Una congresista intenta recortarle el sueldo a una trabajadora con el pretexto de que "hay que saber compartir". Otro contrata a su amante. Otra, a su empleada doméstica. Otro mata a un perro. Aunque para Alan García el hecho de que los hombres de prensa informen de estos sucesos a la población los convierta en "periodistas de facturas de pollo", no debemos pasar por alto el bajo nivel del actual Congreso. ¿Qué está pasando?