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LA CONTRADICCIÓN COMO ALMA DE LA CORRUPCIÓN

En esta edición, el autor comenta sobre los vaivenes de la cultura de la política nacional. La corrupción y la tan comentada "mano negra" son las premisas de este acertado artículo.
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LA CONTRADICCIÓN COMO ALMA DE LA CORRUPCIÓN

Los vampiros temen a la luz tanto como los corruptos al “chuponeo”. Con una habilidad que nos hace recordar los momentos estelares del fujimontesinismo, los principales involucrados en el escándalo de corrupción que está escalando al más alto nivel del gobierno, pretenden desviar la atención de la opinión pública hacia los autores de las interceptaciones telefónicas.

Estos señores y señoritas parten de la premisa que hemos olvidado la historia. Fue en el primer gobierno de Alan García donde se iniciaron los llamados “chuponeos” telefónicos con un individuo al que se llamaba “Cucharita” Díaz. La nefasta costumbre alcanzó ribetes inimaginables con Montesinos y luego, durante el gobierno del presidente Toledo, este mismo fue víctima de los interceptadores. La práctica ha regresado con fuerza en el gobierno del presidente García y está haciendo mella en el círculo de poder del gobierno central.

 

Quiero precisar que esta es una costumbre inaceptable, pero que se convierte en elemento desestabilizador cuando hay corruptos, cuando hay conversaciones que escapan del circuito íntimo y privado y más bien involucra a los fondos del estado, que nos pertenecen a todos.

 

Por tanto no hay que desviarse del fondo del asunto. ¿Cuál es? La existencia de una red corrupta que hizo de los malos manejos de la cosa pública una práctica habitual. El sujeto involucrado, Rómulo León Alegría, era un personaje aceptado en los círculos gubernamentales y sociales, invitado a cenas en embajadas y cócteles gremiales,  a pesar de su comportamiento deleznable y corrupto del primer gobierno alanista.

 

El haber permitido que se convierta en asiduo visitador de altos funcionarios del segundo alanismo, nos hace pensar que, definitivamente, gozaba del padrinazgo de alguien de “altas” cualidades, con el suficiente “peso” para sugerir se le abran todas las puertas. He allí lo terrible para el régimen democrático.

 

En ese sentido, la participación de Luciana León no debe verse en tanto hija del corrupto Rómulo sino como congresista y representante nacional. Sus múltiples contradicciones y la movilización de algunos pseudoperiodistas, conocidos por formar opinión a gusto del cliente, serían la demostración que la señorita congresista sabía de los manejos de su padre.

 

El Partido Aprista mal hace en tratar de racionalizar su comportamiento, es decir buscar algún tipo de justificación en su condición de hija. El asunto es legal y –cómo no- político. Legal porque hay una serie de irregularidades que de comprobarse derivarían en la sanción penal. Y político porque el segundo alanismo está destruyendo lo poco de confianza y expectativa que había despertado en la ciudadanía esta nueva oportunidad para el PAP.

 

Con pucheros y contradicciones no se cambia la realidad. A los políticos les corresponde honrar la representación que les ha delegado el pueblo peruano. La señorita Luciana León en lugar de prometer y amenazar haría bien en renunciar a su inmunidad, abrir su secreto telefónico y financiero y ponerse a derecho, en lugar de pasearse por medios de comunicación en entrevistas conseguidas por sus amigos para que “limpie” su imagen y continúe con sus, llamémoslas, actividades.

Finalmente los principales involucrados dicen que hay una mano negra que está administrando y sacando con cuentagotas los e-mails y audios. Puede que sí. Pero los principales involucrados también están administrando sus declaraciones, sacando hechos y situaciones con cuentagotas. Lucha de mafias. Tal para cual.

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