Una, la llamada agenda latinoamericana en un escenario que, por la cercanía donde se suceden los conflictos sociales y políticos, además de económicos, podría afectar negativamente, si no lo hace ya, a nuestro país. La otra, la interna, también de índole económica, social y política, que, a medida que avanzan los días y los meses de la segunda gestión aprista, deja vislumbrar, sino deterioro económico y financiero, al menos uno a nivel social y, sin duda, político.
Así, en el escenario exterior, la mediterránea y altiplánica Bolivia, una vez más, allende los linderos del sur este peruano, nos envía sus ondas telúricas, confrontándonos a lo que, para algunos, constituye desde ya la antesala de su desmembramiento. Dos Bolivias, se dice, están hoy frente a frente, en un país cuyo líder, aunque mayoritariamente apoyado en las urnas, no ha sabido integrar a su sociedad ni mucho menos generar consenso en torno al proyecto nacional que dice defender.
Bolivia arde y se desangra. Exige posicionamiento de los países de la región. Habrá que escoger, y eso ya se hace. La Venezuela de Hugo Chávez ha explicitado una vez más, a través de la singular elocuencia de su líder, su escogencia. Otros, como Correa, de Ecuador, según algunos sostienen, hacen doble juego y vuelan raudos buscando ganar tiempo y seguridad. Otros, como en el país de La Estrella Solitaria, observan y esperan, mientras conciben los mecanismos de solución para el problema boliviano. En fin…
Nuestro hermano país constituye la prioridad en la agenda Latinoamericana. Su problema exige solución. Nada debe ser más importante en estas horas de restricción financiera a nivel planetario que ponen a dura prueba las economías, sociedades y formas de hacer política en países como los nuestros que buscan mantener su inserción en el implacable mundo globalizado de nuestros días. Nada debe ser más importante: perder la perspectiva resultaría pueril y peligroso para Latinoamérica.
Pues de lo contrario, este clima externo que se enrarece cada día más, tarde o quizá temprano, terminará, en un contexto de alineamiento de fuerzas y, por qué no, de confrontación a nivel latinoamericano, por enrarecer también el clima social y político a nivel interno en nuestra patria. La que, avanzando ineluctablemente por la senda de su cronograma político, es sometida a los avatares de la economía y las finanzas, así como a los provenientes del soberano que exige satisfacción para sus legitimas expectativas.
Dos agendas podrían imbricarse, si no lo hacen ya, al menos en nuestro caso, de seguir deteriorándose la situación de nuestro vecino. Y no solo en nuestra patria, donde por razones étnicas e históricas, lo que sucede en Bolivia tiene una importancia capital y, por ende, una repercusión, sobre todo en el sur peruano. Sino también, por efecto dominó en los demás países de la subregión… Dos agendas pues que finalmente constituyen una sola...
Como nunca las campanas redoblan en América Latina. La hora de la verdad se aproxima. El problema boliviano, que nos muestra dramáticamente a dónde nos pueden conducir ciertas opciones, no es solo un repique, es más que eso… diciéndonos que nuestros países no constituyen islas en el gran océano que es la ineluctable globalización, que exige de nuestros lideres nacionales, sin duda responsabilidad y cabeza fría, pero también imaginación a fin de que nuestros países encuentren su propio derrotero.
