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HISTORIAS GRÁFICAS DE LA VIOLENCIA

Rupay
Posiblemente el olvido sea para muchos el camino más fácil para desentenderse del pasado, y el recordar se vuelva la tarea más difícil para hurgar en el tiempo. Rupay: Historias gráficas de la violencia en el Perú 1980-1984, es un cómic que contribuye a nuestra memoria histórica sobre los primeros años del doloroso conflicto armado en Perú, y que a través de una ficción de imágenes nos invita dar una mirada a hechos que nunca se debieran olvidar.
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HISTORIAS GRÁFICAS DE LA VIOLENCIA
Rupay es un cómic, aunque no el de las tradicionales entregas que tienen un final feliz o heroico, con personajes tan bien pintados y delineados. Este, por el contrario, termina con uno incierto que, trascendiendo sus páginas, se deja ver y sentir hoy en día en nuestra sociedad. Sus gráficos plasman hechos violentos del pasado peruano, que desde su interior gritan queriendo ser recordados. Con este trabajo, los autores Alfredo Villar, Luis Rossell y Jesús Cossio, tienen la intención que estos queden inmortalizados en nuestra memoria individual y colectiva.
Este singular trabajo, realizado gracias a una beca de investigación otorgada por la Fundación Rockefeller, tomó 36 meses. Según refiere el literato y crítico Alfredo Villar, “fueron en total tres años de trabajo; dos dedicados al estudio, debido a lo complejo del tema, y uno para las revisiones, discusiones y añadidos del proceso creativo para (la elaboración) del cómic”. No sin antes haber señalado, como quien recuerda y agradece por la ayuda recibida, que “la obra nace bajo un proyecto presentado en un concurso organizado por esta institución”.
Pero: ¿por qué llevar estos trágicos hechos acaecidos en nuestra historia no lejana a un cómic de historietas? Vaya pregunta… que, aunque para algunos pudiese resultar difícil de ser respondida, no lo es para Villar, quien sostiene que solo se trata de una cuestión de democracia, mejor dicho de acceso democrático a la información. “La imagen (en el cómic) puede llegar a más gente en un país como el Perú, donde la gran mayoría no está acostumbrada a lecturas abstractas o ideológicas”, afirma categóricamente…
Así, los autores, concientes de esta perentoria necesidad, se lanzaron a la elaboración de esta obra gráfica, que se inició con la selección de las historietas en función de la contundencia de los casos en asuntos de víctimas, crueldad e impunidad, que enrostran a nuestra sociedad, hasta nuestros días, la brutalidad del conflicto. Luego de ello, Villar se encargó de la investigación y armado del guión, buscando imprimirle un sentido narrativo y literario; pero siempre en concordancia con los documentos y testimonios recogidos.
Como fuentes, no está demás decir, se tomaron el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) que viene de cumplir su quinto aniversario de publicación, así como documentos periodísticos de la época. “Había que colegir que decían El Comercio, La República, entre otros diarios, y revistas como Caretas, con lo que se afirmaba en la CVR, además, dependiendo del caso, de (leer) otras lecturas complementarias”, detalla Villar.
Por su parte, Jesús Cossio, historietista de profesión, tuvo a su cargo la transformación del guión revisado en una narrativa secuencial propia de un cómic, llevando a cabo para esto su planificación y el dibujo a lápiz de cuadros y viñetas. “Los gráficos y la lectura de estos nos permitió reconstruir hechos de los cuales solo existe un registro posterior; dibujarlos ayuda de alguna manera a ‘llenar’ esos vacíos en las historias violentas”, precisa Cossio. Añadiendo que “solo papeles, lápiz, tinta china y las ganas de aportar desde dentro de su modesta dimensión algo a la divulgación y discusión de un tema tan importante como es la violencia política en el Perú, nos ha costado este trabajo grafico”.
Luis Rossell, historietista también como Cossio, es otro de los coautores a quien correspondió la tarea de darle el toque final a esta obra con las correcciones a los dibujos y el pasar de tinta china, proporcionándole tramas para los grises. Para Rossell la fuerza de la imagen los involucra íntimamente con las historias representadas. “La historieta es una máquina, que nos permite estar presentes y observar sucesos que de otra manera solo cabria escuchar o leer”, alega.
Es así, pues el cómic Rupay, palabra de origen quechua que significa alumbrar o encender, busca precisamente ejercitar la memoria de las generaciones presentes y de las futuras sobre la violencia política. Tema sobre el que, según los autores, “nuestra memoria parece estar oscurecida debido a la manipulación de políticos, medios de comunicación, grupos empresariales, altos mandos militares y demás personas, que al parecer lo único que buscan es seguir tiñendo las mentes”.
“Hay una fuerte campaña de olvido e impunidad desde los sectores conservadores, además de los 10 años de fujimorismo que han hecho lo suyo en materia de propaganda reaccionaria”, manifiesta el historietista. “Lo que causó esa turba de fanáticos en la última ceremonia de celebración por los cinco años de la presentación del informe de la CVR, es una representación exacta de la actitud que tienen los gobiernos autoritarios para con la gente que discrepa, que no acata, que no se traga el cuento de su pseuda democracia y progreso”, asevera.
Continúa Rossell: “Acá lo cierto es que existen muchas versiones, todas ellas válidas. Es un tema complejo, vivido desde diversas realidades y condiciones económicas y sicológicas”, sostiene tajantemente. “Debemos conocer la mayor cantidad de versiones para poder tener una idea de lo que realmente ocurrió, Rupay es la muestra y no pretendemos que sea la única”, agrega.
Con su obra, los autores buscarán seguir alumbrando las memorias de más personas, pues esperan hacer una versión masiva del cómic. “La idea está en que el cómic se pueda regalar en los colegios, universidades, barriadas, organizaciones populares, así como también en exposiciones itinerantes por algunas provincias”, detalla.
“La voz seria llegar al pueblo, a la gente sencilla, a la gente de a pie”, precisa Alfredo Villar. “Es necesario que exista una cultura de conciencia en la sociedad peruana sobre los sucesos ocurridos por la violencia, para pasar de una vez por todos de la ‘conciencia’ a la ‘emoción’ de esos hechos; es por ello que necesitamos más testimonios, películas, cómics, obras de arte o televisivas que hablen sobre este tema. En conclusión, necesitamos más Rupay”.
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