Finalizada, este domingo 23 de noviembre, la cumbre del Foro de la APEC, solo bastaron algunas horas, menos de un día, con el presidente ruso aun en nuestra tierra, cuando una noticia, anticipada por algunos, nos hizo ver que el intervalo, feliz para muchos, que habían significado los días la cumbre, había definitivamente concluido. Desde el exterior se había arbitrado en contra del fútbol peruano: Hasta nuevo aviso, el escenario internacional le es vetado a nuestro balompié.
A través de una escueta y lacónica comunicación, la Federación Internacional de Fútbol Asociado, la omnipresente y todopoderosa FIFA, que tiene a Joseph Battler como Presidente Ejecutivo, vía su intermediario regional desde Paraguay, nos hizo ver que a partir de la fecha, el 24 de noviembre del presente, los equipos tanto de la selección peruana de fútbol como los de los clubes profesionales no podrán participar en ningún evento internacional. Incluso en los de carácter amistoso.
La noticia caló hondo. Y cual baldazo de agua fría, dejó en una pieza a todos nuestros compatriotas. Incluso a aquellos que hasta los momentos víspera del lanzamiento al aire de la noticia, dados los mediocres resultados que nuestro equipo nacional ha obtenido en lo que va de las eliminatorias al Campeonato Mundial Sudáfrica 2010, decían que les importaba un bledo el destino internacional del fútbol peruano. A ellos también los golpeó, tanto como nos golpea hoy a nosotros.
No es para menos, pues de ratificarse en Tokio, el próximo 20 de diciembre, esta decisión, ahondando la crisis que atraviesa en nuestra patria el deporte de masas por excelencia, el daño que se le hará a nuestro fútbol y, en un gran sentido hay que señalar, también a nuestro país, será irreparable. Promociones de jovenes verán su proyección deportiva truncada… y se sembrará así la semilla de la frustración. Permitiendo, por decir lo menos, que un gran silencio gane los espacios donde este deporte se practica.
Triste y patética es la situación a la que nos ha llevado la intransigencia -en mayor o menor grado- de la elite que rige los destinos del Deporte Rey. Manuel Burga, Presidente de la Federación Peruana de Fútbol, FPF, y el señor Arturo Woodman, Presidente del Instituto Peruano de Deportes, IPD, han tenido todo el tiempo del mundo para encontrar una solución a este problema. Y solución, más allá de quién tenga o no la razón, no han podido hallar a fin de resolver este problema ahora nacional.
La solución, hay que decirlo, ya no está en su cancha. Han demostrado ambos, para desazón de todos los que amamos verdaderamente el fútbol, que no están a la altura para jugar en las grandes ligas donde se diseñan las grandes decisiones en nuestro país. Desde aquí les pedimos, que por la salud del fútbol peruano, de un gran sector de nuestra juventud que lo práctica y, por ende, de nuestro país, que hagan un mea culpa y dejen a otro de mayor jerarquía decidir. En nuestro caso: el Presidente de la República.
