiones de todos los peruanos. Posteriormente Ollanta se desdijo y ahora insiste en que su programa no será financiado con los aportes de los ciudadanos a las AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones).
Según Humala, para cumplir con su promesa, “solo falta combatir la corrupción, la elusión, la evasión; falta un gobierno que sea más estricto en el gasto y podemos sacar la plata para hacer Pensión 65”.
No obstante, el ex titular de Economía y Finanzas, Luis Carranza, ha sido claro en señalar que Pensión 65 se convertiría en un gasto permanente que no se puede financiar con cosas tan volátiles como las sobreganancias, la lucha contra la corrupción y contra la evasión.
Por su parte, el economista Pedro Francke, fundador de Bajo la Lupa y presidente del Sistema Metropolitano de la Solidaridad, considera que el Perú seguiría creciendo a un ritmo promedio de 6% al año y propuso financiar Pensión 65 con las sobreganancias mineras.
¿Qué ocurriría si las cosas cambian y el crecimiento del Perú se estanca y los precios de los minerales bajan? El proyecto Pensión 65 no podría ejecutarse y tendría que eliminarse o financiarse con otros impuestos.
Aunque es un proyecto generoso que busca paliar en algo la alicaída economía de miles de ancianos que viven en pobreza, lo cierto es que también puede convertirse en una bomba de tiempo, a decir de la presidenta de la Asociación de AFP, Beatriz Merino, al recordar que la esperanza de vida está en aumento y eso incrementa el número de beneficiarios.