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PROBLEMAS ECONÓMICOS A LA VISTA

El escenario previsible
Era de esperarse, el futuro no sería el anunciado por el ex Ministro de Economía, Luis Carranza. Este es diferente sostiene categórico el autor. Pide oxigeno en el gabinete. Leamos…
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PROBLEMAS ECONÓMICOS A LA VISTA
Si por algo se destacó el ex ministro de Economía Luis Carranza fue por su gran capacidad para incubar desastres. Durante mucho tiempo se la pasó asegurando que la inflación no era peligro, que a diferencia del pasado crecíamos sobre la base de la demanda, que nuestra economía tenía “sólidos fundamentos” y que no había razón para preocuparse. Llegó a asegurar, en atrevimiento frontal con la ciencia económica, que la inflación estaba bajo control, descalificando a los que pensábamos de manera diferente.
 
Así, pletórico, andaba el ex ministro Carranza, hasta que la realidad asomó cual viento por la ventana y lanzó por los suelos todos los papeles de la verborrea del otrora funcionario ministerial. La situación, hoy en día, es muy distinta a la que nos dibujaba el “gracias a Dios” ex responsable de la economía. La inflación aún no ha sido controlada, los combustibles tienen precios embalsados que castigan la posibilidad de una nueva inversión, los índices de morosidad se están elevando, y el nuevo Ministro de Economía Luis Valdivieso ha tenido que anunciar un ajustón.
 
Toda esta situación era previsible. Se comentó, en diversas oportunidades, que más que crecimiento económico lo que teníamos era una hinchazón económica basada en un crecimiento exponencial del precio de los minerales. Contra lo que se piensa nuestro país no hizo sus deberes en el sentido de diversificar nuestras exportaciones ni mejorar su manufactura de valor agregado. Lo mismo pasó con América Latina que, a pesar del incremento de la economía mundial, en la última década cayó a la mitad de su participación en el comercio del mundo.
 
Por otra parte, el gobierno del presidente García perdió la oportunidad de aplicar un impuesto extraordinario a las sobre ganancias mineras que en sólo dos años superaron los 10,000 millones de dólares, con las cuáles el gobierno habría podido acumular dinero para la época de las vacas flacas, que ya están llegando, aceleradamente.
 
Hasta que llegó el ajustón. Se ha empezado por los créditos de consumo, que se habían disparado a niveles peligrosos. Esto por la proliferación de tarjetas de crédito, de plástico, con las cuáles la gente gasta, por adelantado, el dinero que no tiene. Pero hay otros elementos que auguran un futuro diferente a los años inmediatos anteriores. La crisis mundial, que definitivamente nos afectará, tal y como acaba de asegurar el presidente de la CAF Enrique García en reciente seminario.
 
En ese sentido tenemos el tema de las remesas, que en nuestro país vienen en su mayoría de Estados Unidos y España y que ascienden aproximadamente a los 2,500 millones de dólares. Como se sabe, Estados Unidos y España, al igual que parte de Europa, están sufriendo ya los efectos de la crisis económica, incrementándose los niveles de desempleo, lo cual va a afectar el envío de remesas al exterior. ¿Y quiénes son los que reciben las remesas en nuestro país? Los que menos tienen, aquellos que tienen cifradas sus esperanzas de sobrevivencia en el pariente que se encuentra trabajando en el exterior y que envía un promedio de 1200 dólares al año a su familia. Ese monto, en el futuro, de repente ya no llegará, con lo cual los créditos y consumos que se pagaban con esa remesa ya no tendrán su fuente de ingresos.
 
¿Qué podemos pensar de todo esto? En primer lugar que ha habido mucho apasionamiento y poca planificación. Las ansias de querer batir el record mundial de crecimiento nos ha hecho ver el árbol y no el bosque. Se ha confundido el medio con el fin, alegrándonos por un crecimiento económico que debe ser visto como útil si y sólo si nos conduce al desarrollo. Pero no está siendo así. Las revueltas y protestas a nivel nacional demuestran que el ingreso y la riqueza no son para todos.
 
Sin embargo aún la situación se puede manejar. Uno de los factores fundamentales es la recuperación de la confianza y la credibilidad, y ambas este gabinete las ha perdido. Se requiere un oxígeno urgente. Hay ministros que han demostrado mucho afán y pocos resultados. Es el caso de Transportes, Mujer y Desarrollo e Interior. Verónica Zavala, Susana Pinilla y Luis Alva Castro deberían irse. De persistir en un gabinete agotado y sin figuras descollantes que despierten confianza, que no nos sorprenda que el descontento asocial se agudice aún más.
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