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JUSTICIA, PAZ Y LIBERTAD

Como en todas las ediciones de Gener@cción, nuestro Director Fundador Francisco Huanacune, nos ofrece su artículo editorial.
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JUSTICIA, PAZ Y LIBERTAD
Una vez más nuestro país es testigo del desborde popular debido al clamor por justicia que emana desde la base social en nuestra patria. En esta oportunidad, al igual que en otras, una autoridad edil, el alcalde provincial de Juanjuí en la Región de San Martín, el vilipendiado Walter Hildebrandt, se ha salvado in extremis de convertirse en uno más en la lista de ajusticiados de la llamada justicia popular.
 
Esto sucede tan solo dos días después que a través de las urnas, en un número importante de localidades diseminadas a lo largo y ancho de nuestro territorio, los electores ejercieron su derecho de revocatoria en aras de determinar qué autoridad edil merecía seguir ejerciendo funciones, para la que fue elegida hace dos años. El alcalde Walter Hildebrandt, quien no fue revocado, era una de ellas…
 
Una contradicción se ha establecido otra vez en nuestra sociedad. La que poniendo -más allá de lo justo y consistente que sean o no los reclamos del sector opositor a la autoridad edil- nos confronta ante un problema que de persistir socavará los cimientos del estado de derecho en nuestro país. Es decir, la oposición entre la normatividad institucional que emana de la Ley, y la llamada, por algunos, normatividad extralegal.
 
Sí del estado de derecho, vale decir un estadio societal en el que los ciudadanos, más allá de los mandatos que en un momento determinado puedan emanar de la moral, no pueden ver atropellado su derecho inalienable a ser juzgados -nada más- por aquellos que representan a uno de los pilares de todo régimen que se desea democrático, la justicia. Esto, más allá, que el alcalde de Juanjuí no solo merezca ser defenestrado…

Resulta pues perentorio, en este mes de paz y de armonía, que los peruanos, haciendo un alto en el camino, reflexionemos seriamente en torno a las implicancias de este acuciante problema para el futuro de nuestra vida civilizada. Pues si bien es cierto que justicia se puede exigir, el orden también tiene que imperar. Aunque, esperemos nunca al precio de otros derechos y, mucho menos, de la libertad.

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