Hace pocos días, mi amigo Herbert Mujica escribió acerca de si existían partidos políticos o no en el Perú. Con su pluma gonzalespradina intentaba explicar acerca de la debilidad de las organizaciones políticas a inicios del siglo XXI. Es alrededor de esa idea que quisiera hacerles llegar algunas reflexiones. Ideas que tienen que ver con la debacle, mas no derrota, de la Política.
La Política es concebida en nuestro país como oportunismo. Ya no es parte de una mística que es parida por el amor al país. Oportunistas que descubren su vocación política alrededor de los 50 años son los que postulan al Congreso, apoyados en muchos casos por intereses económicos que luego los convierten en rehenes de sus caprichos.
Empresarios, deportistas, locutores, hasta figuras de la farándula, aprovechan de sus generosos fondos de campaña o de su popularidad para llegar al escenario político por excelencia: el Parlamento. Una vez allí lucen sus poquedades y limitaciones ante todos los ciudadanos, contribuyendo con su silencio, figuretismo o corruptela al desprestigio de la Política. Llegaron allí gracias al pueblo, el mismo pueblo que luego se queja de la calidad de sus políticos.
Pero llegaron allí también por culpa de los partidos políticos, los cuales en su totalidad dejan de lado su dignidad para buscar unos cuantos miles de votos más. Las figuras populares sirven, en un país con poca educación, para capturar votos, los que luego servirán para ganar gobernabilidad, una gobernabilidad hechiza pues se fundamentó en la búsqueda del voto por el voto, sin interesar el plan de gobierno ni el debate de las ideas.
Luego pasa lo que estamos viendo en la actualidad. Un Congreso incapaz de cambiar la agenda del país, incapaz ya no sólo de fiscalizar sino de siquiera formar opinión. El Congreso, como institución, no existe en el país. Se ha perdido el sentido del respeto a la figura parlamentaria. La agenda política la pone el escándalo de la semana, el cuarto poder, el lima limón o los chistosos que gozan de un alto nivel de sintonía.
La Política ni siquiera puede poner en agenda la importantísima Cumbre de la próxima semana, me refiero a la APEC. Gracias a la debilidad de una clase sin poder político ni intelectual los temas de discusión los pone la prensa popular. Urge pues reaccionar. Y en ese sentido más que los partidos, son los políticos con vocación quienes tienen mucho que hacer.
El desarreglo en el que hemos ingresado es de tal magnitud que los representantes del movimiento más corrupto de la historia del país son socios políticos del partido más antiguo. El fujimorismo y el PAP se abrazan tras la mesa directiva del Congreso. Y los parlamentarios del fujimorismo, esa misma organización que desfalcó, asesinó, robó miles de millones de dólares, se han convertido en los fiscalizadores de hoy.
Así estamos. La política y los políticos en el Perú están en decadencia.