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¿DEMOCRACIA?.... ¡A LA BOLIVIANA!

Panorama del vecino país
Bolivia parece no lograr encontrar el camino a la paz. Cuando Evo Morales asumió, constitucionalmente, en enero del 2007, la presidencia de la República, la situación no era color de rosa, pero se vislumbraba una luz al comienzo de su mandato de cinco años. Ahora, ¿cómo se vive la democracia en este país? Conozca la respuesta a continuación…
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¿DEMOCRACIA?.... ¡A  LA BOLIVIANA!

Al fin y al cabo, 25 años de democracia daban fuerza a quienes se preguntaban qué tan bueno podía ser ese sistema político, después de la sucesión de tres mandatarios en el sillón presidencial en un intervalo  de tan solo cuatro años.

Desde entonces y hasta ahora, noviembre del 2008, nada se ha avanzado… Es más, el retroceso en la vida democrática de Bolivia es más que evidente… No es un secreto: Este país está considerado entre los seis más inequitativos del mundo. El dinero y el poder estuvieron siempre en muy pocas manos.

 

El racismo fue un grave problema y la educación un privilegio. Ahora, estos problemas han recrudecido y la violencia, las amenazas y el encarcelamiento sin aviso previo se han sumado a ellos, convirtiéndose en armas que se utilizan sin ningún pudor contra quienes pretenden disentir de las opiniones del gobierno.

Claro que el camino violento en Bolivia no es exclusividad de Evo Morales ni ajeno a la oposición, tal como se demostró hace algunas semanas, luego del destrozo, por parte de oponentes a Evo, de decenas de instituciones estatales y su posterior toma.

 

Así como con la muerte de 17 personas en el departamento de Pando y el posterior confinamiento de su prefecto, al declararse el "Estado de sitio" en ese departamento. Lo que puso en alerta a muchos países de este y otros continentes.

Se han producido muchos enfrentamientos durante el transcurso del régimen "democrático" de Morales que han causado decenas de muertes, cientos de heridos y millones de dólares en pérdidas en las nueve regiones de Bolivia. ¿El principal motivo? La "Refundación de Bolivia" a través de una Nueva Constitución.

 

Y sí, luego de meses de conflicto entre el gobierno y la oposición, centenares de heridos, decenas de muertos y destrozos por más de 200 millones de dólares, debido a un "Acuerdo" congresal entre el gobierno y la oposición, se dio paso a la convocatoria de un "Referéndum Constitucional" para el 25 de enero del 2009 y de otro "Referéndum Dirimitorio": por el que los bolivianos decidirán el límite de extensión de la propiedad de la tierra, que podría ser de 5,000 hectáreas.

 

El "Acuerdo" -del que fueron "facilitadores" países europeos y de América Latina- que se diseñó en un Congreso cercado por más de 100 mil indígenas, entre campesinos, mineros y cocaleros pertenecientes a los llamados "movimientos sociales", liderados por Evo Morales, que llegaron a La Paz amenazando con cerrar el Parlamento, mostró una vez más la fragilidad de la democracia boliviana.

 

Esto, más allá de la posición del gobierno que, por "democrático", recibió el apoyo de sus vecinos, no obstante su cuestionable proceder: como enviar a los "movimientos sociales" a atacar medios de comunicación y fustigar, inclusive físicamente a los periodistas contrarios, o encarcelar gente, secuestrándola a media noche o en plena calle, con militares encapuchados, ya sea por sus opiniones o sus relaciones familiares,  como ocurrió hace pocas horas con dos ciudadanos en Pando.

 

O mandar a más de 50 mil  personas armadas a que cerquen la ciudad de Santa Cruz, con la amenaza de atacarla si los prefectos "autonomistas" no firmaban el planteamiento de Evo Morales en Cochabamba; o como lo hicieron "pacíficamente"  días después, cercando el Congreso Nacional.

 

O, incluso como en las últimas horas, cuando el gobierno desconoció los fallos de la Corte Constitucional, con sede en la ciudad de Sucre, porque son opuestos a su criterio e intenciones de enviar a miles de indígenas a "vigilar" la cárcel de San Pedro, para que el prefecto de Pando no sea trasladado a Sucre, donde le correspondería estar para ser legalmente juzgado.

 

En fin, pocos hechos de los muchos que muestran el quiebre institucional que se vive en este polarizado país donde aún no existe un Tribunal Constitucional, luego de que el anterior fuera descabezado hace varios meses por el gobierno. Y todo, bajo la presidencia de Evo Morales.

 

Bien, pero hubo diálogo en Cochabamba, por los contenidos de la Nueva Constitución, cuyo proyecto fue aprobado por 156 asambleístas, en medio de heridos y muertos, para ser calificada como plurinacional, estatista, comunitaria e indigenista. Y también hubo, posteriormente, un "Acuerdo" de las cuatro fuerzas opositoras y del gobierno del Congreso, para poder aprobar por dos tercios -que  el partido de Evo no posee- el referéndum para convocar a la población a la aprobación de la Nueva Constitución.

 

Y sí, en Cochabamba, no se pusieron de acuerdo el gobierno y los prefectos de los departamentos llamados "rebeldes y autonómicos" (Santa Cruz, Beni, Tarija y Sucre,  con exclusión de Pando, cuyo prefecto está preso por presunto genocidio), en el Congreso sí lo hicieron. Es decir, Evo Morales logró el apoyo de los dos congresistas que le faltaban a su agrupación  para  cumplir con los dos tercios que manda la vigente Constitución.

