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REVISTA

LA INECUACIÓN DEL SUBDESARROLLO

Análisis de la realidad nacional
La política económica se fundamenta en las políticas macroeconómicas, sectoriales y sociales. La estabilidad macroeconómica, junto a la institucionalidad y a la tecnología, sustentan la competitividad de un país. Todos somos conscientes de la importancia que tiene la estabilidad macroeconómica.
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LA INECUACIÓN DEL SUBDESARROLLO
El estado de indicadores como la inflación, tipo de cambio, riesgo país, son reflejos de esta. Por lo tanto, debemos tener presente que al preocuparnos solamente por un término de la ecuación, haremos que esta se convierta en una inecuación.
 
En la actualidad, encontramos que existe una inecuación que está a la base de conflictos sociales, que a su vez originan atrasos, encaminándonos hacia el subdesarrollo. Esta inecuación se acentúa debido a que no se está dando importancia a las políticas sectoriales.
 
Diversas actividades productivas como la minera, pesquera, agraria, agroindustrial y el turismo, carecen de políticas sectoriales que promuevan actividades que las induzcan a generar un mayor valor agregado. Esto es de lamentar.
 
En la inecuación que se establece se refleja que el modelo establecido es meramente un modelo primario-exportador y de servicios, que ha convertido a nuestro país en un gran exportador de materias primas; creando así poco empleo, y generando, por ende, mayor desigualdad. En este sentido, urge darle mayor importancia a las políticas sectoriales.
 
Para que esto sea posible es importante impulsar el acceso al crédito, implementar una política de ciencia y tecnología, una de capacitación con el objetivo de alcanzar la conversión laboral, así como modernizar la infraestructura, ayudando, al mismo tiempo, en la búsqueda de mercados a nivel regional, nacional e internacional.
 
Para resolver el impasse que nos genera esta inecuación, también debemos tener en cuenta lo concerniente al desafío que nos plantea el problema relacionado a la identidad nacional: La que debe fundarse en nuestra larga y dinámica historia, en nuestra singular geografía, en el mestizo que por antonomasia es el peruano.
 
Es bueno precisar que para pasar de la inecuación a la ecuación, debemos seguir por el camino que nos lleve hacia la producción. Aunque no necesariamente vía la redistribución,  pues los programas sociales deben diseñarse de manera técnica, y jamás deben politizarse. El peruano en general, más que limosnas, desea ardientemente un empleo digno que le permita ganarse su sustento cotidiano.
 
Por otra parte, debemos tener claro que no es suficiente avanzar en lo concerniente a la justa distribución de la riqueza material, sino también en la del saber. Pues como dice la Biblia, “no solo de pan vive el hombre”. Nutrir intelectualmente a un pueblo es importante, de esto dan fe numerosas trayectorias nacionales.
 
Desgraciadamente, a pesar de conocer lo anterior, nuestra inecuación se está acentuando. Esto se refleja en los índices de pobreza y exclusión social; sobre todo en los pueblos donde se encuentran los grandes campamentos y emporios mineros, muchos de ellos creadores de contaminación de los ecosistemas regionales.
 
Hay ríos como el Mantaro que carecen de vida, sus aguas han sido y siguen siendo contaminadas; hay nevados en proceso de deshielo; bosques que están perdiendo su inmensa espesura verde. Esto es el resultado de la carencia de un  ordenamiento territorial: El gobierno da en concesión nuestros recursos sin tomar en cuenta el futuro y sin respeto por la biodiversidad.
 
De esto da fe lo que sucede en los parques nacionales como el de San Andrés de Cutervo, y en pueblos y plazas públicas como la de Tungasuca, situada en la provincia de Sicuani de nuestra altiplánica Región de Puno.
 
La inecuación se refleja también en los niveles salariales, en el poder adquisitivo, en el alza del costo de vida. Y en la desesperanza de las amas de casa, profesionales y, sobre todo, de los jóvenes, quienes piensan  que el futuro promisorio está en el extranjero. La encontramos también, en el desigual acceso a la salud, a la vivienda, educación y alimentación.
 
También la encontramos en los regímenes laborales, escenario en el que aún siguen vigente los ‘services’, incluso a nivel del gobierno nacional, en fin… Esta nos plantea un serio y trascendental desafío que nos indica que para transitar de la inecuación del subdesarrollo a la ecuación del desarrollo es necesario establecer la justicia, porque sin Justicia jamás habrá desarrollo.
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