Ad portas de la segunda gran cumbre de este 2008 que se encuentra en su tramo final, amplios sectores en nuestra sociedad no pueden evitar plantearse ciertas interrogantes en torno no solo a su presente, sino también a su futuro. En el que, dada la situación crítica en la que se encuentran las finanzas y, muy pronto según algunos, la economía globalizada, muchos de nuestros compatriotas, se sostiene, se perciben en medio de un escenario sombrío y, por ende, adverso para ellos.
No es para menos se sostiene: El peruano de a pie sin mucha parafernalia, sabedor que el colapso del sistema financiero del gran vecino del norte pronto afectará el aparato productivo de este coloso y, por efecto dominó, al de las demás economías a nivel planetario, se pregunta si lo que sostienen algunos positivamente sobre nuestro futuro, no será desmentido categóricamente pronto, cuando la recesión a nivel global frene abruptamente el dinamismo de nuestra economía.
No ilusionen al país sostienen los críticos: El hecho de que el precio del crudo haya bajado espectacular y sostenidamente durante los últimos meses no garantiza, a pesar de lo que se sostiene, que el estado de la microeconomía mejorará sustantivamente. Pues si alguna mejora se da, esta será descompensada por la importante caída de nuestras exportaciones y a la larga, por lo tanto, por el necesario ajuste que se impondrá sobre los diversos tipos de gasto en nuestra economía y sociedad.
El Perú. Como se ve, además de ser hoy uno de los principales focos de la atención mundial, se ha convertido también, debido al peso de las circunstancias, se admita o no, en una gran ágora. En la que una línea demarcatoria separa a aquellos que ven aun con grandes expectativas nuestro porvenir, de aquellos que, negando cualquier pertinencia al año de las grandes cumbres ALCUE y APEC, sostienen por doquier a lo largo y ancho de nuestro territorio que colapso planetario arrastrará consigo a nuestra patria.
El debate está planteado y a medida que avance el tiempo y, el calendario electoral imponga su ineluctable lógica, arreciará. Y aunque la razón, sin duda, fundará en parte ambos planteamientos, la pasión constituirá un elemento infaltable en la reyerta que -esperando sea solo de carácter verbal- se planteará… a fin de que el pueblo peruano, haciendo uso de su plena libertad, arbitre entre aquellos a quienes se les considera parte del pasado y los otros que se dicen portadores de la esperanza para nuestro porvenir.
Hacer un esfuerzo de síntesis en estos momentos de dialéctica social y, por ende, política resulta perentorio. El escenario de contradicción se presta para esto. Vale decir para el ejercicio que consiste en echar mano de lo mejor de ambas posiciones, mostrándole al país en su conjunto que, más allá de las dificultades presentes o futuras, el miedo no puede vencer a la esperanza. Ya que desde la política una opción de justicia social con libertad puede constituir una nueva propuesta.