 

Pero veamos que pasó con el proyecto de Constitución en este encuentro congresal sazonado con la presencia y los gritos, en las puertas del Parlamento, de más de 100 mil personas que amenazaban constantemente con atacarlo y cerrarlo. Como dijimos con la anuencia de Evo morales.

 

El proyecto de Constitución aprobado por la discutida Asamblea  Constituyente, no reconoce a Bolivia como República, ni como Nación, sino como un Estado compuesto por 36 naciones originarias. Tampoco reconoce una religión oficial, sino a todas.

 

Más aún, según lo decidido por los asambleístas que sesionaron durante un año y medio, y tomaron decisiones sin la oposición, Bolivia tendrá dos banderas: La roja, amarillo y verde, y la whipala. Y también dos sistemas judiciales: La justicia comunitaria y el Poder Judicial.

 

Y claro que reconoce las reclamadas autonomías, pero a la manera del oficialismo. Es decir, no como la reclamaban los "autonomistas". Esto es, para los nueve departamentos del país, que seguirán siendo dependientes del poder central en sus decisiones más importantes, y las autonomías municipales e indígenas. Estas últimas, contarán, en cada una de sus 36 naciones con idioma, gobierno, población, leyes y territorio propio.

 

También está prevista la reelección de Evo Morales por un período más de gobierno que se iniciaría el 6 de diciembre del 2009, de ganar las elecciones generales. Todo lo señalado se encuentra en el proyecto a aprobarse por la población, según el "Acuerdo" congresal, y con la obvia oposición, a rajatabla, de los departamentos "rebeldes".

 

Lo cierto es que de 411 artículos del proyecto de la Nueva Constitución aprobado por la Asamblea Constituyente, 228 fueron reformados en los últimos días, tras el "Acuerdo", por el Congreso y 137 tuvieron cambios de fondo. Lo que ha llevado a miles de oficialistas a reclamar: "¿Por qué? Si no debía moverse una coma". Y, de otro lado a miles de autonomistas, a estar en contra de los congresistas de la oposición, y no aceptar los cambios que consideran solo un "burdo maquillaje".

 

Según los principales analistas políticos, entre tantos meses de tira y afloja, la prueba de fuerza entre el gobierno y la oposición, sobre todo de los departamentos "rebeldes", la ganó, en primer término, el centralismo andino.

 

Pero queda mucho camino por recorrer y el oficialismo, como señala el periodista Humberto Vacaflor, en su último editorial del diario La Razón, "orgulloso, ciertamente, no ha de estar, en vista de las malas mañas que debió usar para lograr su triunfo. Contento tampoco ha de estar el centralismo andino (concentrado en La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba),  porque sabe que el país entero se  está desplazando hacia el oriente (Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija) y que votos capaces de decidir el futuro del país estarán concentrados en esa región. Es inexorable".

 

Y agrega Vacaflor: "El propio centralismo andino hace inexorable el potenciamiento del oriente, no solo por el éxodo de sus hijos a esa región, sino también porque en el Ande se van concentrando todas las actividades económicas poco honorables".

Y es así. El reciente derrumbe de la actividad minera tradicional, el retiro por parte de Estados Unidos del ATPDA, debido a la falta de colaboración de Bolivia en la lucha contra el narcotráfico, y también la caída del precio del gas y del petróleo, están llevando a miles de personas que quedarán o ya quedaron sin empleo a afirmar, sin empacho, como lo hicieron los mineros de Oruro, que se dedicarán a cultivar coca.

 

Vacaflor añade: "La coca y también la cocaína, fueron mencionadas  como alternativas en estos días (…) En Bolivia se está perdiendo la vergüenza. Producir coca ilegal o vender cocaína son opciones que han ganado carta de ciudadanía. La moral ha sido archivada".

 

Preocupante, pero cierto. Como lo es que, de acuerdo a la Nueva Constitución, el "Estado de Bolivia" y sus 36 naciones, tendrán un supra poder conformado por  los "movimientos sociales". Es decir, miles y  miles de fiscales, sin rostro, pero con autoridad omnímoda.

 

Los riesgos que hoy se ciernen sobre la democracia boliviana y su unidad, son, -no obstante lo que muchos fuera de éstas fronteras piensan y afirman-, mayores que hace un par de meses, al "acordarse" la vigencia de un gobierno que llegó al poder por la vía democrática, pero que,  sin duda,  está poniendo ya en práctica, un modelo centralista y autoritario, que "redondeará" con la Nueva Constitución, como lo afirman los principales analistas jurídicos y políticos del país.

 

Y concluimos con párrafos de la última columna de Humberto Vacaflor, sin duda uno de los más lúcidos y objetivos periodistas de Bolivia: "Que el centralismo es malo lo muestra la geografía. Las cuatro capitales de departamento que optaron por las autonomías están, en promedio, a 900 kilómetros del centro burocrático del centralismo andino".

Y finaliza: "La alianza andino-cocalera seguirá vigente, al menos mientras haya gobiernos que la impulsen a cambio de ventajas políticas. Esto durará hasta que la comunidad internacional o la opinión pública boliviana exija que se acabe tanta sinvergüencería".

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